Cada campaña que se avecina presenta nuevos desafíos para el productor, y este año en particular una de las principales preocupaciones es la mala calidad de semilla, consecuencia de las condiciones ambientales desfavorables de la campaña anterior, tales como: estrés hídrico, alta temperatura y exceso de lluvias a finales del ciclo.
“Además de este problema, nos encontramos con carryover por herbicidas en suelo que, ante la ausencia de lluvias en algunas zonas del país, residuos de herbicidas como Als, hormonales y triazinas, pueden ocasionar fitotoxicidad. También la compactación de suelos que alteran directamente las propiedades físicas, químicas y biológicas, suelos fríos y humedad desuniforme, pueden generar problemas en esta etapa inicial del cultivo”, explica el ingeniero agrónomo Rodrigo Merki, Market Developer de Stoller Argentina.
“Uno de los beneficios del programa Soja Fuerte es mejorar la implantación del cultivo, y los productores saben que esta etapa es crítica. Desde Stoller recomendamos el uso de Stimulate como tratamiento a la semilla con el objetivo de lograr una rápida germinación, emergencia uniforme, y promover un adecuado desarrollo del sistema radicular para que el cultivo pueda absorber agua y nutrientes de forma eficiente”, agrega Merki.
Con Stimulate es posible mejorar el vigor de las semillas, actuando sobre la energía germinativa, promoviendo una germinación rápida, incluso en suelos fríos, y mitigando los efectos de carryover por herbicidas.
Etapa vegetativa, reproductiva y el impacto del estrés
El estrés vegetal causa efectos adversos en el crecimiento, desarrollo y productividad de los cultivos. Factores como: altas temperaturas, estrés hídrico, compactación de suelos, desbalances nutricionales y fitotoxicidad por herbicidas, así como también la incidencia de virus y bacterias, son solo algunas de las amenazas que enfrentan los productores agrícolas. En los últimos años, se ha registrado un aumento en la frecuencia, intensidad y duración del estrés, principalmente térmico e hídrico, lo que plantea enormes desafíos para los productores y técnicos.
Frente a estas problemáticas, el productor, junto con su ingeniero, deberá diseñar estrategias efectivas para mitigar el impacto del estrés. En cultivos como soja, la elección del grupo de madurez y la fecha de siembra son algunas de las prácticas de manejo clave, que permiten escapar a las condiciones más desfavorables y aprovechar al máximo las mejores condiciones ambientales en el período crítico del cultivo.
Sin embargo, no siempre es posible evitar el estrés. Cuando esto sucede, la solución es preparar a las plantas para tolerarlo. “Desde Stoller recomendamos el uso de Bio-Forge Advance, durante las etapas vegetativas. Este fertilizante foliar se destaca por su capacidad para bloquear el estrés oxidativo, lo que permite reactivar el crecimiento de las plantas de manera eficiente. Además, puede ser combinado con la mayoría de los fitosanitarios que se apliquen en el lote en dicha etapa”, aconsejó el Ingeniero Merki.
En el cultivo de soja, las etapas reproductivas son cruciales, especialmente durante el período crítico (R4,5 a R5,5). Más del 60% de las estructuras reproductivas pueden abortar incluso en condiciones normales. Bajo situaciones de alto estrés hídrico y térmico, sumado al desbalance hormonal que ocurre en la planta, se intensifica la pérdida de estructuras reproductivas, lo que resulta en mermas de rendimiento significativas.
“Para prevenir estos abortos recomendamos el uso de Sett, en etapas de R1-R3 (floración), con el objetivo de anticiparnos a dicha situación. Éste fertilizante líquido formulado con Calcio, Boro y cofactores de crecimiento restablece el balance hormonal de la planta, favoreciendo la polinización y el cuajado de
granos incrementando el rendimiento y mejorando la calidad final de los granos”, concluye el Ingeniero Agrónomo Rodrigo Merki.