La última semana de julio dejó una postal alentadora para el agro argentino. Las lluvias generalizadas, que abarcaron prácticamente toda el área agrícola, cambiaron el tono de la campaña de trigo y permitieron cerrar con mejores perspectivas la cosecha de los cultivos de verano. En el corazón de la región núcleo y en sectores del norte argentino, las precipitaciones no solo consolidaron el perfil hídrico para el cereal invernal, sino que también contribuyeron a sostener la buena performance del maíz y el sorgo.
Según el informe difundido por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires con datos al 30 de julio, la siembra de trigo ya cubre el 98,3% del área proyectada, que se mantiene en 6,7 millones de hectáreas. Con un avance intersemanal de 2,4 puntos porcentuales, la implantación llega a su tramo final con un escenario hídrico que, en gran parte del país, se describe como adecuado a óptimo para el 78,7% del área sembrada. En paralelo, el 96,9% del trigo se encuentra en condición de cultivo de normal a excelente, un dato que aporta confianza para lo que viene.
Si bien en sectores del norte —como el centro de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes— las lluvias fueron más intensas y provocaron ciertos excesos que afectaron el stand de plantas, la mayoría de los lotes mantiene un desarrollo saludable. A nivel fenológico, apenas el 3,8% del cereal se encuentra en encañazón o etapas más avanzadas, lo que indica que la mayoría de los cultivos aún está en fases vegetativas y tiene margen para capitalizar las mejores condiciones hídricas.
El maíz se afianza con rindes que sostienen la proyección de 49 millones de toneladas
Mientras tanto, la cosecha de maíz con destino a grano comercial sigue su curso. Al cierre de julio, las labores alcanzaban el 88% del área nacional, con un rendimiento promedio que se mantiene en 72,3 quintales por hectárea. La provincia de Córdoba, una de las principales productoras, muestra cifras superiores a la media. En el centro-norte cordobés, los rindes promedian los 80,5 qq/Ha, mientras que en el sur aún queda un 14% del área por cosechar, con un rendimiento acumulado de 74,3 qq/Ha.
En Buenos Aires, en cambio, se registran algunas demoras, sobre todo en las zonas centro y sur, donde incluso restan por recolectar lotes de siembras tempranas. Aun así, los rindes relevados hasta el momento están dentro de los parámetros esperados y no comprometen la proyección de producción nacional, que se mantiene firme en 49 millones de toneladas.
Este desempeño positivo se da en un contexto de precios internacionales más firmes y un tipo de cambio en alza, lo que impulsa nuevas decisiones comerciales entre los productores. En julio, ya se percibía una reactivación de las Declaraciones Juradas de Ventas al Exterior (DJVE), y con el nuevo régimen de retenciones anunciado por el Gobierno, podrían destrabarse ventas por miles de millones de dólares.
El sorgo da la sorpresa: se revisa al alza la producción por buenos rindes en zonas tardías
Otro cultivo que cerró julio con buenas noticias fue el sorgo granífero, que en los últimos 15 días mantuvo un ritmo de cosecha sostenido, especialmente en el norte del país. Con el 95% del área ya recolectada, el rinde nacional se ubica en 35,3 qq/Ha, un valor por encima de lo previsto.
Lo llamativo es que los planteos tardíos del centro del área agrícola arrojaron resultados mejores de lo esperado, a pesar de haber atravesado momentos de fuerte estrés hídrico y térmico durante el final del verano. Esta resiliencia sorprendió a los técnicos y motivó una revisión al alza en la estimación de producción nacional. En consecuencia, la Bolsa de Cereales elevó la proyección en 100.000 toneladas, alcanzando las 3,1 millones de toneladas, un incremento del 3,3% respecto a la estimación anterior.
Este repunte del sorgo, además de mejorar el balance productivo de la campaña gruesa, revaloriza a este cultivo como opción estratégica en regiones con menor disponibilidad hídrica o para sistemas diversificados.












