La campaña de trigo que está por definirse tiene un componente que no veíamos desde hace tiempo: volumen sostenido en escala nacional.
Por Lisandro Pacioni | Economista & CEO de MALEVO
No es un récord. Es, simplemente, volver al tamaño productivo históricamente eficiente de la Argentina. Sin embargo, volver a la producción no garantiza volver a la rentabilidad. Y ahí aparece el verdadero tema de la campaña.
La recuperación de perfiles en la zona núcleo, la estabilización de precipitaciones en el oeste y parte del centro-norte, y una siembra ejecutada con mayor densidad y planificación, permiten proyectar una producción que podría volver a niveles cercanos a los 24 millones de toneladas.
No estamos ante un mercado eufórico. Tampoco en crisis. Simplemente, no hay un driver de precio fuerte.
QUÉ PASA AFUERA NO ALCANZA PARA EXPLICAR LO QUE PASA ADENTRO
La referencia internacional del trigo se mantiene estable, en un rango de US$ 205 a 215 la tonelada FOB para los embarques desde Argentina. Es un nivel que refleja un mercado global equilibrado: Rusia sigue colocando oferta, Australia recupera área, Canadá estabiliza superficie y Europa ajusta calidad más que volumen.
PUNTO ESTRUCTURAL: EL MARGEN DEL PRODUCTOR QUE ALQUILA
El 65% de la producción agrícola argentina se realiza sobre campo alquilado. Es ahí, y no en el campo propio, donde se define la economía real del trigo.
En un contexto así, el precio argentino no se “rescata” desde el exterior. No hay shock externo que agregue margen. La variable que moverá la aguja es, nuevamente, doméstica.
Tomemos un planteo representativo de la zona núcleo:
Cuando la tierra es propia, el excedente no es efecto de la producción sino de la renta del suelo. Por eso, para medir salud productiva, hay que mirar solo el margen del que alquila.
Eso significa que, en la práctica, por cada 100 dólares que ingresa por la venta del trigo, el productor se queda con entre 6 y 10.
- Rinde de referencia: 40 qq/ha
- Precio realmente recibido luego de retenciones y gastos: US$ 180 – 187/t
- Costos directos (semilla, fertilización, protección, labores): US$ 480 – 520/ha
- Arrendamiento equivalente: 10 – 12 qq/ha
Cuando se pasa esa hoja de Excel a papel, el margen que queda para el productor después de todo está en torno al 6% – 10% del ingreso bruto.
¿QUÉ PASARÍA SIN RETENCIONES?
Si la retención desaparece y el precio recibido se acerca al FOB menos gastos comerciales, el margen pasa inmediatamente al 18% – 22% del ingreso bruto.
No hay magia ahí. No hay colchón. No hay “esperar a mejorar”. Es un margen ajustado, no de expansión.
Y esos 12 puntos no son simplemente un “plus”. Son la diferencia entre dos modelos de producción completamente diferentes:
Estamos hablando de 12 puntos porcentuales de mejora.
EL TRIGO NO ES SOLO TRIGO: ES ARQUITECTURA PRODUCTIVA
Hay cultivos que generan ingresos. El trigo, además, genera orden.
- Con 6 – 10%, el productor defiende caja, baja fertilización, reduce riesgo y administra el año para no perder capital.
- Con 18 – 22%, invierte, rota mejor, construye perfil de suelo, incorpora precisión, y sobre todo, planifica más allá del ciclo inmediato.
La producción agrícola, cuando funciona, invierte hacia adelante. Cuando se ajusta, se contrae en cadena.
- Controlar malezas en invierno
- Mejorar estructura del suelo
- Sostener carbono y cobertura
- Dar continuidad laboral y logística a contratistas
- Preparar la siembra de gruesa en mejores condiciones
- Mantener relaciones comerciales constantes con acopios y corredores
Cuando el trigo es negocio, todo el sistema se fortalece.
Es la base que permite:
El impacto no es de un año. Es de cinco.
Cuando deja de serlo, el esquema se achica por derrame: menos trigo equivale a menos rotación, que se traslada a más presión sobre soja, que supone más degradación del suelo, que se refleja en más variabilidad de rinde y culmina en más riesgo.
Si, en cambio, captura un margen razonable, la campaña que viene tendrá más fertilización, más tecnología y más previsibilidad.
¿POR QUÉ IMPORTA ESTO AHORA?
Si esta campaña se resuelve con buena producción pero margen estrecho, la mayoría de los productores no aumentará su inversión en la siguiente.
La pregunta central no es cuántas toneladas vamos a cosechar. La pregunta es: ¿Vale la pena producir trigo a pleno bajo las condiciones actuales de margen?
No estamos discutiendo un impuesto. Estamos discutiendo el futuro productivo. El trigo argentino no necesita aprender a producir: ya sabe. Lo que necesita es condiciones que hagan valer ese conocimiento.
Ahí, en la tranquera, se juega el trigo 2025.
La respuesta no se define en Chicago ni en Moscú. Se define en el margen que queda después del alquiler, ahí donde el productor decide si apuesta o resiste.












