El pronóstico de un invierno 2024 frío les daba certeza a los especialistas de que esta campaña no iba a ser favorable a la chicharrita (Dalbulus maidis) como sí lo fue la pasada, donde se conjugaron un clima benigno y tres años de sequía. Sin embargo, esa confianza estaba más arraigada para la zona central del país, mientras que en el NOA quedaban signos de pregunta.
Ahora, los resultados de las trampas de monitoreo de estos días están trayendo una excelente noticia: muestran que las heladas que se dieron a fines de junio y primeros días de julio diezmaron las poblaciones Dalbulus maidis en zonas del NOA que habían sufrido ataques descomunales de este insecto, como el sur y el este de Tucumán.
“La ola polar reseteó el sistema”
Alejandro Vera, investigador de la sección Zoología Agrícola de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), se encuentra analizando semanal y quincenalmente las trampas cromáticas instaladas, a las que las chicharritas se acercan y quedan pegadas. “Hay dos zonas muy complejas en la Argentina, que yo llamo ‘las puertas del infierno’, porque son los lugares que han tenido mayor incidencia y donde prácticamente el productor no cosechó: una es Los Altos, en el sur de Tucumán y Catamarca, y la otra es San Justo, en el norte de Santa Fe. Estamos estudiando la dinámica poblacional en estas zonas desde el año pasado, y hoy la presencia de chicharritas es cero, cuando en abril había 2.000 por trampa”.
El investigador cuenta que si bien tenían antecedentes en la bibliografía sobre cómo las bajas temperaturas impactan en estos insectos, que son ectotérmicos (incapaces de regular su propia temperatura), ahora están obteniendo pruebas empíricas locales de cómo actúa. “En Los Altos hubo heladas de muy alta intensidad para esta zona: a partir del 7 y 8 de julio se registraron -5 °C por lo menos durante 7 horas. Lo mismo pasó en San Justo, donde también están encontrando cero capturas en las trampas. Entonces empezamos a entender que las heladas están reseteando el sistema”.
Según Vera, además del umbral térmico vital, están encontrando que heladas no tan intensas pero que se mantienen por varios días generan un impacto similar.
Esto se repite también hacia el este, otra zona que fue problemática. “Por ejemplo, en Isca Yacu, Santiago del Estero, hasta la segunda quincena de junio nosotros capturábamos en promedio 250 chicharritas por trampa. Los días 26, 27 y 29 de junio se produjeron heladas con -1 °C, pero el día 30 se produjo una -de 2,5 °C, y a la semana siguiente la población cayó a 20, es decir, 92%. Estos datos nos colocan en otro escenario que el de hace un mes: se empieza a barajar y dar de nuevo y la plaga arranca con alta desventaja”.
Maíces guachos, también arrasados
Las heladas no solamente mataron a las chicharritas, sino también a los maíces a punto de brotar, llamados voluntarios o guachos, sensibles a las bajas temperaturas. De esa manera, no hará falta que los productores hagan control químico en barbecho: “Pueden guardar esa bala de plata quizás para antes de implantar si van a hacer una siembra de primera”, sostiene Vera. “La temperatura está contribuyendo muchísimo en el sistema, porque se pensaba que iba a haber un gran remanente de Dalbulus maidis, pero las poblaciones se están diezmando y también el maíz guacho, que es el foco de inóculo, porque este insecto solamente se alimenta de y se reproduce en maíz”
De todos modos, a no descuidarse
Pese a la excelente noticia, el especialista dice que no hay que relajarse en el monitoreo. “Si cambia la condición y empieza a brotar maíz, hay que controlar: el potencial reproductivo del Dalbulus no permite descuidarse. Pero que haya un remanente nulo o mucho menor gracias a la temperatura no es lo mismo que encarar una plaga que ha crecido mucho.
Esa es una enseñanza que nos quedó. El año pasado, pensábamos que 5 chicharritas eran poco, pero tienen un crecimiento exponencial: 5 se transforman en 50 en una semana, en 250 a las dos semanas, y en más de 1.000 al mes. Por eso nunca debemos dejar de estar atentos. Brasil, que tiene Dalbulus desde hace años, basa el éxito de su manejo en mantener baja la población”.
Desde hace unos meses, con la aparición de la plaga de Dalbulus maidis y el complejo de achaparramiento del maíz que transmite, Maizar está coordinando la Red Nacional de Trampas de Monitoreo en 450 puntos del país, en un trabajo mancomunado con la Estación Experimental Obispo Colombres, el INTA, Aapresid, CREA, la AAPCE y la UNNOBA.
Se trata de trampas cromáticas adhesivas, con el propósito de obtener información sobre la dinámica poblacional y la infectividad de esta plaga en las diferentes regiones productoras de maíz del país, para ponerla gratuitamente a disposición de los distintos actores involucrados.