En los últimos días, hemos visto cómo se reinstaló con fuerza en la agenda pública el debate sobre la media res en nuestro país, en virtud de que entraría en vigencia de la nueva normativa sobre el tema, el 1° de noviembre, pero luego fue pospuesta nuevamente por el gobierno, hasta el 15 de enero.
Como Comisión de Ganadería de Federación Agraria Argentina coincidimos que se trata de un asunto que hay que abordar y resolver, sin embargo, nos alarma que se amplifique o se postergue ese debate pero que nadie hable de la prácticamente inexistente política ganadera nacional. Pareciera que buscan distraernos, pero quienes representamos a los productores no podemos permitirlo.
Porque mientras se entretiene a la sociedad y a parte del sector con este debate, no se habla y se sigue sin tomar medidas de fondo sobre los múltiples estándares sanitarios que tenemos, ni sobre las retenciones a las exportaciones de carne, ni se discute sobre la altísima carga impositiva que hace que casi un tercio del precio del kilo que se paga en góndola sean impuestos, o de la falta de transparencia en materia impositiva.
Tampoco se habla de los cupos de exportación, ni de los cortes prohibidos para comerciar al exterior, ni de cómo nos afectan los múltiples tipos de dólares que coexisten en el país, que hacen que los productores no sepamos cómo seremos afectados; sólo sabemos que compramos insumos en dólares y que vendemos en pesos, en un mercado interno completamente deprimido por el enorme impacto de la inflación y la crisis económica que padecen los argentinos, nuestros principales compradores.
La ganadería argentina está atravesada por la profunda debacle económica que vive el país. Paradójicamente, somos en el mundo el país de la carne, y sin embargo cada día hay más pobres e indigentes en Argentina para quienes consumirla es un imposible. Y eso no es por culpa de los productores, que invertimos, trabajamos y producimos en condiciones de enorme incertidumbre. Es responsabilidad de una gestión que no logra frenar la inflación ni controlar a los formadores de precios.
Así, mientras el gobierno ganó elecciones prometiendo que volvería el asado, asistimos al triste escenario de que estemos en los peores valores históricos de consumo de carne, mientras que los ganaderos nos fundimos.
Por eso pedimos que, tal como piensan rápido y se hacen anuncios grandilocuentes y rimbombantes, con el único objetivo de captar dólares para tapar agujeros de la política, sería importante que el gobierno nacional de una vez establezca políticas públicas para todos los productores en general y para la ganadería en particular, que den respuesta a las demandas de los productores ganaderos que no queremos fundirnos.
Por el contrario, queremos seguir produciendo la carne argentina que nos enorgullece, que es parte de nuestra identidad y de nuestro ser nacional. Sin condiciones, sin previsibilidad y sin un plan, cada día se torna más difícil, más allá de nuestros esfuerzos en soledad.