El valor del arrendamiento (alquiler) agrícola para la campaña 2025/26 en Córdoba se mantiene firme en términos físicos, con un promedio de 11,5 quintales de soja por hectárea, según la primera estimación publicada por la Bolsa de Cereales de Córdoba. Esta cifra replica el nivel del ciclo anterior, pero medida en dólares, implica una fuerte caída: el monto es el más bajo de los últimos seis años, reflejo directo de la baja en los precios internacionales de la oleaginosa.
Este escenario reafirma una tendencia que se viene consolidando en el agro argentino: los contratos se pactan en quintales de soja, lo que protege al propietario ante la volatilidad del mercado, pero no necesariamente refleja el momento económico de los productores.
Estabilidad en quintales, caída en dólares
De acuerdo al relevamiento de la Bolsa cordobesa, el valor promedio provincial para la nueva campaña 2025/26 se mantiene en 11,5 quintales por hectárea, un nivel similar al de 2024/25, lo cual marca una cierta estabilidad en la demanda de tierras, pese al contexto de márgenes ajustados y cambios macroeconómicos.
Sin embargo, la caída del precio de la soja —que se ubica en torno a los 290 dólares por tonelada FOB— hizo que, al pasar los 11,5 qq a moneda estadounidense, el valor en dólares del alquiler agrícola cayera a unos 334 dólares por hectárea, el nivel más bajo desde la campaña 2019/20, cuando los arrendamientos habían rondado los 320 dólares promedio.

Esto implica que, si bien en quintales no se observa un descenso, la rentabilidad real para el propietario disminuye, y la carga en dólares para el productor también se reduce, aunque no necesariamente los márgenes mejoren, ya que los costos también están dolarizados.
Alquileres agrícolas: diferencias regionales dentro de la provincia
El informe detalla también una marcada heterogeneidad en los valores de alquileres según la zona agroproductiva. En el noreste de Córdoba —zona de mayor productividad— los arrendamientos se ubican en torno a los 13 quintales de soja por hectárea, mientras que en regiones del oeste y sur, con menor potencial de rendimiento, el promedio cae a entre 8 y 10 qq/ha.
La diferencia se explica por la capacidad de respuesta de los suelos ante eventos climáticos y por el potencial de rendimiento esperado. En este sentido, las lluvias de otoño mejoraron el perfil hídrico en buena parte de la provincia, lo que alienta a sostener los niveles de arrendamiento, sobre todo en aquellas zonas donde la rotación de cultivos y el uso de tecnología han permitido sostener los rindes.
Desde la Bolsa de Córdoba destacaron que “el mercado de alquileres sigue muy activo, con un alto nivel de consultas y operaciones cerradas incluso antes de la cosecha de soja”, algo que refleja el grado de competencia por las mejores tierras, a pesar de los desafíos económicos.
Contexto económico y presión sobre los márgenes
A pesar de la baja en dólares del valor de los arrendamientos, los márgenes brutos de los cultivos siguen bajo presión, según analistas privados. “El alquiler en quintales permanece alto en relación con los márgenes actuales. Si bien los fertilizantes han bajado, otros costos como los fitosanitarios, el gasoil y los servicios siguen en niveles elevados”, explicaron desde el mercado.
Por otro lado, la incertidumbre respecto al tipo de cambio, las retenciones y los precios internacionales, juega en contra de una mejora sustancial en las proyecciones del negocio agrícola. Muchos productores están optando por alquilar menos superficie, y concentrarse en los lotes propios o en los de mayor respuesta tecnológica.
Esta campaña también se presenta con un cambio de ciclo político y económico, lo que agrega más variables a la planificación. La continuidad del régimen de reducción temporal de retenciones, que caduca en junio, y la eventual devaluación del tipo de cambio oficial son dos factores que pueden modificar el cálculo de rentabilidad en el corto plazo.
Visión a futuro: ¿sostenibilidad del modelo?
Los analistas coinciden en que el actual modelo de arrendamientos en quintales fijos funciona como una forma de cobertura para los dueños de campo, pero puede no ser sostenible si los precios internacionales continúan a la baja o si se encarecen los insumos clave. En ese caso, el costo fijo en quintales representará una porción mayor de los ingresos del productor.
Algunos operadores ya detectan movimientos hacia acuerdos más flexibles, como contratos con cláusulas de ajuste por precio o productividad, especialmente en campos de menor aptitud, donde se busca compartir el riesgo entre dueño y productor.
Mientras tanto, el arrendamiento agrícola sigue siendo una de las formas más extendidas de explotación agropecuaria en Argentina, especialmente en zonas como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, donde el peso del arrendamiento sobre la superficie cultivada supera en algunos casos el 50%.
Lo que viene: presión impositiva y nuevas campañas
Con la cosecha de soja ya casi finalizada en la región núcleo, la atención ahora está puesta en la siembra de trigo y en la planificación del maíz temprano, cultivos que definen buena parte del calendario de uso de la tierra y, por tanto, de los contratos de alquiler.
Además, muchos productores siguen de cerca el debate fiscal en torno a los derechos de exportación y al impuesto a las ganancias. “Si vuelven las retenciones al nivel anterior y no hay una recomposición de precios, será difícil sostener alquileres tan exigentes”, advirtieron desde la Mesa de Productores de Córdoba.
Para el próximo semestre, la evolución del clima —en especial, la posible reaparición de La Niña hacia fin de año— también será clave para definir los rendimientos esperados, y con ello, la voluntad de pago y renovación de contratos en condiciones similares a las actuales.