El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) publicó este martes un informe que reconfiguró por completo las expectativas del mercado agrícola mundial. En un solo movimiento, la entidad ajustó drásticamente al alza su proyección de producción de maíz y redujo las cifras para la soja, generando una reacción inmediata en los precios de los commodities.
El dato más resonante fue el del maíz: el USDA estimó una producción récord de 425,26 millones de toneladas para el ciclo 2025/26. Se trata de un incremento del 12,6% respecto al año anterior y más de 19 millones por encima de la expectativa más optimista del mercado. El rendimiento promedio alcanzó los 118,5 quintales por hectárea, otro récord histórico para Estados Unidos.
Caída del maíz, suba de la soja: doble impacto en Chicago
La reacción en la Bolsa de Chicago no se hizo esperar. El contrato de maíz para septiembre cayó US$5,32, cerrando en US$146,25 por tonelada, mientras que la soja subió US$7,71, finalizando la jornada en US$372,12.
“Fue una jornada marcada por el shock de los datos. El informe fue bajista para maíz y alcista para soja”, explicó Eugenio Irazuegui, de la corredora Zeni. Según el analista, el USDA introdujo una nueva metodología que pondera más fuertemente las condiciones agronómicas actuales, lo que generó resultados tan dispares entre ambos cultivos.
Carlos Pouiller, director de AZ Group, consideró que el organismo estadounidense “pateó el tablero”. Las previsiones privadas estaban en torno a los 406 millones de toneladas como promedio, con un techo de 414. Pero los técnicos del USDA lo llevaron aún más lejos, elevando también los stocks finales a 53,8 millones de toneladas, frente a los 33 millones del ciclo anterior. La relación stock/consumo saltó de 13% a 16,2% en apenas un año.
La soja sorprende por el lado opuesto
Mientras el maíz se desplomaba, la soja tuvo una jornada de repunte. El USDA recortó su estimación de producción a 116,82 millones de toneladas, dos millones menos que en la campaña anterior y un millón por debajo de lo esperado por los operadores.
En consecuencia, las existencias finales también cayeron, situándose en 7,9 millones de toneladas, frente a los 9,8 millones que estimaba el mercado. Esto llevó la relación stock/consumo al 10,9%, generando un estímulo inmediato en los precios.
“Son datos claramente alcistas para soja, con una caída tanto en producción como en existencias”, interpretó Juan Manuel Uberti, de la corredora Grassi.
¿Presión política detrás del repunte?
Más allá de los fundamentos, el analista Gustavo López planteó que la suba de la soja podría tener un componente geopolítico. “Desde mayo, Estados Unidos no logró colocarle ni una tonelada de soja a China. En cambio, Brasil ya vendió 19 millones de toneladas y Argentina 2,3 millones. Creo que Trump está presionando para volver a ingresar al mercado chino, y eso también influye en los precios”, afirmó.
En la campaña 2024/25, EE.UU. había exportado 23 millones de toneladas de soja a China, cifra que por ahora no encuentra continuidad en la actual. Esta situación abre interrogantes sobre los movimientos futuros en las relaciones comerciales entre ambos países.
Repercusiones para Argentina
En lo que respecta a la Argentina, el informe de Granar destacó que el USDA revisó al alza por segundo mes consecutivo su proyección de producción de soja, pasando de 49,90 a 50,90 millones de toneladas. Además, se mantuvieron las estimaciones de exportaciones de poroto en 6,10 millones de toneladas, pero aumentaron las de harina (29,10 a 29,50 Mt) y las de aceite (6,45 a 6,55 Mt).
Este incremento mejora la perspectiva exportadora del país en productos de alto valor agregado, aunque aún persiste una fuerte competencia con Brasil en todos los frentes.
Un informe que dejó huella
La publicación del USDA no fue un informe más. Para el mercado global de granos, fue una bomba atómica en palabras de Gustavo López. Nunca antes el organismo estadounidense había hecho un ajuste tan significativo antes de iniciar la cosecha, lo que refuerza la idea de una nueva etapa en la forma de estimar los volúmenes productivos.
El impacto fue profundo: derrumbó el precio del maíz, impulsó al alza la soja y obligó a reconfigurar las estrategias comerciales a nivel global. Con una relación tan cambiante entre oferta, demanda y geopolítica, el mercado agrícola enfrenta una nueva temporada en la que la previsibilidad parece quedar nuevamente en suspenso.












