A sala llena en La Rural, Diana Mondino sorprendió con su reaparición pública en el marco del XXXIII Congreso de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid). Invitada para debatir sobre el nuevo mapa del agro global, compartió escenario con Fernando Mattos, exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca de Uruguay, en una charla moderada por Ignacio Garciarena.
Durante su intervención, Mondino apuntó contra las normativas ambientales impuestas desde el exterior que no consideran las particularidades productivas de países como Argentina. “No puede ser que una misma normativa sea una cosa en Europa y otra en Argentina”, sostuvo, y denunció la existencia de una “doble vara” en la aplicación de estándares internacionales.
Tratados con dientes, aranceles sin lógica y normas que encarecen al agro
En diálogo con productores y técnicos, Mondino y Mattos repasaron la actualidad geopolítica del agro sudamericano. Se refirieron a la reciente imposición por parte de Donald Trump de aranceles del 50% sobre productos brasileños, como carne, cobre y café, y alertaron sobre el impacto regional que tienen este tipo de medidas unilaterales.
Mondino insistió en que es necesario crear tratados internacionales con mecanismos reales de cumplimiento. “Los dirigentes se van, las instituciones quedan. Y el agro también queda. No podemos depender de decisiones estomacales”, advirtió.
Ambos coincidieron en que los organismos multilaterales como la OMC han perdido fuerza, ya que basta con el veto de un solo país para frenar años de negociaciones. En ese contexto, pidieron repensar las reglas de juego global para que no castiguen a los productores del sur.
“No podemos aplicar la misma norma a una isla de Indonesia y a la Mesopotamia argentina”
Mondino fue especialmente crítica con los criterios internacionales de deforestación, ejemplificando que en Europa se considera deforestación la afectación de apenas cinco metros cuadrados. “Esa vara no se puede aplicar en campos de cientos de hectáreas. No es serio”, afirmó.
Pidió que las restricciones ambientales sean voluntarias, adaptadas a la región y construidas con conocimiento técnico. Mencionó el caso de la Mesopotamia, con su fuerte impronta forestal, y lo contrastó con los pastizales de La Pampa: “No podemos imponer las mismas reglas a todo el país”.
Normas, costos y representantes que no conocen el campo
Uno de los momentos más enfáticos de su intervención fue cuando cuestionó que muchos representantes argentinos en foros internacionales desconocen la realidad del campo. “Tenemos que educar a nuestros funcionarios. Muchos no entienden la trazabilidad, los márgenes productivos, ni las normativas que ya cumplimos. Así es difícil defender posiciones coherentes”, lamentó.
También criticó la fragmentación normativa y el encarecimiento que implican exigencias ambientales sin sustento técnico. “Aceptar normas internacionales implica aceptar todo el paquete, no sólo lo que le conviene a los que imponen”, remató.
Diana Mondino volvió al ruedo político en un escenario estratégico, enviando un mensaje claro: el agro argentino necesita reglas claras, coherentes y adaptadas a su realidad productiva. Su frase central —“No puede ser que una misma normativa sea una cosa en Europa y otra en Argentina”— sintetiza el reclamo por equidad normativa y la defensa de un sector que busca competitividad en un mundo cada vez más exigente.












