La degradación del suelo se profundiza en Argentina. Un informe revelado en el Simposio Fertilidad 2025 encendió las alarmas: el 75% de la superficie cultivada registra bajos niveles de zinc y el 60% está por debajo del umbral crítico de fósforo. Estos datos surgen de un estudio comparativo entre 2018 y 2024 y confirman una tendencia que pone en riesgo la sostenibilidad de la producción agrícola.
El evento, que se desarrolla en Rosario, reunió a investigadores, técnicos y autoridades del sector para analizar el presente y futuro de la nutrición de cultivos. En ese marco, la directora ejecutiva de Fertilizar, Fernanda González San Juan, presentó los principales hallazgos junto al investigador del INTA Hernán Sainz Rozas y al especialista Martín Díaz Zorita, quienes profundizaron en la situación de los suelos en la región pampeana y el norte del país.
Suelos empobrecidos: caída sostenida de nutrientes y zonas críticas
Los mapas elaborados por el INTA muestran que los niveles de materia orgánica permanecen estables, pero en valores muy bajos. “Se observa un equilibrio aparente, pero insuficiente para sostener la demanda productiva actual”, explicó Sainz Rozas. Desde 2011, cuando se tomaron 570 muestras en distintas regiones agrícolas, el deterioro se hizo evidente en variables como fósforo, potasio, calcio, magnesio, zinc y boro.
El relevamiento también confirma un avance de la acidificación del suelo, con pH por debajo de 6,1 en zonas fuera del noroeste bonaerense. Aunque el promedio nacional no presenta grandes variaciones, sí aparecen focos ácidos que pueden restringir la disponibilidad de nutrientes. En este contexto, mejorar el balance de carbono y aplicar en los momentos adecuados son pasos clave.
El panorama para el fósforo es crítico: el 60% de las tierras cultivadas tiene menos de 20 ppm, un nivel limitante para cultivos como el maíz, el girasol y la soja. En muchas regiones del este de Entre Ríos y el noreste de Buenos Aires, los suelos apenas superan las 10 ppm. Aunque hubo mejoras puntuales en el norte de la región pampeana, estas se vinculan más a una menor extracción durante la sequía de 2022 que a un cambio estructural.
Los casos de calcio y magnesio también preocupan: hay descensos notorios en el oeste bonaerense y sur de Córdoba. Aunque no existen calibraciones locales definidas, los umbrales internacionales sugieren que gran parte de los suelos están por debajo de lo deseable.
El zinc, por su parte, muestra una leve mejora desde 2020, impulsada por el aumento del consumo nacional del nutriente, que pasó de 340 toneladas a más de 1700. Sin embargo, el 75% de las tierras cultivadas aún tiene menos de 1,2 ppm, y en el 25% restante, los valores descienden por debajo de 0,8 ppm, donde la respuesta al agregado es casi garantizada.
Construir ambientes productivos: la clave está en el manejo
Martín Díaz Zorita, uno de los referentes en manejo de fertilización, advirtió que la agricultura actual exige nuevas formas de decidir y aplicar nutrientes. En el pasado, las estrategias para el trigo no consideraban las necesidades posteriores de la soja de segunda. Hoy, si no se gestiona correctamente la fertilidad del suelo, ese segundo cultivo puede enfrentar serias limitaciones.
En girasol, el fósforo crítico se ubica entre 6 y 10 ppm. Tomar decisiones sin evaluar correctamente los nutrientes disponibles puede comprometer el rinde. “No alcanza con saber cuánta materia orgánica hay. Hoy contamos con nuevos indicadores que deben guiar nuestras acciones”, explicó. Uno de ellos es el nitrógeno disponible en condiciones aeróbicas, que permite anticipar la capacidad del suelo para abastecer a los cultivos.
Díaz Zorita también subrayó la importancia del momento de aplicación. En maíz, el período más eficiente se encuentra entre la séptima y décima hoja, justo cuando el cultivo inicia su máxima acumulación de biomasa. Aplicar fuera de ese rango puede reducir el aprovechamiento del insumo.
Además, señaló que en muchas zonas del oeste argentino, las lluvias entre diciembre y febrero son escasas. Esa limitación hídrica impide que las sales del fertilizante se disuelvan y lleguen a la solución del suelo, lo que compromete la absorción por parte de las plantas.
“Fertilizar no es aplicar productos, es construir ambientes. Si mejoramos las decisiones, mejoramos la producción.Conozcamos nuestros suelos, usemos indicadores adecuados y entendamos que, incluso haciendo lo mismo pero con más criterio, podemos cerrar brechas y avanzar”, concluyó.
Lo que tenes que saber:
En Rosario se realizó el Simposio Fertilidad 2025, donde se discutió la alarmante degradación de los suelos en Argentina.
El 75% de las tierras agrícolas tiene niveles de zinc por debajo del umbral necesario para una producción óptima.
El fósforo, esencial para la nutrición de los cultivos, está por debajo de 20 ppm en el 60% de las tierras.
Expertos del INTA y Fertilizar analizaron 570 muestras de suelo tomadas desde 2011 en distintas regiones productivas.
Las decisiones agronómicas deben considerar nuevos indicadores, como el nitrógeno disponible en condiciones aeróbicas.