¿Qué tienen en común los mejores platos de sushi de Japón, un risotto en Italia y un clásico arroz con pollo en Argentina? La respuesta está en el arroz, y no cualquier arroz, sino en variedades argentinas que han dado que hablar en cocinas de América Latina, Europa y Asia. El INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) viene trabajando en el desarrollo de un arroz que no solo rinde mejor, sino que también compite con los mejores en calidad y sabor.
Desde hace más de 30 años, el equipo de investigación del INTA en Concepción del Uruguay, Entre Ríos, se ha volcado a la creación de nuevas variedades de arroz. En estos años, lograron mejorar los rendimientos y la calidad culinaria e industrial, generando un impacto económico que se estima en unos increíbles US$ 1926 millones. Y este es solo el comienzo de una historia que está ganando espacio en las cocinas de todo el mundo.
Innovación que va más allá del arroz
El arroz argentino es uno de los tres cereales más sembrados y el más consumido por el ser humano en todo el mundo. Es también una de las especies vegetales más estudiadas por los científicos, ya que tiene un genoma pequeño y sencillo. De hecho, fue la primera planta cuyo genoma completo fue descifrado en 2001. Gracias a esto, el Programa de Mejoramiento Genético de Arroz del INTA no ha dejado de avanzar en el desarrollo de variedades que mejoran la producción y optimizan el cultivo.
Allá por los años 80, cuando el programa del INTA se renovó, el arroz argentino dependía de genética extranjera: variedades que rendían bien en el campo pero dejaban mucho que desear en calidad. Los consumidores en mercados exigentes, como el japonés o el europeo, no se conforman solo con buenos rendimientos; buscan calidad en el grano, una textura perfecta y ese aroma que despierta el apetito. Y la genética extranjera simplemente no daba la talla.
José Colazo, investigador del INTA en Concepción del Uruguay, recuerda aquellos tiempos. “La falta de calidad limitaba al arroz argentino en los mercados de alto valor”, explica Colazo. Además, en lo productivo, los agricultores enfrentaban un problema complicado: el arroz rojo. Esta maleza se convertía en una plaga imposible de erradicar una vez que invadía el campo, afectando el rendimiento y generando grandes pérdidas.
Fue entonces cuando el INTA decidió cambiar el rumbo. La estrategia se orientó al desarrollo de variedades nacionales que no solo rindieran bien, sino que también resistieran a las malezas y destacaran en calidad culinaria e industrial. Hoy, el arroz argentino se diferencia en el mundo, y el camino que iniciaron en los 80 sigue dando frutos.
Variedades que sorprenden a chefs y consumidores
Las diez variedades que el INTA ha desarrollado hasta ahora han dado excelentes resultados y ampliado las posibilidades del arroz argentino en el mercado global. En los últimos años, variedades como Camba INTA PROARROZ, PUITA INTA CL, GURI INTA CL, ÑU POTY INTA CL, MEMBY PORA y ANGIRU INTA CL ganaron terreno en mercados internacionales gracias a su calidad y rendimiento. Y no son solo nombres exóticos: detrás de cada una hay años de investigación, pruebas y mejoras genéticas.
Por si fuera poco, el INTA no se conformó con lo logrado. Actualmente, está en proceso de inscribir nuevas variedades con características específicas que apuntan a diferentes tipos de cocina. Entre las nuevas creaciones se encuentran INTAMati, un tipo largo fino aromático ideal para platos gourmet; ArborINTA, pensado para la cocina mediterránea; y KoshINTA, un arroz de grano corto perfecto para el sushi. Estas nuevas opciones le permiten al arroz argentino seguir expandiéndose y conquistar nuevos mercados con propuestas que se ajustan a gustos y tradiciones culinarias de otros continentes.
Tecnología que da ventaja al arroz argentino
Entre las innovaciones del INTA, una de las más importantes ha sido la tecnología Clearfield, que desarrollaron para el control de la maleza conocida como arroz rojo. Esta tecnología ha trascendido las fronteras de Argentina y se ha convertido en una herramienta fundamental en los programas de mejoramiento de arroz en toda América Latina. No solo permite mejorar la calidad del arroz, sino que ayuda a los productores a obtener mayores rendimientos en cada cosecha.
El impacto económico de estas innovaciones es asombroso. Un estudio de la Universidad de Arkansas en Estados Unidos determinó que las variedades del INTA generaron una ganancia genética de 59 kilos por hectárea al año, lo cual se traduce en un impacto de US$ 1926 millones desde 2007 hasta la fecha. Álvaro Durand, economista agrícola de la Universidad de Arkansas, explica que este impacto económico se calculó considerando la ganancia genética promedio de cada variedad, el área sembrada en Argentina, Brasil y Uruguay, y el precio promedio que obtienen los productores.
El estudio, basado en casi 30 años de datos, resalta cómo un pequeño programa de mejoramiento puede tener un impacto considerable cuando las variedades desarrolladas son aceptadas y adoptadas por los productores. Además, Durand señala que el arroz del INTA también contribuyó a la sostenibilidad del sector gracias a sus innovaciones en control de malezas y resistencia a enfermedades.
Arroz resistente y listo para nuevos desafíos
El trabajo del INTA no se detiene. Hoy, el programa de mejoramiento genético enfrenta nuevos desafíos, como el desarrollo de variedades resistentes al hongo Pyricularia oryzae, responsable del quemado del arroz, una enfermedad que afecta seriamente el rendimiento. Para enfrentar esta amenaza, el INTA está trabajando en variedades que combinan alta productividad y calidad con resistencia a esta enfermedad.
En esta línea, el programa del INTA ha avanzado mucho en una nueva variedad conocida como Cr 1329, que pronto estará disponible para los productores. Esta variedad no solo promete altos rendimientos y calidad en el grano, sino que también resiste al quemado del arroz, algo que los productores venían esperando desde hace tiempo.
Además, el programa sigue explorando nuevas fuentes de resistencia a herbicidas, esenciales para el control de malezas y la sostenibilidad de la producción. Entre las tecnologías en desarrollo se encuentran Provisia, de BASF, y SUR-15, una tecnología creada en el programa del INTA. Ambas permiten mejorar el rendimiento y asegurar la calidad de cada grano, adaptándose a las necesidades de los productores y contribuyendo a un sistema de producción más equilibrado y eficiente.
Innovación genética para el futuro
El trabajo en el mejoramiento genético del arroz es un proceso que requiere paciencia y precisión. Según Mariano Durand, otro de los investigadores del INTA en Concepción del Uruguay, el desarrollo de cada variedad puede llevar hasta diez años. Para reducir estos tiempos, el INTA recurre a tecnologías avanzadas como la visión computacional, que permite analizar de manera rápida y precisa características del arroz asociadas a su calidad.
Además, en los últimos años el INTA comenzó a aplicar técnicas de edición génica, una herramienta biotecnológica que permite modificar el ADN de la planta de manera precisa. “Esta técnica facilita el desarrollo de variedades con características específicas, optimizando recursos y acelerando los procesos de selección”, explica Durand.
Estas tecnologías, sumadas a otras metodologías innovadoras, aseguran que el arroz argentino continúe evolucionando y mantenga su competitividad en el mercado global. Con cada nueva variedad, el INTA busca responder a las necesidades del sector y garantizar que el arroz argentino siga conquistando los platos más exquisitos del mundo.
