El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reactivó la tensión comercial global al anunciar que su gobierno aplicará aranceles del 30% sobre las importaciones agrícolas y de otros sectores provenientes de México y la Unión Europea a partir del próximo 1° de agosto.
El anuncio llega en un momento clave para las agroexportaciones europeas y mexicanas, que dependen en gran medida del mercado estadounidense. Según datos oficiales, el flujo comercial de alimentos, bebidas y materias primas agrícolas entre EE.UU. y la UE superó los 40 mil millones de dólares en 2024, mientras que el comercio agropecuario con México sostiene cadenas de valor transfronterizas que abastecen a la industria alimentaria y al consumidor final.
En su carta a la Unión Europea, Trump justificó la decisión por el déficit comercial que, según sostuvo, amenaza la seguridad nacional. En paralelo, en su mensaje a México acusó al gobierno de no hacer lo suficiente para contener el narcotráfico, pese a reconocer avances en materia migratoria.
El agro europeo, en el centro de la disputa comercial
La Unión Europea exporta hacia Estados Unidos una amplia gama de productos agroalimentarios: vinos, quesos, aceites, carnes procesadas, productos lácteos y conservas. Estos bienes integran un portafolio que, además de generar divisas, sostiene miles de empleos rurales e industriales en países como España, Francia, Italia y Alemania.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que la UE responderá con contramedidas proporcionales si Washington no retrocede. La funcionaria remarcó que la prioridad será proteger a los productores europeos, quienes ya enfrentan sobrecostos logísticos y competencia internacional feroz.
El nuevo arancel del 30% se suma a la amenaza previa de tarifas del 20% e incluso del 50% sobre sectores estratégicos como automóviles y acero. Hasta ahora, la negociación mantenía suspendidos los aumentos, pero el anuncio de Trump deja en suspenso cualquier acuerdo.
El comercio agrícola europeo también se apoya en regulaciones fitosanitarias y certificaciones de denominaciones de origen. Varios analistas advierten que las medidas de Trump podrían restringir el ingreso de productos con alto valor agregado, alterando los precios internos y desincentivando la inversión en el campo europeo.
México busca proteger exportaciones de alimentos y agroindustria
El impacto sobre México también genera fuerte inquietud en los productores y agroexportadores. Estados Unidos es el principal destino de las ventas externas mexicanas de tomate, aguacate, berries, cerveza, carne de cerdo y azúcar, todos productos que alimentan cadenas de suministro integradas y emplean a millones de trabajadores.
Tras conocerse el anuncio, la Cancillería y la Secretaría de Relaciones Exteriores de México emitieron un comunicado conjunto para rechazar la medida. El gobierno mexicano recordó que ambos países avanzaban en conversaciones sobre migración, seguridad fronteriza y comercio agrícola.
México reclamará en las próximas semanas negociaciones urgentes. El gran interrogante es si los productos que cumplen con el T-MEC quedarán exentos de los nuevos aranceles. Por ahora, la Casa Blanca confirmó que Canadá sí conservará esa exención, pero no aclaró qué ocurrirá con México.
La industria alimentaria estadounidense también podría sufrir disrupciones, ya que muchas plantas procesadoras dependen de insumos agropecuarios mexicanos. “Estos aranceles no solo castigan a productores de un lado de la frontera, sino que encarecen la canasta básica y afectan la competitividad del agro norteamericano”, señalaron dirigentes del Consejo Nacional Agropecuario.
Impactos sobre precios y estabilidad de los agronegocios
Los expertos advierten que los aranceles, si se concretan, tendrán efectos directos:
Aumento de costos en la importación de insumos y alimentos terminados.
Reducción de márgenes en agroexportadores que ya enfrentan precios internacionales presionados.
Riesgo de represalias, que podrían cerrar mercados clave para la producción agrícola de EE.UU.
Douglas Holtz-Eakin, exdirector de la Oficina de Presupuesto del Congreso, explicó que los anuncios revelan la ausencia de negociaciones serias y colocan a todos los actores en un escenario de incertidumbre. “Cada país está planificando cómo blindarse ante un esquema comercial más imprevisible. Esto no es bueno para nadie, mucho menos para el agro”, advirtió.
En 2024, el superávit comercial de bienes de la Unión Europea con EE.UU. superó los 200 mil millones de dólares, pero el saldo final se moderó a 59 mil millones si se cuentan los servicios. Pese a ello, Trump decidió intensificar la ofensiva proteccionista.
La amenaza de una escalada arancelaria ocurre mientras la demanda global de alimentos muestra signos de desaceleración por la inflación y la volatilidad cambiaria. Para miles de productores, la perspectiva de perder acceso preferencial al mercado estadounidense se convierte en un factor de enorme preocupación.
Un futuro incierto para el comercio agropecuario internacional
El agro siempre ha sido un sector sensible frente a las tensiones comerciales. Estas medidas vuelven a colocar a agricultores, exportadores y consumidores ante el riesgo de un ciclo de represalias que podría encarecer los alimentos y debilitar inversiones.
Si no se logra un acuerdo antes de agosto, el conflicto marcará un nuevo capítulo de incertidumbre en el comercio agrícola mundial. La próxima cosecha de exportación podría enfrentar un entorno de sobrecostos, reglas cambiantes y menor previsibilidad, en un momento en que muchos países luchan por estabilizar sus economías rurales.












