Hernán Sainz Rozas –especialista del INTA Balcarce, Buenos Aires– disertó sobre la importancia de los suelos en la producción de alimentos. Fue en la charla “Invisible pero imprescindible. No se ve, pero es el futuro”, en el congreso de Aapresid que se realiza hasta el 9 de agosto en La Rural.
Los suelos son la base de la producción alimentaria, de hecho, el 95 % de los alimentos que se consumen en el mundo los involucran directa o indirectamente. Con el objetivo de ponerlos en valor, Hernán Sainz Rozas –especialista del INTA Balcarce, Buenos Aires– junto con Ana María Vidal de Lamas –subsecretaria de Ambiente de Nación–, María Beatriz “Pilu” Giraudo –vicepresidente del INTA–, Mariano López Mazzeo –Barbechando– y Marcelo Arriola –Aapresid– brindó información para la toma de decisiones estratégicas en áreas agrícolas clave de la Argentina. Fue en el marco de la charla “Invisible pero imprescindible. No se ve, pero es el futuro”, que se realizó en el congreso de Aapresid.
En este marco, se hizo hincapié en la articulación público-privada y su valor fundamental. Como moderadora de la exposición, Giraudo –vicepresidente del INTA– destacó que, con compromiso y responsabilidad, se debe trabajar hoy para cuidar el futuro. Se trata de contar con el conocimiento al alcance que permita obtener diferentes diagnósticos para la toma de decisiones. Incluidos el diseño y la aplicación de políticas públicas adecuadas.
En este sentido, Vidal de Lamas –subsecretaria de Ambiente de la Nación– afirmó que “para lograr la sinergia, la articulación estratégica y la potencialización desde una mirada federal, amplia, colaborativa, y sobre todo transversal, queremos conectar dos mundos diferentes, pero que puedan actuar en forma conjunta”.
Y agregó: “El suelo sustenta todas las actividades. Debemos satisfacer la demanda futura mitigando impactos en el presente en relación con la seguridad alimentaria y la preservación de los recursos naturales”.
El relevamiento que presentó Sainz Rozas incluyó 349 sitios -del NOA y NEA- seleccionados mediante una grilla de 25 por 25 kilómetros en áreas predominantemente agrícolas. Las muestras de suelo fueron analizadas tanto en condiciones prístinas como bajo uso agrícola y se midieron la materia orgánica, el calcio, el magnesio, el pH, los macronutrientes y los micronutrientes. Los resultados fueron mapeados con los métodos de interpolación que mejor predijeron los valores de las variables estudiadas.
En esta línea, se determinó un incremento del pH del suelo que puede llevar a incrementar las deficiencias de algunos micronutrientes (Fe y Zn). Por el contrario, la disponibilidad de P se redujo del 15 al 62 % en comparación con los suelos prístinos. Los cationes básicos como el Ca, Mg y K se redujeron del 1 al 15 %, del 3 al 20 % y del 6 al 33 % respecto de los suelos prístinos, respectivamente. En cuanto a los micronutrientes, el cinc y el B fueron los nutrientes que más se vieron afectados por la agricultura, con reducciones de hasta el 79 y 61 %, respectivamente, respecto a los suelos prístinos. Por lo tanto, una vasta área de los suelos del NOA y NEA podrían presentar deficiencias. En cuanto al hierro, el área central de Santiago de Estero mostró suelos con valores que podrían ser deficitarios.
Además, se sugiere incluir en los análisis de rutina del suelo a los cationes básicos mencionados, principalmente el K, y también en algunas áreas los micronutrientes potencialmente deficientes como el Zn, el B y el Fe.
A partir de los resultados del estudio, “se recomienda aumentar el ingreso de carbono al suelo con prácticas como la intensificación de las secuencias, los cultivos de cobertura y las pasturas”, señaló el especialista del INTA y agregó: “Además, se debe monitorear permanentemente el pH de los suelos ya que es un factor clave en la disponibilidad de nutrientes”.