Daniel Miralles y Betina Kruk, coordinadores técnicos de A Todo Trigo, oficiaron de maestros de ceremonias de un panel de lujo conformado por Roberto Fernández Aldúncin, Federico Bert y Gustavo Slafer, quienes exploraron las claves de esta campaña, las nuevas demandas y la importancia de generar una épica de la producción.
Ya es un clásico: a lo largo de 20 años, A Todo Trigo lidera en excelencia de contenidos técnicos. La decimosegunda edición no podía ser la excepción y, por eso, convocó a los máximos especialistas. Daniel Miralles y Betina Kruk (FAUBA- CONICET) —históricos coordinadores técnicos de A Todo Trigo— oficiaron de presentadores de una mesa que tuvo por fin develar “Los nuevos horizontes de la producción del trigo”.
“Estamos en un momento de recarga de agua en el perfil hídrico”, sostuvo Miralles y explicó que, a diferencia del año pasado, hoy tenemos una ventaja porque la disponibilidad hídrica resulta fundamental para el éxito o fracaso del cultivo. “En el Este, el 60% del éxito del rendimiento del trigo está explicado por la cantidad de agua del perfil y en la zona oeste ese porcentaje sube casi al 80%. Tenemos buenas perspectivas para la campaña”, puntualizó.
Por otro parte, adelantó que va a ser un año fresco. Esta condición sumada a una excelente disponibilidad de agua va a favorecer al trigo y los cultivos de invierno. Aunque advirtió que un punto crítico sigue siendo la relación insumo/producto. “Si bien hubo señales del gobierno, los fertilizantes están, en general, por encima de los valores históricos entre el 9 y el 46 por ciento”, detalló.
En ese sentido, el coordinador académico de ATT explicó que si bien el consumo de fertilizante fue creciendo durante los años, tenemos el problema de que no producimos estos insumos. Y señaló que hay una oportunidad de lograr el autoabastecimiento de urea con la explotación de Vaca Muerta. Aunque remarcó que para ello es fundamental tener infraestructura en funcionamiento.
Luego, llegó el turno de Roberto Fernández Aldúncin (FAUBA- CONICET), quien se centró en la importancia de que el sector agroindustrial, más allá de erradicar el hambre, sea capaz de generar una “nueva épica de la producción”. Para ello, argumentó que la agronomía tradicional está siendo crecientemente cuestionada por diversos colectivos.
Fernández Aldúncin sostuvo que estas premisas muchas veces resultan de validez dudosa por “maniqueas” o “ideologizadas”. De esa manera, hace una diferencia entre “dato y relato”. De este modo, se coloca en la discusión pública diversas temáticas relacionadas con el aumento de la producción; la reducción del hambre y la pobreza; los peligros del uso de agroquímicos sintéticos; la necesidad de intensificar el uso de la tierra; la conveniencia de ampliar la diversificación del paisaje; los costos ambientales y sociales de la expansión del área cultivada, y el uso de organismos genéticamente modificados. El académico argumentó que estas visiones no se dan con argumentos científicos e instó al sector agropecuario a construir una épica genuina no basada en la publicidad, sino en una “convicción basada en la verdad”.
En este sentido sostuvo que el sector agropecuario comunica mal o no tiene una estrategia de comunicación. “Somos víctimas de la trivialización y el pensamiento de grupos. Tenemos que mejorar porque nos conviene, pero sobre todo porque es lo que corresponde”, enfatizó y concluyó que “no alcanza con tener razón. Hay que prestar atención al relato propio y ajeno”.
Las nuevas demandas por parte de los consumidores fue el tema que abordó Federico Bert (IICA). En ese sentido, sostuvo que por años “nos enfocamos en aumentar la producción y la eficiencia siendo relativamente indiferentes a lo que pasaba más allá de la tranquera y el país”. Y esto sucedía porque “no nos preguntamos cómo estaba hecho el producto porque nadie lo cuestionaba”.
No obstante, este paradigma cambió y hoy vivimos un momento protagonizado por un consumidor más exigente. Eso ha llevado a una reconfiguración de la demanda de alimentos con mayores requerimientos y exigencias. “Estamos en una época donde no sólo importa el ‘cuánto’ sino el ‘qué’ y ‘cómo’ producimos”, reveló y argumentó que, aunque no les guste a muchos, esta nueva realidad abre oportunidades comerciales para quienes sean capaces de aprovechar la coyuntura. “Donde hay una necesidad nace una oportunidad de negocio, independientemente si estoy o no de acuerdo con esas demandas. La gente quiere orgánicos, exige huella de carbono, producción sustentable y alimentos de mascotas de extrema calidad”, detalló.
Para Bert, hoy está empezando la era del Agro 4.0, donde la tecnología es el gran ordenador de la vida y donde la ecología y la sustentabilidad van a tener un lugar preponderante. “Hay un nuevo escenario agroecológico impulsado por el cambio ambiental y climático; no sabemos qué va a pasar pero habrá cambios. La sustentabilidad pasó a ser un eje central de la política y el sistema financiero internacional. En ese partido se define el futuro de gran parte de los argentinos”, remarcó.
Este nuevo escenario configura nuevos requerimientos, regulaciones crecientes y mercados emergentes- Por eso hay que ofrecer productos nuevos, especializados o con otros procesos que se adecuen a los requerimientos de los mercados emergentes. “Tenemos que tener una actitud proactiva y definir posicionamientos; en especial en los ámbitos internacionales, ya sean públicos y privados, nacionales, regionales y multilaterales. Transitamos un cambio de paradigma del ‘cuánto’ al ‘cómo’. A simple vista hay restricciones, pero detrás hay grandes oportunidades de negocios”, concluyó.
Finalmente, Gustavo Slafer (ICREA, España) realizó un análisis de la situación del trigo en el mundo en cuanto a la producción y la investigación. Para este académico, la importancia del trigo en el mundo es “descomunal” por su valor nutricional y destacó los “avances espectaculares” realizados en materia de rendimientos. “En los últimos años se han triplicado los rendimientos, hoy es muy difícil expandir el área agrícola y por eso hay un cambio enorme en la productividad”, explicó.
En este sentido, alertó que el trigo es un alimento crítico para la seguridad alimentaria. “Necesitamos aumentar la producción porque cada vez somos más ricos como humanidad; desde los países de más altos ingresos hasta los más pobres, la tendencia indica que proporcionalmente somos más ricos”. De ese modo, mientras más recursos disponga la población, el consumo de alimentos será mayor y con más exigencias de calidad.
Por eso, sostuvo la importancia de los insumos a la hora de maximizar e intensificar las producciones en áreas más limitadas, y sobre todo, la creciente relevancia de la aplicación de conocimientos. Para ellos es fundamental la inversión en investigación y desarrollo para obtener cultivares e insumos más eficientes.
Los principales concepto de Daniel Miralles: