El 2024 cierra como un año difícil para el sector de maquinaria agrícola en Argentina, que ha experimentado una caída en ventas y un creciente envejecimiento de su parque de equipos.
La Asociación de Fábricas Argentinas de Tractores (AFAT) estima una reducción de entre el 10 y 15% en las ventas de cosechadoras, debido a la falta de financiamiento adecuado y a la inestabilidad económica. Además, el parque de maquinaria se renueva en promedio cada diez años, lejos de la ideal de cada cuatro años, lo que afecta la productividad.
Un año de ventas bajas y desafíos estructurales
Leandro Brito Peret, director ejecutivo de AFAT, destacó la dificultad de este año, marcado por el impacto de factores como la sequía y la incertidumbre política que retrasaron decisiones de inversión. Aunque a mitad de año las ventas repuntaron en ferias como Expoagro y Agroactiva, los niveles se estabilizaron nuevamente a la baja, y se espera que las ventas totales de maquinaria solo igualen a las de 2023, con una disminución en cosechadoras de entre el 10 y el 15%.
Por otro lado, los altos costos estructurales y fiscales en Argentina encarecen la maquinaria, situándola en una desventaja frente a otros países productores. AFAT señala que la carga fiscal y la infraestructura elevan los precios, y la reciente normativa de adelantar el 55% de los insumos importados también incrementa los costos de producción.
Necesidad de financiamiento adaptado al ciclo agrícola
Carlos Palmieri, vicepresidente de AFAT, mencionó que aunque hay cierto optimismo para 2025, el acceso al crédito sigue siendo un desafío central. Sin financiamiento adecuado, el sector no logra renovar el parque de maquinaria al ritmo necesario para mantener la competitividad.
Según Brito, los créditos deberían ser a largo plazo y adaptarse a los ciclos de la producción agropecuaria, permitiendo a los productores pagar en períodos específicos.
Finalmente, la comparación con Brasil deja en evidencia la brecha en la renovación tecnológica: mientras en Argentina se vende un tractor cada 19,683 toneladas de producción, en Brasil esta cifra se reduce a 4,443 toneladas. Esto refleja un retraso en la incorporación de tecnologías que afecta directamente la eficiencia productiva.