Pese a su elevada prevalencia, se estima que solo 3 de cada 10 pacientes que presentan incontinencia urinaria consultan con un especialista para recibir tratamiento: la falta de información, la normalización del problema y la vergüenza de abordarlo son las principales razones por las cuales muchas personas no buscan ayuda médica.
Así lo afirmaron especialistas del Centro Argentino de Urología (CAU) en el marco del Día Internacional de la Incontinencia Urinaria, que se conmemora este viernes.
“Estamos hablando de un trastorno de la capacidad de controlar la vejiga que provoca pérdida involuntaria de orina. Puede presentarse de manera ocasional, con pérdidas leves al reír o estornudar, o que impidan llegar a tiempo al baño. A pesar de que aumenta su frecuencia después de la menopausia, puede suceder a cualquier edad. La buena noticia es que existen diversas estrategias médicas que pueden mejorar la sintomatología y permitir una mejor calidad de vida”, afirmó la Dra. Paula Grinstein, médica uróloga de CAU.
La incontinencia urinaria puede clasificarse en distintos tipos, entre los que se destacan la incontinencia de esfuerzo, que ocurre al realizar actividades que aumentan la presión sobre la vejiga, como toser o levantar objetos pesados y la incontinencia de urgencia, se caracteriza por una necesidad repentina de orinar que no puede posponerse. En muchos casos, ambas pueden coexistir, lo que se denomina incontinencia mixta.
Además, existen otras formas, como la incontinencia por rebosamiento, que impide el vaciado completo de la vejiga, y la incontinencia funcional, que afecta a quienes tienen dificultades físicas o cognitivas para acceder a un baño a tiempo.
Entre los factores de riesgo más comunes para el desarrollo de incontinencia en mujeres, se encuentran los embarazos y los cambios hormonales de la menopausia.
“El debilitamiento del suelo pélvico y las fluctuaciones hormonales pueden predisponer a la incontinencia urinaria; en cambio los hombres suelen presentar incontinencia principalmente por la edad, por causa prostática o por cirugías previas. No obstante, cada caso es distinto y el tratamiento debe personalizarse para lograr una mejoría efectiva”, explicó la Dra. María Belén Maza, médica uróloga del CAU, especialista en Incontinencia.
Por su lado, el Dr. Norberto Bernardo, Director del Centro Argentino de Urología, señaló: “El abordaje terapéutico depende de la gravedad del cuadro. En etapas iniciales, se recomienda fortalecer la musculatura del suelo pélvico mediante ejercicios específicos y terapias de rehabilitación con dispositivos de estimulación electromagnética. Estos tratamientos contribuyen a la recuperación del tono muscular y permiten mejorar el control de la vejiga”.
“En casos más avanzados se pueden emplear fármacos o procedimientos quirúrgicos, como la colocación de mallas de refuerzo para brindar soporte a la vejiga. También existen opciones como la reeducación vesical a través de un esquema de horarios programados para orinar y la estimulación nerviosa para mejorar la respuesta del sistema urinario”, agregó el Dr. Bernardo, quien también es Profesor Titular de la Cátedra de Urología de la Universidad de Buenos Aires y jefe del Servicio de Urología del Hospital de Clínicas José de San Martín (UBA).
Muchas personas pueden sentirse incómodas al hablar de esta condición con su médico, pero hacerlo es clave para encontrar soluciones. Ignorar el problema puede limitar la vida social y aumentar el riesgo de complicaciones, especialmente en adultos mayores, donde la urgencia por llegar al baño puede provocar caídas y otras lesiones. Además, la incontinencia urinaria podría ser un síntoma de una afección subyacente que requiera tratamiento oportuno.
La concientización es clave para cambiar la percepción sobre este problema. “Es fundamental que tanto hombres como mujeres sepan que la incontinencia urinaria tiene soluciones y no debe asumirse como una condición inevitable con la edad”, concluyó la Dra. Grinstein.
Desde el CAU, los especialistas recomiendan acudir al urólogo ante cualquier síntoma. Un diagnóstico temprano permite acceder a una variedad más amplia de opciones terapéuticas y mejora considerablemente los resultados.