Cuando la realidad en los extremos de la cadena es acuciante y la ganadería queda aprisionada, las consecuencias pueden ser complejas, más aún cuando debemos contemplar la variable climática.
Hoy por hoy en el sector ganadero se observa, tal como lo indica el último reporte del ROSGAN (el mercado vacuno de la Bolsa de Comercio de Rosario), que la faena comenzó a mostrar signos de moderación: por primera vez en el año el ritmo de remisiones diarias resulta inferior al nivel de lo registrado en 2022. Todo lo contrario a lo que debería ocurrir por cuestiones estacionales.
Los precios en el eslabón primario aumentan y reaparece la posibilidad de la rentabilidad, pero al colisionar con la realidad del consumidor retrotraen buscando un equilibrio difícil de conseguir. Todo esto en un ambiente hostil para las certezas.
Lo que se presume es que el mercado descuenta un escenario futuro de menor oferta ganadera y una creciente participación de la exportación, dos cuestiones que inevitablemente presionarán hacia una recuperación de los valores de la hacienda.
En Palabra de Campo conversamos con Leonardo Rafael, presidente de la Cámara Argentina de Matarifes y Abastecedores (CAMYA).
P: ¿Qué puede llegar a ocurrir en el mercado de la carne en las próximas semanas?
Estuvimos viviendo el aumento de hace un mes, después de ese aumento una baja muy fuerte que no la esperábamos. Desde la semana pasada repuntaron de nuevo los precios y volvieron a tocar los picos máximos. Yo creo que todo lo que ocurrió nos va a afectar bastante y vamos a tener faltante de hacienda, algún bache de entrada de hacienda gorda por el tema de la seca del año pasado que también aceleró mucho los procesos. Esa hacienda que tendría que estar en recría para poder salir a fin de año, yo creo que está saliendo ahora, en este momento y va a salir de acá noviembre. Entonces, quizás para ese momento lo que veo es un faltante de hacienda que va a afectar los precios indudablemente.
P: Se dice que la carne tendría que subir, pero que el público que no la puede pagar, qué pasa si sigue aumentando?
Cuando los valores estaban en los $ 850 / $ 900 la hacienda en pie, esos valores estaban bien para el engorde y la producción. Los números cerraban y el mostrador lo aceptaba. Cuando se pasó de esos valores a los $ 1000 hubo un parate en cuanto al bolsillo en la góndola. Creo que si ahora sube de nuevo la hacienda, con una poca demanda de la semana que viene y la otra, va a tener que acomodarse de nuevo.
P: ¿Qué pasa si otra vez empezamos en un proceso de devaluación, de micro devaluaciones o devaluaciones semanales, quizás más al ritmo de la inflación? ¿Eso termina afectando el negocio ganadero a largo plazo?
Sí, sí, todo afecta a todo. Está todo calzado. La actividad nuestra no acompaña a los ritmos de inflación mensualmente o trimestralmente. Tiene estos sobresaltos por falta de hacienda, o suba de invernada, o suba de grano o algún producto externo que modifique la suba del gordo a futuro. Si vos vendés a $ 900 porque tenés comprado el ternero más o menos calzado en ese precio. Ahora si hoy compras un ternero a $ 1300, tenés que calcular que el gordo va a tener que estar $ 1300 de acá a cuatro meses que lo saques. Siempre hay planificación porque no solamente suben los productos en sí de materia prima, lo que incide mucho es todo lo externo que hace que ese producto llegue a destino. Porque para que llegue un kilo de carne llegue al mostrador pasan cuatro años. En el transcurso de cuatro años hay vacunas, veterinario, clima, empleados, gasto de gasoil y todo eso hace un valor de ese producto. Luego llega la góndola, donde hay personal, alquiler, impuestos. Todo eso aumentó muchísimo y lo vemos en la vida privada de cada uno.