La encuesta SEA CREA de marzo de 2025 revela un panorama de optimismo y cautela entre los empresarios agropecuarios de Argentina. Mientras que la mayoría de los encuestados expresa confianza en la recuperación económica del país, no dejan de lado las preocupaciones relacionadas con la rentabilidad de los cultivos de maíz y soja, que podrían ser determinantes en la próxima campaña agrícola.

Expectativas positivas para la campaña 2025/26
La última encuesta de SEA CREA, que involucra a más de 1,390 empresarios y 207 asesores de diversas regiones productivas del país, indica que el 72% de los consultados considera que la situación económica de Argentina ha mejorado en comparación con el año anterior. Esta cifra refleja un optimismo generalizado sobre la recuperación económica del país, que a su vez influye en las expectativas de los productores agropecuarios.
Un 68% de los encuestados confía en que la economía seguirá mejorando dentro de un año, lo que genera expectativas positivas sobre el futuro a corto y medio plazo. Este optimismo, sin embargo, no se traslada por completo a las expectativas a nivel microeconómico, es decir, en lo que respecta a la situación particular de las empresas agropecuarias. Aunque un 45% de los empresarios considera que su situación es igual o mejor que en 2024, el 39% espera una mejora en el próximo año.

El 48% de los empresarios cree que la campaña 2025/26 traerá mejores resultados económicos que el ciclo anterior, una señal clara de que el sector sigue apostando a la sostenibilidad y crecimiento. Sin embargo, la diferencia entre las expectativas generales y las particulares subraya la necesidad de soluciones a los problemas microeconómicos que enfrenta el sector, especialmente en lo que respecta a los costos de producción y el acceso a financiamiento.

Desafíos en maíz y soja: Claves para el 2025
Si bien la encuesta revela un panorama optimista a nivel general, también muestra que el sector agropecuario enfrenta desafíos significativos, particularmente en lo que respecta a dos cultivos claves: el maíz y la soja. Estos desafíos están relacionados principalmente con las condiciones climáticas, los altos costos de producción y las políticas gubernamentales, como los derechos de exportación, que afectan la rentabilidad de los productores.
En lo que respecta al maíz, la encuesta muestra que hay una diferencia negativa de hasta 10 puntos entre los rendimientos presupuestados y los resultados actuales. Este desajuste se debe en gran parte a las restricciones hídricas y las condiciones climáticas extremas, que han afectado principalmente las regiones productivas del norte del país. Los productores de maíz temprano, en particular, han experimentado una caída considerable en los rendimientos debido a la falta de agua en algunas zonas, mientras que otras han enfrentado inundaciones y anegamientos por fuertes temporales.

En el caso de la soja de primera, los productores se ven afectados por los altos derechos de exportación que se aplican actualmente sobre el poroto, que ascienden al 26%. Este impuesto, que está programado para regresar al 33% a mediados de año, ha afectado directamente la rentabilidad del cultivo. En muchas regiones de la zona central, la soja de primera se ha vuelto menos rentable debido a los precios internos reducidos por los derechos de exportación, lo que ha generado preocupaciones entre los productores sobre la sostenibilidad del negocio.
A pesar de estos desafíos, los empresarios agropecuarios no se muestran completamente pesimistas. La encuesta muestra que una proporción significativa de los productores sigue confiando en el potencial de estos cultivos, pero la incertidumbre sobre los precios internacionales y las políticas fiscales sigue siendo un factor limitante para la rentabilidad.
La siembra de trigo como alternativa en la próxima campaña
Una de las sorpresas de la encuesta SEA CREA es el incremento en la proyección de cultivos de granos finos, como el trigo, para la campaña 2025/26. Un 33% de los encuestados planea incorporar este cultivo en la rotación agrícola, lo que marca la cifra más alta registrada en la serie histórica de la encuesta. Este aumento en la intención de sembrar trigo responde a una combinación de factores, entre los que destacan las óptimas reservas de humedad en muchas regiones agrícolas y la demanda de trigo en los mercados internacionales.
Los productores, al ver que las reservas de agua en el suelo se encuentran en niveles adecuados para el cultivo de trigo, están dispuestos a aprovechar esta ventaja para optimizar la producción en un contexto en el que otros cultivos, como el maíz y la soja, presentan una rentabilidad incierta. Además, el trigo se presenta como una alternativa viable, dado que su costo de producción es relativamente bajo y su mercado sigue siendo prometedor tanto a nivel local como internacional.
El impacto de las condiciones climáticas y las políticas gubernamentales
Un tema recurrente en la encuesta SEA CREA es la influencia de las condiciones climáticas y las políticas gubernamentales sobre la rentabilidad del sector agropecuario. El cambio climático, que ha generado eventos extremos como sequías prolongadas y lluvias torrenciales, ha afectado gravemente los rendimientos en muchas regiones productivas, especialmente en el norte argentino. Las pérdidas productivas debido a estos fenómenos climáticos son significativas y han generado incertidumbre sobre la viabilidad de algunos cultivos en estas áreas.

Por otro lado, las políticas gubernamentales, como los derechos de exportación, siguen siendo un tema de preocupación para los productores. Los derechos de exportación del 26% sobre la soja y el maíz han generado una fuerte presión sobre los márgenes de ganancia, lo que hace que los productores tengan que ajustar sus expectativas y tomar decisiones más cautelosas respecto a las inversiones en cultivos.
Un futuro incierto pero con oportunidades
A pesar de los desafíos que enfrenta el sector agropecuario argentino, la encuesta SEA CREA muestra que los empresarios agropecuarios mantienen un optimismo moderado respecto al futuro. El 2025/26 se perfila como un año clave, en el que los productores deberán adaptarse a las nuevas condiciones del mercado y las políticas gubernamentales. Las expectativas para los cultivos de trigo son alentadoras, y la incorporación de granos finos en la rotación agrícola parece ser una estrategia adecuada para mitigar los riesgos asociados con el maíz y la soja.












