La dieta de los argentinos empieza a reconectar con su tradición. En 2025, con una inflación contenida y salarios en alza, el consumo de carne en el país muestra una recuperación robusta y sostenida. Según datos oficiales del Ministerio de Agricultura y del Rosgan, cada argentino incorporó casi 5 kilos más de carne a su dieta anual, consolidando un cambio positivo tras años de caída y ajustes.
El informe del Rosgan publicado en agosto destaca que el consumo per cápita de carne vacuna alcanzó los 50,2 kilos, frente a los 47,6 kilos del mismo período de 2024. A eso se sumaron 1 kilo más de carne aviar y 1,3 kilos más de carne porcina, llevando el consumo total de proteínas animales a 114,06 kilos anuales por persona según el último tablero oficial del Ministerio de Agricultura, con datos a junio.
La clave del repunte no está en una caída de precios, sino en una mejora real del poder adquisitivo. En el primer semestre del año, los salarios subieron por encima de la inflación y permitieron a los consumidores volver a elegir sus cortes preferidos.
Más carne, más gasto, pero con bolsillos más fuertes
El precio de la carne subió con fuerza durante el año:
Carne vacuna: +59% interanual
Carne porcina: +62%
- Advertisement -Carne aviar: +48%
Sin embargo, la inflación se mantuvo por debajo del 40% interanual, y los salarios promedio aumentaron un 62,5% hasta mayo, según el RIPTE. Esto permitió que el gasto en carne vacuna creciera un 61%, en línea con la mejora de ingresos. Además, durante los primeros cinco meses del año, los ingresos reales superaron a la inflación en un 19%, lo que liberó capacidad de compra en los hogares.
Así, el consumidor volvió a elegir carne vacuna sin abandonar las otras opciones. El Rosgan señala que el 36% del gasto cárnico se redirigió nuevamente hacia la carne vacuna, consolidando su retorno a la mesa argentina.
El mercado interno absorbe lo que no se exporta
La mejora en el consumo también se relaciona con un cambio en la balanza de comercialización. En los primeros seis meses del año, la producción nacional de carne vacuna alcanzó las 1.518.000 toneladas, un 1,8% más que en igual período de 2024.
Sin embargo, las exportaciones cayeron un 19%, por lo que el mercado interno absorbió un volumen mayor: 1.153.000 toneladas, un 11,8% más que el año pasado. Esta tendencia fue posible gracias a una demanda local fortalecida y una baja relativa del incentivo exportador.
En un contexto en el que el tipo de cambio oficial apenas se mueve, y aún con retenciones en proceso de reducción, muchos frigoríficos priorizaron el abastecimiento local, donde el margen comercial creció por efecto del salario y la demanda.
La carne aviar y porcina ganan protagonismo
Aunque la carne vacuna sigue siendo la más emblemática, el pollo y el cerdo continúan ganando terreno. Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario y la FAO, con el mismo dinero que se compra un kilo de carne vacuna, hoy se pueden comprar tres de pollo o casi dos de cerdo.
En este escenario, el consumo combinado de carne aviar y porcina ya representa el 57% del total, desplazando a la vacuna del primer lugar histórico en la dieta nacional. Esta transformación responde a una estrategia racional de gasto por parte del consumidor, que combina preferencias culturales con precios relativos.
Además, la faena de porcinos en el primer cuatrimestre del año creció un 2,2%, consolidando una tendencia positiva que se arrastra desde 2023.
¿Hasta dónde puede llegar la recuperación?
La gran incógnita para el segundo semestre es si este nivel de consumo se sostendrá. Los feedlots mantienen más de 2 millones de cabezas encerradas, y la faena mensual ronda las 450.000 reses, según datos del Senasa. A esto se suma una importante cantidad de animales en recría que ingresarán al mercado en los próximos meses.
Si la demanda interna mantiene su firmeza, el sistema podrá equilibrarse. Pero si la oferta sigue creciendo y las exportaciones no se reactivan con fuerza, podría haber presión sobre los precios o sobre los márgenes de la cadena.
Además, en un año electoral, la estabilidad cambiaria y fiscal será clave. Si el dólar oficial se recalienta, los frigoríficos podrían reorientar su producción hacia la exportación. Y si la inflación rebota, el consumo interno podría resentirse nuevamente.
Un cambio estructural en la dieta
El consumo de carne en Argentina se está reconfigurando. Según un estudio del IPCVA, desde 2008 a 2023, la carne vacuna perdió más de 20 kilos per cápita, mientras el pollo y el cerdo crecieron sin pausa. Hoy, el país sigue siendo uno de los mayores consumidores de carne del mundo, pero con una dieta más diversificada y estratégica.
Sin embargo, 2025 marca un punto de inflexión. Por primera vez en años, los tres tipos de carne crecieron a la vez. La proteína animal recupera protagonismo, no solo por tradición, sino por capacidad adquisitiva.
“El argentino volvió a encontrarse con su mesa”, sintetiza el Rosgan. “Después de años de ajustes, vuelve a elegir carne por gusto, no por obligación”.
La recuperación del consumo de carne en Argentina no es anecdótica. Es el reflejo de una mejora real en la economía de los hogares, de una mayor producción nacional, y de un reacomodamiento de la cadena cárnica en función del mercado interno.
Si esta tendencia se sostiene, la carne podría volver a ocupar su rol simbólico y cultural en la dieta argentina, sin renunciar a la diversificación. El desafío será equilibrar esa recuperación con una política exportadora inteligente, una macroeconomía estable y una industria capaz de adaptarse a los nuevos tiempos.












