Todos los años para Semana Santa, Tandil recibe a miles de turistas que llegan atrapados por su naturaleza y sus paseos, pero también por su gastronomía. Suele ser el fin de semana largo más importante del año con ocupación histórica por arriba del 95% y este además será extralargo. Quienes visitan la ciudad provienen principalmente de Capital Federal, Gran Buenos Aires y de las ciudades del centro-sur de la provincia.
Degustar una buena picada y probar las diferentes producciones locales suele ser una de las actividades obligadas de quienes visitan Tandil y por supuesto, llevarse algunos productos típicos a su ciudad de origen.
Si hay un apellido ligado a la chacinería en Tandil, sin dudas, es Cagnoli. La historia de la familia se remonta a principios del siglo pasado, cuando Pietro Cagnoli llegó desde la Lombardía italiana y se radicó en Tandil. Transmitió su saber a su hijo Pedro, quien le puso el apellido como marca e inició un legado familiar, que cuatro generaciones después, mantiene vivo un legado de tradiciones y amor por la calidad hace casi 100 años.
Hugo Cagnoli, segunda generación e hijo de Pedro asegura: “en aquella época todo el mundo ponía el apellido, era lo habitual. Pero cuando uno pone el apellido es un compromiso. Tiene que salir bien o salir bien”. Y Don Pedro sabía que hacer un producto de calidad era primordial. Entendió que Tandil tenía el clima ideal para la elaboración de salames. Su experiencia y el aire de las sierras crearon la sinergia que dio origen al inconfundible sabor que hoy caracteriza a los productos.
Los Cagnoli guardan recetas y saberes transmitidos de generación en generación. Una forma de hacer las cosas. Si bien sus productos están presentes en todo el país hay sabores, que solo se consiguen en Tandil. Si uno visita la ciudad está obligado a probar aquellos productos que hacen honor a la tradición. Una selección exclusiva que homenajea al abuelo Pedro. Chorizo tipo casero, Salamín picado grueso, Salamín picado fino y Fuet. Juan Pedro Cagnoli, cuarta generación trabajando ya en el sector de elaboración asegura: “Con esta selección buscamos poder transmitir la identidad del producto y la identidad de Tandil en una misma gama de salames. Son cuatro recetas con historia que solo conseguís en Tandil. Productos que están emplumados como les decimos nosotros. Están recubiertos por el hongo blanco que es signo de una maduración perfecta, y eso solo se lo puede dar el aire de Tandil.”
Para esta Semana Santa Cagnoli elaboró 20.000 unidades de la selección “Pedro Cagnoli Fundador”. Si bien todos los meses se producen más de 2.5 millones de salames atados a mano, estos productos son muy especiales.
Estos productos no solo encierran un sabor único, sino también toda la historia y la tradición chacinera de la familia. Según explica Juan Pedro Cagnoli, la intención es ofrecer al turista algo único, que no se consigue en otro lado, pero que también tiene que ver con su proceso intrínseco de elaboración. “Estos productos uno los baja de la cantina de maduración donde se secaron con aire de Tandil y van directo a los comercios regionales. Se siguen ofreciendo y exponiendo al mismo aire de Tandil, entonces el producto sigue madurando de forma ideal”.
Facundo Cagnoli, también cuarta generación trabajando en el sector de desarrollo de productos explica que a lo largo de estos años habían logrado trascender las fronteras y llegar a Buenos Aires y a las diferentes regiones del país, pero eran conscientes de que tenían que ofrecer algo distintivo a quienes visitaran la ciudad, porque los mismos turistas lo pedían. “La gente que venía a Tandil buscaba algo distinto, algo que no podía encontrar a la vuelta de su casa en el almacén, el supermercado o la fiambrería. Entonces nos propusimos recuperar algunas recetas que estaban en el libro del abuelo y habíamos dejado de hacer porque nuestros clásicos salamines eran los que más se vendían. Así nace la Selección Don Pedro. Estos productos rinden homenaje a cuatro recetas del abuelo. Son productos artesanales, cuidados y que representan todo lo que es Cagnoli. La gente los busca, los prefiere, los elige y sobre todo quiere saber más. Solo se consiguen en los comercios especialistas de la ciudad.”
En esta selección de cuatro recetas, la que primero se eligió recuperar fue el Chorizo tipo casero, también conocido como chorizo seco. Es un homenaje al típico chorizo de campo Argentino y recuerda las carneadas familiares. Según Facundo Cagnoli: “Estos chorizos de campo tenían forma de herradura o pechera. Eran de un tamaño más grande que los salamines y de un sabor un poco más intenso. Siempre se hicieron en la familia.”
También, por supuesto están los típicos salamines Tandileros: picado fino y picado grueso elaborados con carne de cerdo y carne vacuna. Con su atado a mano característico, otro tipo de estacionamiento y de un calibre un poco más grande.
El Fuet es la última receta que compone esta selección y tiene una particularidad: se come con su piel y ese “emplume” blanco. Según explica Facundo Cagnoli: “El Fuet con emplume es una experiencia distinta para disfrutarlo solo acá en Tandil. Te llevás a la boca el sabor de una cantina de maduración. Es el aroma que sentía el abuelo cuando abría la cantina, entraba y olía que la maduración del producto estaba bien.”
Sin dudas, los Cagnoli han logrado que su apellido hoy sea sinónimo de calidad, y eso tiene que ver con el legado familiar. Por eso, no es casual que para esta selección de cuatro recetas hayan elegido homenajear a Don Pedro.
A quienes visiten Tandil esta Semana Santa, los van a esperar sabores con historia para disfrutar y llevarse los más ricos recuerdos.