La hacienda en Argentina atraviesa un momento crítico. Con una oferta abundante y un consumo que no termina de repuntar, los precios se han quedado congelados en el mercado interno. Este panorama complica tanto a productores como a los eslabones de la cadena que dependen de un equilibrio para asegurar la rentabilidad.
¿Qué está pasando con los precios?
Las cifras hablan por sí solas. Novillos, novillitos y vaquillonas, categorías fundamentales en el mercado, han sufrido una baja del 17% al 19% en lo que va del año en términos reales. Esto significa que, aunque el precio nominal puede haber tenido algún ajuste, en términos de poder adquisitivo la caída es considerable. Este retroceso en los precios responde en gran parte a la falta de demanda por parte de los consumidores argentinos, quienes están sintiendo la presión de la pérdida de poder adquisitivo.
El consumo de carne, tradicionalmente alto en el país, se encuentra en niveles limitados. Ante la suba general de precios, muchos optan por reducir sus compras o buscar alternativas más económicas, lo que termina deprimir la demanda de carne vacuna. Este comportamiento no solo afecta a los precios actuales, sino que también incide en la proyección a futuro, ya que no hay señales claras de una recuperación sólida en el corto plazo.
La presión del feedlot y el encierre
Otro de los factores clave en este estancamiento de precios es el rol de los feedlots. Si bien se ha registrado una leve baja en el stock de ganado encerrado, el nivel de encierre sigue siendo elevado. Esto significa que, aunque algunos establecimientos hayan reducido su volumen de producción, el mercado no se libera de la presión de una oferta constante que supera la demanda actual.
Los feedlots juegan un papel doble en esta situación: por un lado, representan una fuente importante de oferta de hacienda terminada, y por otro, marcan el ritmo de los precios de la hacienda en pie. Al mantener una producción alta, aunque haya una leve disminución, la presión sobre los precios persiste y limita la posibilidad de un repunte en el valor de la carne.
Efecto de la oferta en el mediano plazo
Con una oferta abundante en el mercado, la presión a la baja en los precios continúa. Sin embargo, este exceso de oferta puede traer consecuencias en el mediano y largo plazo. Los productores enfrentan el dilema de continuar aumentando la oferta para cubrir costos, a pesar de la baja rentabilidad, o reducir la producción con el riesgo de afectar sus ingresos y estabilidad financiera.
Por otro lado, algunos analistas advierten que este panorama de oferta elevada podría llevar a una saturación del mercado, generando un ajuste de precios aún más severo si el consumo no se recupera a tiempo. Esto podría implicar un escenario complejo donde, ante la falta de demanda local, los productores se vean obligados a volcar su producción a mercados de exportación con condiciones menos favorables.
¿La exportación como alternativa?
La exportación siempre ha sido un factor de salvataje para el sector de la carne argentina. Sin embargo, en el contexto actual, los productores enfrentan algunos obstáculos adicionales. Si bien el mercado internacional mantiene una demanda sostenida de carne argentina, la competencia con otros proveedores, los costos de exportación y la fluctuación de precios internacionales se suman a los desafíos internos.
Además, el contexto económico global y las tensiones comerciales han llevado a varios mercados internacionales a restringir sus importaciones o a buscar acuerdos con otros países productores, lo que reduce las oportunidades para los exportadores argentinos. En este sentido, los productores se encuentran en una encrucijada: el mercado local no absorbe toda la oferta y el mercado internacional presenta desafíos.
¿Qué esperan los productores?
La incertidumbre domina el ambiente entre los productores. Mientras algunos esperan un ajuste en la oferta que permita a los precios recuperarse, otros consideran que el mercado de hacienda necesita medidas de apoyo para estimular el consumo local y fortalecer el sector. Sin embargo, estas medidas requieren de una política activa que favorezca tanto al consumidor como al productor sin afectar el equilibrio general del mercado.
Por ahora, los productores se encuentran en modo de espera, evaluando si reducir la producción o redoblar la apuesta en el mercado internacional. Sin señales claras de una mejora en el consumo interno, las perspectivas de corto plazo no son optimistas. Aun así, la esperanza de un repunte de precios sigue presente, especialmente si el encierre en feedlots se estabiliza y el consumo muestra una leve recuperación en los próximos meses.