El sector agroexportador atraviesa un mes atípico. Tras el récord absoluto de julio, con US$ 4.102 millones ingresados al país, agosto muestra una brusca caída en la liquidación de divisas, que se proyecta en apenas US$ 1.500 millones, lo que implica un retroceso del 63,4% en relación con el mes previo.
Los números se explican por un fenómeno puntual: en junio y julio hubo un fuerte anticipo de ventas debido a la vigencia de una rebaja temporal de retenciones que venció el 30 de junio. Ese esquema disparó operaciones extraordinarias y trasladó al primer semestre parte de los dólares que, en condiciones normales, hubieran ingresado entre agosto y septiembre.
Este desfasaje genera ahora un bache que, más allá de estar previsto por los analistas, prende luces de alerta en un contexto de alta sensibilidad cambiaria y presión sobre las reservas internacionales del Banco Central.
Para entender el desplome de agosto hay que mirar hacia atrás. En junio, el Gobierno había lanzado un beneficio transitorio para las exportaciones agrícolas: la reducción momentánea de los Derechos de Exportación (DEX). La medida generó un verdadero aluvión de ventas. Ese mes, las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE)alcanzaron 23,5 millones de toneladas, una cifra excepcional que adelantó negocios previstos para más adelante. Como consecuencia, en junio ingresaron US$ 3.706 millones, el mejor dato desde que existen registros.
La inercia se mantuvo en julio, cuando la agroexportación liquidó US$ 4.102 millones, récord absoluto en más de dos décadas. Este ingreso fue un 57% mayor al del mismo mes de 2024 y un 10% superior a junio de 2025. Con semejante antecedente, los especialistas ya anticipaban que agosto mostraría una contracción marcada, al haberse concentrado la mayor parte de las operaciones en los dos meses previos.
De acuerdo con datos de la consultora RIA en base a la Secretaría de Agricultura, hasta el 21 de agosto las DJVE sumaban apenas 2,25 millones de toneladas, muy por debajo de los niveles recientes. El detalle muestra que el trigo lidera con 858.000 toneladas, seguido por la soja en poroto con 416.000 toneladas y la harina de soja con 397.000 toneladas. El maíz, prácticamente ausente, apenas registró 66.000 toneladas. En el complejo aceitero, se anotaron 102.000 toneladas de aceite de girasol y 92.000 toneladas de aceite de soja.
Según el analista Javier Preciado Patiño, “si la exportación tuviera que comprar todo el grano que va a procesar o embarcar en agosto, no necesita más que ese monto”, en alusión a que la operatoria actual responde a la lógica de la disponibilidad y a la falta de urgencia por liquidar divisas tras el adelantamiento previo. El especialista calcula que la liquidación final de agosto rondará los US$ 1.150 a 1.500 millones, lo que marca un quiebre drástico respecto de los casi US$ 8.000 millones ingresados entre junio y julio.
El bache en la liquidación de divisas llega en un momento delicado para la política económica. El Banco Central depende del ingreso de dólares del agro para reforzar reservas y contener la brecha cambiaria. En junio y julio, la abundancia de divisas permitió cierto alivio: el dólar oficial mantuvo estabilidad y los tipos de cambio financieros incluso retrocedieron. Pero agosto plantea un escenario distinto: menos oferta de divisas implica mayor presión sobre la demanda y sobre la capacidad oficial de sostener la calma cambiaria.
Causas de la caída y perspectivas hacia fin de año
La explicación central radica en la ventana de oportunidad que se abrió hasta fines de junio. El beneficio transitorio en las retenciones llevó a los productores a vender de manera anticipada gran parte de sus granos, adelantando la liquidación de dólares. Una vez vencido el plazo, la presión por vender se desinfló.
A esto se suma un cambio en el régimen de liquidación: desde el 31 de julio, se volvió al esquema habitual, con pago de retenciones a los cinco días pero con la posibilidad de liquidar divisas hasta 30 días después del embarque. Este ajuste redujo la urgencia por ingresar dólares de manera inmediata.
También influyó el fin de los incentivos fiscales. La decisión del presidente Javier Milei de fijar un esquema permanente de retenciones —26% para la soja y 9,5% para maíz, trigo y sorgo— otorgó previsibilidad, pero también quitó el apuro que había dominado los meses anteriores.
El maíz, además, mostró un retraso en las registraciones, lo que llamó la atención de los analistas. La expectativa es que en septiembre aparezca un volumen mayor, cuando se concreten entre 9 y 12 millones de toneladas de exportaciones pendientes.
Más allá de la caída puntual de agosto, lo cierto es que todavía queda un volumen significativo de granos por comercializar. Según Bruno Todone, analista de AZ Group, en trigo restan 19 millones de toneladas entre la campaña 2024/25 y la 2025/26. En maíz, todavía no se colocaron 26,7 millones de toneladas, aunque buena parte tendrá destino interno para forraje. En soja, el saldo pendiente asciende a 29 millones de toneladas entre la campaña 2023/24 y la 2024/25.
Estos números muestran que la oferta potencial de divisas sigue siendo amplia, aunque el ritmo de liquidación dependerá de factores fiscales, del contexto cambiario y de la estrategia de los productores frente al escenario político.
Los analistas coinciden en que septiembre será un mes más activo en materia de exportaciones, sobre todo por el maíz. También destacan que la baja permanente de retenciones anunciada en la Exposición Rural de Palermo podría generar un nuevo flujo de ventas, aunque de manera más paulatina y sin el shock de junio.
La pregunta central es si la economía logrará atravesar el bache de agosto sin sobresaltos. El Gobierno apuesta a que el mercado entienda el fenómeno como una “compensación estadística” y no como una señal de debilidad estructural. En paralelo, el ojo está puesto en el clima y en la próxima cosecha de trigo y maíz, que marcarán la capacidad real de generación de divisas para el último trimestre del año.
Agosto complicado
Agosto quedará marcado como el mes de la contracara del récord. Tras un ingreso extraordinario de dólares en junio y julio, la liquidación de divisas se desplomó en agosto a niveles que parecen bajos, pero que en realidad responden al anticipo de ventas generado por un beneficio fiscal puntual.
La foto de corto plazo es preocupante porque reduce la oferta de dólares y pone presión sobre el tipo de cambio. Pero el panorama de fondo muestra que aún queda un volumen importante de granos por vender y que la economía sigue contando con la capacidad del agro como principal generador de divisas.
En un año atravesado por tensiones políticas y económicas, el sector agroexportador vuelve a confirmar su papel estratégico: la evolución de la liquidación de divisas marcará el pulso de la estabilidad cambiaria en los próximos meses.












