La reciente devaluación del peso, el ritmo desigual de la cosecha de granos y las señales mixtas que llegan desde los mercados internacionales configuran un panorama complejo para los productores argentinos. En diálogo con Palabra de Campo, el profesor e investigador del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral, Dante Romano, trazó un análisis detallado sobre las variables que hoy inciden en la toma de decisiones comerciales y productivas.
El agro argentino en tiempo de definiciones: entre el dólar, la trilla y el pulso global
“Con la fase 3, el tipo de cambio abrió cerca de los $1.200, con una devaluación del 10%, pero rápidamente retrocedió a la zona de $1.150, quedando en torno al 5%”, explicó Romano. Este movimiento se dio en apenas tres ruedas hábiles, en un contexto de alta volatilidad, donde los productores ajustan sus expectativas y estrategias frente a un mercado que cambia día a día.
Uno de los factores que más influyó en este escenario fue la eliminación del esquema ‘blend’, que había permitido hasta ahora cierto resguardo en pesos. La expectativa era que los precios en dólares se acomodaran con una baja del 5%. Sin embargo, lo que se vio fue diferente: “La soja logró sostenerse y el maíz incluso subió, aunque el productor esperaba recibir más pesos, y eso hoy no está ocurriendo”, afirmó el especialista.
La campaña de soja toma ritmo y el maíz queda en pausa
El arranque de la trilla se demoró por lluvias durante marzo y comienzos de abril. Pero con el regreso de condiciones más secas, la cosecha cobró impulso en los últimos días. “Ahora los productores van a volcar toda su capacidad operativa sobre la soja”, sostuvo Romano, quien anticipó que el maíz “quedará en el campo por ahora, en un momento en el que hay más de 2,5 millones de toneladas esperando ser cargadas en los puertos”.
La buena noticia es que la demanda externa sigue activa, lo que sostiene al mercado en un escenario de alta rotación comercial. En este contexto, la soja aparece como el cultivo prioritario, mientras que el maíz —con buenos fundamentos— puede esperar algo más.
Chicago, China y la geopolítica del grano
En el plano internacional, Romano relativizó el impacto de la reciente distensión entre Estados Unidos y China. Si bien reconoció que las tensiones comerciales se calmaron en las últimas semanas, advirtió que “cuando Chicago bajó, las primas locales mejoraron, y no sentimos el impacto; del mismo modo, tampoco sentiríamos ahora el efecto de un acuerdo”.
En cuanto a la siembra en EE.UU., el ritmo viene algo rezagado, pero no genera alarma. “Hubo lluvias, pero los farmers tienen una gran capacidad de trabajo. Además, los suelos estaban secos, por lo que las condiciones no son negativas”, detalló.
El trigo argentino vuelve a ilusionar
Respecto al trigo, Romano proyectó un leve incremento de superficie en la próxima campaña. Esto se suma a buenas perspectivas en las regiones productoras del Mar Negro, EE.UU. y Europa. En Argentina, si bien aún circula mucho trigo de la campaña anterior, se espera que la producción supere las 20 millones de toneladas.
Este dato es relevante, ya que permite vislumbrar una oferta robusta en el segundo semestre, aunque condicionada a lo que suceda con las políticas domésticas y el acceso a insumos clave para el cultivo.
Coberturas, estrategia y lo que viene
En un entorno tan volátil, la cobertura aparece como una herramienta clave para tomar decisiones comerciales con menor exposición al riesgo. Romano recomendó a los productores que tengan soja disponible para vender durante el pico de cosecha, “que se cubran ahora”, pero para quienes puedan esperar, “conviene dejar pasar este momento, aunque con el riesgo de que el 30 de junio suban los derechos de exportación”.
En el caso del maíz, la lógica es distinta. El mercado está ajustado y seguirá así hasta que llegue el grano de Estados Unidos. “Podemos darnos el lujo de esperar un poco más. Pero a mediano plazo, el precio debería corregir a la baja”, anticipó el experto.
