Cada 8 de octubre se conmemora en la Argentina el Día del Trabajador Rural, en homenaje al natalicio de Juan Domingo Perón, impulsor del Estatuto del Peón de Campo de 1944. Aquella norma marcó un antes y un después al reconocer por primera vez los derechos laborales de quienes trabajaban en las zonas rurales. Ocho décadas más tarde, sin embargo, buena parte de esas conquistas se encuentra en riesgo o directamente incumplida.

Para José Voytenco, secretario general de la Unión Argentina de los Trabajadores Rurales (UATRE), el panorama actual de los trabajadores del sector productivo combina precariedad, desempleo y desigualdad. Aunque el agro sigue siendo uno de los sectores más dinámicos de la economía argentina, el dirigente advirtió que sus beneficios no alcanzan a quienes sostienen la producción con su esfuerzo diario. Los peones rurales, afirmó, continúan siendo “socios de las pérdidas, pero no de las ganancias”.

La informalidad laboral sigue siendo uno de los mayores desafíos. Miles de trabajadores se mantienen fuera del sistema de seguridad social, sin aportes jubilatorios ni cobertura médica. En este sentido, destacó en diálogo con Palabra de Campo que “la UATRE impulsa desde hace años un plan de fiscalización nacional para regularizar esa situación, pero el avance es lento y desigual. En las economías regionales, donde el empleo es estacional y la demanda de mano de obra fluctúa con las cosechas, la situación se agrava”.

Otro de los puntos que complica la situación de los trabajadores del campo es que acaba de caer el decreto 514/2021, que establecía la compatibilidad de los planes sociales con el trabajo rural registrado y temporario. Sobre este decreto existía una prorroga pero dejo de tener vigencia el pasado mes de septiembre.

La caída de este decreto amenaza con aumentar el trabajo no registrado. Muchos trabajadores prefieren seguir en la informalidad antes que perder la asistencia estatal que les garantiza un ingreso mínimo. Sin una prórroga o una ley que reemplace esa medida, el riesgo es que el empleo rural formal siga en retroceso, especialmente en provincias del norte y del Cuyo, donde las cosechas de corta duración son la principal fuente de ingresos.

Otra de las advertencias que hizo Voytenco se centra en la situación actual de las economías regionales. Según el dirigente, la falta de políticas públicas sostenidas y la competencia desleal de países vecinos están provocando un repliegue productivo que impacta de lleno en las familias rurales. El caso de la yerba mate es uno de los más preocupantes: sin conducción en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), el sector opera sin rumbo. Los productores locales enfrentan precios que no cubren los costos, mientras Brasil y Paraguay aumentan su producción y desplazan a la industria argentina del mercado. En este contexto, los tareferos —los trabajadores que recolectan la hoja— perciben algunos de los salarios más bajos del país.

Al ser consultado sobre la realidad de los trabajadores en otros sectores, Voytenco precisó que la situación no es muy distinta en otras actividades. La apertura de importaciones afecta a los pequeños productores, reduce la rentabilidad de las pymes agroindustriales y genera el cierre de plantas que antes garantizaban empleo estable. En muchas regiones del país, el trabajo rural dejó de ser un sostén familiar y se convirtió en una ocupación temporal, marcada por la incertidumbre.

Frente a este panorama, Voytenco explicó que la UATRE y el RENATRE desarrollan estrategias para sostener el empleo y mejorar la competitividad. Uno de los proyectos más relevantes es el programa “Práctica laboral sostenible”, que capacita a trabajadores y certifica a empresas bajo estándares internacionales de trazabilidad laboral. Esta certificación busca garantizar que las producciones argentinas cumplan con los requisitos de sostenibilidad exigidos por la Unión Europea y otros mercados.

Para Voytenco, el trabajo conjunto entre gremio y productores es indispensable para evitar que el país quede rezagado en un contexto global cada vez más exigente. “Si no se cumple con la trazabilidad laboral, los productores quedarán fuera del mercado y los trabajadores perderán su fuente de ingreso”.

Con más de cuatro décadas de experiencia sindical, Voytenco consideró que la recuperación del empleo rural requiere una nueva etapa de diálogo entre todos los actores del sector. Propone la creación de una mesa conjunta entre la UATRE y la Mesa de Enlace para definir políticas productivas que incluyan a los trabajadores. “El campo no puede dividirse entre quienes producen y quienes trabajan. Ambos son parte del mismo motor”, sostiene.

El dirigente también destacó la necesidad de fortalecer las leyes existentes y asegurar su cumplimiento. A su juicio, el marco legal argentino es uno de los más avanzados del continente, pero su aplicación es irregular. En muchos países, recuerda, los trabajadores rurales todavía no cuentan con vacaciones pagas ni protección social. Aquí “tenemos un modelo sindical que marcó la diferencia, pero falta voluntad política para que esas conquistas se traduzcan en una mejora real en la vida de la gente”.

Para el titular del gremio de los trabajadores, el Día del Trabajador Rural debería servir no solo para celebrar los derechos conquistados, sino también para revisar las deudas pendientes, ya que “el campo argentino genera miles de millones de dólares, pero esa riqueza todavía no se refleja en los hogares rurales. La desigualdad es el verdadero desafío de nuestro tiempo”.