El buen tiempo consolidó un avance decisivo en la cosecha de soja de primera en la región núcleo, que alcanzó ya el 70 % del área apta, mientras los rindes promedian 41 quintales por hectárea, con techos que superan los 60 qq/ha. Esta recuperación, inesperada a comienzos del año, contrasta con los pronósticos que dominaban el escenario tras los efectos de “La Niña”.
La soja de primera le ganó la pulseada al estrés hídrico que marcó la campaña. En localidades del sur santafesino y sudeste cordobés, como Corral de Bustos y Marcos Juárez, los promedios se ubican entre 40 y 45 qq/ha, con registros puntuales de hasta 63 quintales, muy por encima de las previsiones iniciales. “Si me contabas en enero o febrero que iba a ver estos rindes, no te creía”, confesó un asesor técnico. Aunque la heterogeneidad entre zonas es notoria, incluso en áreas castigadas, como el noroeste bonaerense, los promedios de 38 qq/ha sorprendieron positivamente.
La soja de segunda también responde: promedia 33 qq/ha pese a las pérdidas iniciales
El avance de la soja de segunda es más lento: apenas se ha cosechado el 25 % del área sembrada, con un retraso de 28 puntos respecto al promedio de los últimos cinco años. Sin embargo, los resultados que comienzan a emerger son igual de alentadores. A pesar de las pérdidas por sequía extrema en el noreste bonaerense, los lotes cosechados registran un promedio regional de 33 qq/ha, y los mejores cuadros superan los 45 qq/ha.

En zonas como Corral de Bustos, los técnicos reportan un rendimiento medio de 45 quintales, mientras que en General Pinto —una de las regiones más afectadas por la falta de agua— los rendimientos alcanzan 23 qq/ha, aunque están 500 kg/ha por encima de lo esperado hace tres meses. Esta mejora también contrasta con los pronósticos de enero, que sugerían rindes de apenas 15-20 qq/ha.
El clima: lluvias escasas, cosecha acelerada y buenas perspectivas hídricas para la fina
El buen tiempo permitió avanzar con 900.000 hectáreas de soja de primera durante la última semana de abril. Sin embargo, el ritmo de cosecha todavía está rezagado: el avance actual es del 70 %, cuando el promedio histórico para esta fecha es del 90 %. Las demoras se concentran en el noroeste bonaerense, con solo el 40 % recolectado, y en el noreste provincial, con el 50 %. En contraste, el centro-sur de Santa Fe ya finalizó el 95 % de la trilla, mientras que en el sudeste cordobés se espera que las labores terminen antes de las lluvias previstas para la próxima semana.

Abril cerró con un clima favorable para la recolección. Las precipitaciones retornaron a niveles normales tras un bimestre de lluvias sobreabundantes. El descenso de la humedad atmosférica y los cielos despejados consolidaron condiciones ideales para la cosecha, aunque el ingreso de aire frío marcó el inicio de una transición hacia el clima otoñal. Aún así, el balance hídrico acumulado deja reservas suficientes en el suelo para encarar la próxima campaña de trigo sin sobresaltos.
Los pronósticos para la primera semana de mayo anticipan precipitaciones débiles a moderadas, especialmente en sectores del centro y noreste bonaerense y el sur de Entre Ríos. Según el consultor Elorriaga, estos eventos no modificarán de forma sustancial la situación actual, pero serán útiles para reponer la humedad superficial, afectada por el enfriamiento reciente.
Una campaña que superó las previsiones con margen para mejorar
La campaña de soja 2024/25 deja una lección clara: el clima sigue siendo el mayor factor de incertidumbre, pero también una fuente de sorpresas positivas. El repunte de los rindes en la región núcleo, tanto en soja de primera como de segunda, recompensa a los productores que apostaron al manejo estratégico del cultivo, incluso en un contexto adverso.
Con rendimientos que superan lo imaginado en enero, la campaña avanza hacia su tramo final con buenas perspectivas para la producción total. El desafío será completar la cosecha antes de las lluvias y consolidar los resultados con eficiencia logística. En este escenario, las cifras actuales aportan un alivio al mercado y al productor, mientras el agro comienza a prepararse para la próxima siembra de invierno.












