El clima vuelve a colocarse en el centro de la agenda agropecuaria. Tras varias semanas de inestabilidad, los modelos meteorológicos coinciden en advertir que el norte y noroeste bonaerense podrían recibir entre 90 y 130 milímetros de agua acumulada en los próximos días. La magnitud del fenómeno no solo amenaza con complicar la evolución del trigo, sino que también podría retrasar el arranque de la siembra maicera temprana.
El consultor Elorriaga no duda en calificar a este invierno como excepcional: “Se han triplicado los valores normales de lluvias y es necesario retroceder hasta 2015 para encontrar un invierno con más agua acumulada”. El dato refleja un quiebre en la dinámica hídrica del país, donde la sequía había sido la principal preocupación en los últimos años. Hoy, en cambio, es el exceso de precipitaciones el que genera incertidumbre.
En este contexto, la vulnerabilidad no es homogénea. Mientras el oeste de la región núcleo aún puede recibir agua sin comprometer los cultivos, en el este los perfiles ya no toleran nuevos aportes. El suelo saturado transforma cada milímetro adicional en riesgo de anegamiento, pérdidas de plantas y retrasos en las labores de campo.
Dos tormentas en menos de una semana
Los pronósticos señalan la formación de una ciclogénesis sobre el centro del país. Este fenómeno provocará 48 horas de lluvias a partir del sábado 30 de agosto, con epicentro en la región pampeana. La tormenta afectará a Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis, La Pampa y Entre Ríos, con posibilidades de extenderse hasta Santiago del Estero.

La inestabilidad no se detendrá allí. Entre martes 2 y miércoles 3 de septiembre se prevé un nuevo frente de precipitaciones, que reforzará los acumulados. En total, los registros podrían oscilar entre 90 y 130 mm, especialmente en el norte y noroeste bonaerense, la zona más comprometida.
Las temperaturas acompañarán el cambio de escenario. Las máximas, que hasta el viernes rondarán los 23 a 26°C, caerán a un rango de 18 a 22°C con el avance de la nubosidad. Las mínimas se mantendrán entre 11 y 15°C, con un leve descenso en el centro y oeste durante el martes 2. Un panorama que, más allá de su aparente moderación, tiene un efecto directo en la dinámica de los cultivos: suelos fríos y saturados equivalen a retrasos en las siembras y mayor presión de enfermedades.
El trigo, entre la abundancia y el riesgo
El estado del trigo refleja de manera precisa la dualidad del momento. Los técnicos de la Bolsa de Comercio de Rosario califican al 85% de los lotes como excelentes y al 15% como buenos. Las lluvias de invierno, lejos de limitar el desarrollo, impulsaron un crecimiento vigoroso que alimenta expectativas de rendimientos superiores a los 50 qq/ha.
Pero esa foto positiva convive con señales de alerta. En Carlos Pellegrini y María Susana, los ingenieros advierten que en los sectores más bajos ya se observa amarillamiento y mortandad de plantas por asfixia radicular. “Con apenas 20 mm adicionales, la situación puede empeorar”, señalan. En Aldao, la preocupación es aún más clara: “Si cada diez días seguimos teniendo lluvias abundantes, vamos a estar muy complicados para sembrar y obtener buenos stands de maíz”.
La presión sanitaria también gana espacio. En Bigand ya se detectó mancha amarilla, mientras que en Entre Ríos el temor se centra en la aparición de Fusarium. Los ambientes húmedos y frescos son el caldo de cultivo ideal para enfermedades que pueden condicionar la campaña fina.
En contraste, en el noroeste bonaerense y en sectores del sudeste cordobés, donde las lluvias fueron más moderadas, los trigos muestran un desempeño envidiable. En General Villegas y Corral de Bustos, los técnicos destacan que una lluvia moderada sería incluso beneficiosa para sostener el estado de los cultivos.
El maíz temprano recupera protagonismo
La otra cara de esta realidad está en el maíz. Después de varios años en los que los productores debieron resignarse a fechas tardías, las condiciones hídricas actuales permiten volver a sembrar en septiembre. El entusiasmo es visible en zonas como Corral de Bustos, donde aseguran que hacía tiempo no se podía apostar por maíz temprano en busca de altos potenciales.
La intención de siembra alcanza 1,9 millones de hectáreas, frente a 1,6 Mha del año pasado. Según los relevamientos de la BCR, el 92% de esa superficie se ubicaría en fechas tempranas, una proporción que creció incluso en las últimas semanas.

Sin embargo, el entusiasmo convive con la cautela. Los excesos hídricos, especialmente en el este, amenazan con truncar ese regreso a la normalidad. En María Susana, los técnicos reconocen que el perfil saturado podría hacer perder la primera semana de siembra de septiembre. En Pergamino, la prudencia manda: “Habrá que ver qué volumen de agua deja el evento del fin de semana”.
El maíz temprano no solo implica un salto productivo, sino también un beneficio económico. Al cosecharse en marzo, permite acceder a mejores precios por primicia, lo que mejora los márgenes frente a la soja. Ese atractivo explica la inercia hacia el maíz, aun cuando los márgenes se depreciaron en los últimos meses.
Un mapa de contrastes
La red de estaciones meteorológicas de la BCR confirma un escenario dispar.
Subzona I (Carlos Pellegrini, María Susana): suelos saturados y riesgo inminente de enfermedades en trigo. Posible retraso en la siembra de maíz.
Subzona II (Bigand, Bombal): cultivos en muy buen estado, aunque los excesos dificultan aplicaciones de fitosanitarios y ya se detecta mancha amarilla.
Subzona III (Pergamino): lluvias excesivas, pero drenaje adecuado. El trigo mantiene buenas condiciones, aunque con dudas sobre el maíz temprano.
Subzona IV (General Villegas): sin problemas de excesos. Lluvias moderadas serían beneficiosas.
Subzona V (Corral de Bustos): entusiasmo productivo. Las lluvias devolvieron condiciones históricas y permiten volver a maíz temprano.
Este mosaico muestra cómo, en pocas decenas de kilómetros, la situación puede cambiar radicalmente: desde la saturación hasta el entusiasmo por sembrar.
El dilema de la campaña 2025/26
La agricultura argentina vuelve a caminar sobre una cornisa. Tras la sequía que castigó campañas recientes, el exceso hídrico se presenta como la nueva amenaza. El trigo, que luce con un potencial inédito en años, corre el riesgo de perder plantas en zonas bajas y sufrir mayor presión de enfermedades. El maíz temprano, que entusiasma con recuperar protagonismo, podría enfrentar retrasos si los pronósticos de lluvias se cumplen con la magnitud esperada.
La región núcleo, motor productivo del país, se prepara para un septiembre en el que la clave será la capacidad de manejar la abundancia de agua. Lo que en el oeste se celebra como un regreso a la normalidad, en el este puede convertirse en un obstáculo difícil de superar.
El campo argentino sabe que cada milímetro cuenta. Lo que ocurra en las próximas dos tormentas definirá si la campaña arranca con ímpetu o bajo el signo de la preocupación.
📸 Sugerencias de epígrafes para fotos:
“Trigos en pleno macollaje muestran un estado excelente, aunque las zonas bajas ya evidencian amarillamiento por exceso hídrico.”
“Productores del oeste bonaerense recuperan la posibilidad de sembrar maíz temprano gracias a perfiles de suelo bien cargados.”
“En la región núcleo, el agua acumulada podría retrasar las labores de siembra y comprometer la fina en áreas vulnerables.”












