Un tercio de la producción nacional de maíz se destina al mercado interno, donde dinamiza una economía que agrega valor, diversifica y produce desarrollo y arraigo en el interior. De ello dan cuenta empresas como Soychú, de Gualeguay, Entre Ríos; Porcap, en la bonaerense Daireaux, y Bio4, la productora de bioetanol que nació de la asociación de 26 productores de Río Cuarto, en Córdoba.
El hilo que las une, además del maíz, es que son del Interior, que en forma directa o través de sus asociados son familiares, y que apuestan a la integración vertical, la bioeconomía y, en algunos casos, a la economía circular.
Soychú es el segundo productor y vendedor de pollos del país, a un ritmo de 430.000 diarios. La firma nació en 1962, de la mano de dos inmigrantes italianos que decidieron diversificar sus negocios a partir de una carnicería. Primero fue un matadero de pollos, luego añadió la crianza propia y la producción de alimentos balanceados, después las reproductoras y más tarde los galpones de producción, que administran en forma directa o integrada. Más recientemente, sumaron el negocio de la genética, contó Franco Santángelo, presidente de la firma y segunda generación del emprendimiento.
El desafío, señaló Santángelo, es crecer en eficiencia y productividad para exportar, porque el mercado interno “ya no puede crecer mucho más”. Una de las necesidades es incorporar galpones de producción en forma integrada. “Para un productor de 500 hectáreas es una alternativa porque le brinda un ingreso extra cada dos meses y la posibilidad de usar capacidad ociosa, además de que puede utilizar la cama como fertilizante”, indicó.
Santiago Negri, director de Capelle Hnos., empresa integrante de Porcap, contó otra experiencia de integración vertical, a partir de la producción de cerdos. En el partido bonaerense de Daireaux, un grupo de empresas decidió agregar valor a la producción primaria. Arrancó en 2019 y produce carne de cerdo que mayoritariamente se faena en Cagnoli. El establecimiento también dio sus primeros pasos hacia la economía circular al instalar un biodigestor para tratar los purines y utilizarlos tanto para la producción de energía como para la fertilización.
En materia de economía circular, el emprendimiento que camina a pasos acelerados es el de Bioetanol Río Cuarto, más conocido como Bio4. Matías Turturro, jefe comercial de la firma, ubicó el origen en la sanción de la Ley de Biocombustibles, en 2006. A partir de los estímulos que brindaba la norma, un grupo de 26 productores de Río Cuarto decidió integrarse para dar valor al maíz, trayendo el modelo de las plantas de bioetanol de Estados Unidos.
Así comenzó una historia que los llevó a inaugurar en 2012 la planta de bioetanol, con capacidad instalada para elaborar 90.000 metros cúbicos de etanol, para lo cual consume 250.000 toneladas de maíz al año.
El mercado local, con corte de 12% de bioetanol en las naftas, es el negocio principal para la empresa, pero la matriz productiva se diversificó a partir de las prácticas regenerativas. En 2015 instalaron una planta generadora de energía eléctrica a partir de biomasa. La idea original fue utilizar silaje de maíz pero, explicó Turturro, los precios del Plan Renovar en ese momento los dejaban fuera de costos y, por eso, comenzaron a utilizar destilado fino, un subproducto de la producción de biocombustible.
Hoy esa usina aporta a la mayorista Cammesa el equivalente al 12% de la electricidad que consume Río Cuarto.
La integración no termina allí, ya que también producen biofertilizante y miden la huella de carbono, lo que les habilita negocios en el exterior. Para fin de este año esperan terminar la ampliación de la planta a 140.000 metros cúbicos de capacidad.
Estos tres referentes de la economía del maíz se mostraron convencidos de que el agregado de valor es el camino. También resaltaron la importancia de la cooperación con la comunidad en la que viven, y coincidieron en pedir estabilidad en la política económica. El camino para crecer está abierto. Por ejemplo, si la Argentina llevara el corte de nafta con biocombustible a un nivel similar al de Brasil (E 27), la demanda implicaría construir diez plantas similares a Bio4, con un consumo de maíz cercano a los 4 millones de toneladas.