La Argentina discute cómo reducir costos logísticos y volver más competitivas sus exportaciones agroindustriales, y las vías navegables secundarias aparecen como una llave que el país todavía no usa. Un estudio del Instituto de Tecnología de UADE, encargado por la Academia Nacional de Ciencias de la Empresa, calcula una inversión de US$10.000 millonespara activar tres cuencas con impacto directo en el agro: Bermejo, Carcarañá–Río Tercero y Río Negro.
La cuenca del Bermejo (Jujuy–Salta–Formosa–Chaco) demandaría US$3.070 millones entre puertos, dragado, esclusas y puentes, y podría generar US$8.911 millones anuales sin considerar el litio. En el sistema Carcarañá–Río Tercero(Córdoba–Santa Fe), la inversión estimada asciende a US$4.415 millones para apuntalar un potencial exportador de US$20.000 millones. En el Río Negro (Río Negro–Neuquén), se requieren US$2.572 millones, con ingresos proyectados por US$2.871 millones más el efecto indirecto de Vaca Muerta.
Hoy, el reparto modal de cargas del complejo granario sigue concentrado en el camión (83%), con 16% por ferrocarril y apenas 0,6% por barcazas, una foto que contrasta con países de gran tamaño como Brasil o Estados Unidos. Mover carga por agua reduce costos y huella ambiental: una barcaza transporta más toneladas por litro que un camión y emite menos CO₂ por tonelada-kilómetro. La urgencia por diversificar la logística y sumar vías navegables secundarias cruza toda la agenda del agro.
Por qué apostar a las vías navegables secundarias ahora
El agro necesita previsibilidad, menos cuellos de botella y más alternativas a rutas saturadas. El estudio de UADE subraya que la hidrovía interior no compite con el mantenimiento de caminos rurales: la complementa y la potencia, al abrir corredores estables para granos, subproductos y economías regionales. Con costos logísticos a la baja, el productor mejora márgenes, la industria gana eficiencia y la huella de carbono del despacho al puerto cae de manera medible.
Además, las vías navegables secundarias ordenan el uso del agua y habilitan energía hidroeléctrica donde sea viable, dos activos estratégicos frente a sequías recurrentes y eventos extremos. El caso del Bermejo muestra que existen antecedentes y proyectos para manejo integral de la cuenca; llevarlos a escala implica obras de regulación y medidas de control de sedimentos que favorecen la navegabilidad y reducen costos de mantenimiento.
El Río Negro suma otro vector: la provincia aprobó su Ley de Puertos y promueve un marco para atraer inversiones logísticas, portuarias y de zonas francas. Un sistema fluvial activo conectaría fruta, productos pesqueros, agroalimentos y la cadena energética patagónica con salidas más competitivas, alineado con el desarrollo portuario reciente.
Tres cuencas, una oportunidad para el agro
Bermejo: con US$3.070 millones se financiarían puertos, dragado y esclusas, más obras de pasos y puentes. La estimación de US$8.911 millones al año refleja la capacidad de la cuenca para traccionar divisas, sobre todo si se integra a cadenas como la del litio y se gestiona el régimen sedimentológico que hoy castiga ríos aguas abajo. La clave pasa por obras estructurales y una gobernanza de cuenca que articule Nación, provincias y sector privado.
Carcarañá–Río Tercero: el “Mediterráneo” cordobés-santafesino volvió a escena con sustento técnico. Estudios académicos diseñaron alternativas de convoyes, presas de navegación y parámetros hidráulicos para habilitar calados consistentes, base para una hidrovía interior que conecte el corazón productivo con el sistema Paraná. Con US$4.415 millones, el potencial exportador se estima en US$20.000 millones.
Río Negro: con US$2.572 millones, la provincia podría articular salidas más baratas para peras, manzanas y pesquería, además de apalancar insumos y outputs energéticos. La Ley de Puertos de Río Negro ya dio el primer marco regulatorio para acelerar inversiones, con agencias de gestión y financiamiento. El estudio de UADE proyecta US$2.871 millones de ingresos directos, además del empuje de Vaca Muerta en logística y demanda de servicios.
El financiamiento exige una canasta amplia: presupuesto nacional y provincial, APP, y líneas de organismos multilaterales como Banco Mundial, BID y CAF. Con una tasa de recuperación “rápida” por generación de divisas, el modelo se vuelve bancable si cada tramo incorpora tableros de indicadores: costos por tonelada-km, tiempos de tránsito, emisiones y participación modal efectiva. Para el agro, el retorno no solo pasa por flete más barato: también por previsibilidad de ventanas de embarque y menor rotura de cadena fría en productos sensibles.












