“Mejor ser un perro en tiempos de tranquilidad que un hombre en tiempos de caos” reza una frase tradicional china1/. Con los años, se cree que fue convertida a la cultura popular occidental en la frase más popular “Ojalá te toque vivir tiempos interesantes”.
A los pocos meses del 2020 la humanidad se encontró con el shock de la pandemia de COVID-19. En ese marco, la baja de tasas de interés a nivel internacional y los cambios de posicionamiento de los fondos de inversión fueron de los principales factores que explicaron la fuerte suba de precios internacionales de granos y subproductos en dicho año. Un contexto económico muy complejo marcó la peor recesión mundial en al menos quince años, al tiempo que la situación sanitaria se agravaba alrededor del mundo.
Por su parte, las cadenas de suministro globales también sentían las presiones y la incertidumbre de la pandemia y sus efectos. De julio del 2020 a enero del 2022 el flete para traer importaciones al país se triplicó. Mientras tanto, en el marco de la disparada de precios en los fletes marítimos, la cadena agroindustrial enfrentaba un sobrecosto de US$ 1.850 millones para exportar la cosecha gruesa 2021/22.
La vacunación abrió camino al progresivo regreso a la normalidad. No obstante, la relativa normalidad volvió con marcadas tensiones en conflictos a lo largo del mundo. En febrero del 2022 Rusia invadía Ucrania y un nuevo shock se posaba sobre los mercados de commodities agrícolas. El trigo y los aceites vegetales se disparaban a máximos de décadas, mientras la soja y el maíz marcaban fuertes subas.
Mientras tanto, luego de dos años con tasas cercanas al cero, en marzo de 2022 la Reserva Federal (Fed) de los Estados Unidos daba comienzo a un ciclo alcista de tasas de interés. Éste se estabilizaría con valores por encima del 5% en julio del 2023, niveles que no se veían desde el 2006.
No conforme con ello, con la guerra ya desatada, Rusia y Ucrania comenzaron a priorizar su obtención de divisas. Esto dio lugar a exportaciones de trigo, maíz y aceite de girasol desde estos orígenes a precios más bajos que el resto del mundo, afectando naturalmente al resto de los mercados e impulsando estos valores a sostenidas caídas.
El 2023 trajo una robusta cosecha gruesa en el Brasil, lo que apuntaló de mejor manera el abastecimiento global de cereales y oleaginosas en la última campaña. A contramano, la Argentina se vio atravesada por una de las sequías más graves de las últimas décadas.
Sin embargo, el sendero descendente de precios continuaba mientras China giraba su interés comercial hacia nuestro socio sudamericano. La flamante autorización china para la exportación de maíz brasilero hacia el país asiático recortó el peso estadounidense en ese destino.
El maíz proveniente de Estados Unidos pasó de representar el 80% de las importaciones chinas en 2022 al 29% en 2023 y el 17% en lo que va del 2024. A contramano, el maíz brasilero pasaba de representar el 1% de las importaciones chinas en 2022 al 55% en 2023. Los precios en Chicago tomaban nota y seguían bajando mientras se reacomodaban los flujos globales de maíz.
Las tensiones estratégicas entre Estados Unidos y China vienen recortando el comercio entre ambas potencias. En 2023, y por primera vez en 20 años, el principal socio comercial de Estados Unidos fue México, y no China. La reciente suba de aranceles para sectores estratégicos por parte de los Estados Unidos reafirma ese camino.
Al tiempo que la inversión especulativa en commodities se volvía menos atractiva, los fundamentals del mercado tampoco daban buenas noticias para los precios internacionales. La expectativa de cosechas récord nuevamente en Brasil y la recuperación argentina daban fuerza a las bajas de precios hacia principios del 2024.
Las tendencias hacia abajo de las cotizaciones estaban acercando los precios nuevamente a valores del 2020. Febrero del 2024 marcó el máximo posicionamiento neto vendido de los fondos en la historia para el maíz, hito que se alcanzó en marzo en el caso de la soja.
No obstante, sobre finales de abril llegaron las inéditas inundaciones en Rio Grande Do Sul. Este desastre natural, acompañado de los riesgos de sequía en el Mar Negro y en los Estados Unidos, vienen afectando el panorama de precios desde entonces, cortando con la tendencia bajista que se venía observando en los últimos meses.
En todo este período, si partimos desde el 2020 hasta nuestros días, nos encontraremos con que los precios de los principales productos del agro tuvieron el triple de volatilidad que en los cinco años anteriores. El precio conjunto de los tres principales cultivos argentinos (soja, maíz y trigo) tuvo la mayor volatilidad de precios, con sus valores oscilando 3 veces más que en el período 2015 – 2019.
El aceite de soja, por su parte, tuvo 2,5 veces más volatilidad en los últimos 4 años y medio que en el quinquenio anterior. Asimismo, la harina de soja fue el producto que experimentó un cambio menor en su volatilidad, y aun así fue un 60% más volátil en los últimos años que en el período 2015-2019.
Además de las dinámicas productivas y las tasas de interés, los últimos años suman con más peso al calentamiento global y a la geopolítica como elementos con influencia sobre los precios internacionales de los commodities. El futuro, naturalmente, es incierto. Sin embargo, nada indica que estos últimos factores vayan a perder peso en los años venideros. Lejos de eso, la coyuntura reciente de la política internacional y el cambio climático parecen seguir augurando “tiempos interesantes” para lo que viene.
1/ 宁为太平犬,不做乱世人 en chino simplificado. La expresión proviene del volumen 3 de la colección “Historias para despertar al mundo” del escritor chino Feng Menglong, publicado en 1627. Curiosamente, no hay registros conocidos que den cuenta de una frase que pueda traducirse de manera literal desde el chino como “Ojalá te toque vivir tiempos interesantes”.