La escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China comenzó a mostrar consecuencias en sectores impensados del agro global. Según informó Bloomberg, la esperada fusión entre Bunge y Viterra, dos de las principales compañías agroexportadoras del mundo, entró en pausa. El proceso, que apuntaba a crear un nuevo líder del comercio de granos, enfrenta ahora obstáculos regulatorios y políticos originados en las tensiones crecientes entre las potencias.
De concretarse, la operación hubiese representado una consolidación histórica. Sin embargo, la intensificación del conflicto comercial –especialmente tras el anuncio de nuevos aranceles por parte del expresidente Donald Trump, en su campaña de regreso a la Casa Blanca– generó resistencias en organismos de competencia, tanto en Estados Unidos como en China.
Impacto global en el comercio agrícola
Bunge, con sede en EE.UU., y Viterra, controlada en parte por el grupo suizo Glencore, operan en mercados clave como América del Sur, Europa, Norteamérica y Asia. La fusión buscaba mejorar la eficiencia logística y financiera de ambas compañías, que ya controlan una parte significativa de las exportaciones de soja, maíz, trigo y oleaginosas a nivel mundial.
Pero en un contexto de tensión geopolítica, cualquier movimiento que implique la concentración de poder sobre recursos estratégicos como los alimentos genera suspicacias. Las autoridades regulatorias estadounidenses, presionadas por sectores políticos que ven a China como una amenaza a la seguridad nacional, han comenzado a revisar con mayor detalle las implicancias globales de la fusión.
En paralelo, desde Pekín tampoco hubo señales favorables. China, que representa uno de los mayores destinos de exportaciones agroindustriales del mundo, se ha vuelto más cautelosa frente a lo que interpreta como una posible sobredependencia de operadores occidentales. Así, el frente político bloqueó temporalmente una decisión empresarial que ya contaba con acuerdos avanzados entre las partes.
La operación y sus implicancias en Argentina y Brasil
En América del Sur, la fusión habría tenido un efecto directo sobre el comercio agrícola argentino y brasileño, dos de los mayores exportadores de granos del mundo. Bunge opera puertos clave sobre el río Paraná y tiene presencia industrial en provincias como Santa Fe, mientras que Viterra ha crecido con fuerza en el negocio de acopios y terminales en el país.
De haberse aprobado, la unión de ambas firmas habría implicado un reposicionamiento del poder de negociación frente a productores y gobiernos sudamericanos, además de posibles ajustes en la competencia por infraestructura logística y precios.
La noticia también fue recibida con preocupación por parte de entidades agrícolas, que alertaron sobre los riesgos de concentración en la compra de granos. En Brasil, asociaciones de productores de soja y maíz expresaron inquietudes similares, apuntando al “poder desmedido” que acumularía la nueva empresa fusionada.
Bunge y Viterra: dos modelos en tensión
El proyecto de fusión fue anunciado en 2023 con una valuación estimada en 17.000 millones de dólares, incluyendo deudas y acciones. El objetivo era construir un nuevo actor global capaz de competir con gigantes como Cargill o ADM. Pero los cambios en el tablero geopolítico, especialmente desde mediados de 2024, cambiaron el ritmo del proceso.
Bunge, con fuerte presencia en Estados Unidos, tiene una estructura corporativa más alineada a las normas regulatorias de ese país. En cambio, Viterra –nacida de la integración entre varias firmas canadienses, europeas y latinoamericanas– mantiene un perfil más diversificado, aunque menos dependiente de decisiones políticas estadounidenses.
En este escenario, el choque de intereses nacionales volvió a jugar un papel determinante. “La creciente competencia entre Washington y Pekín por el control de insumos estratégicos, como el agro, ya está marcando el futuro de las empresas globales”, señaló un analista del mercado de commodities agrícolas consultado por Bloomberg.
Una pausa sin fecha
Por ahora, ninguna de las compañías confirmó una cancelación definitiva. Desde Bunge informaron que siguen evaluando el contexto, mientras que Viterra evitó pronunciarse oficialmente. Pero en la práctica, los trámites ante los entes reguladores quedaron congelados y no se esperan avances significativos en el corto plazo.
El escenario puede cambiar si se reducen las tensiones políticas tras las elecciones en Estados Unidos o si China reabre el diálogo comercial. Sin embargo, la incertidumbre geopolítica se ha convertido en una variable de peso en las decisiones de negocio de las corporaciones agroalimentarias.
Con este freno, el mercado vuelve a fragmentarse, al menos temporalmente, en un contexto donde las necesidades de eficiencia chocan con las disputas de poder entre naciones. La paradoja es que, en un mundo globalizado, la geopolítica parece imponerse cada vez más sobre la lógica económica.












