Luis Caputo, ministro de Economía de Argentina, viajará esta semana a Washington para asistir a la Reunión Anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Aunque su participación en los eventos oficiales es importante, la verdadera relevancia de este viaje radica en las reuniones privadas que mantendrá con el objetivo de destrabar financiamiento internacional para el país. Caputo viajará acompañado por el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y el secretario de Finanzas, Pablo Quirno.
Reuniones clave en medio de un contexto incierto
Si bien la agenda oficial incluye su participación en la Asamblea General de Gobernadores y en varias reuniones del G20, la atención está puesta en los encuentros informales y las negociaciones que Caputo mantendrá fuera del programa. Estas conversaciones son fundamentales en un momento en el que las relaciones con el FMI son tensas y no mostraron avances significativos, a pesar de algunos gestos recientes del organismo hacia Argentina.
En las últimas semanas, el FMI aceptó dos importantes pedidos del gobierno argentino. Primero, reemplazó al chileno Rodrigo Valdés como jefe de la misión para Argentina, un movimiento que fue bien recibido por el gobierno de Caputo. Segundo, el organismo aprobó un recorte en los sobrecargos sobre los préstamos, lo que podría generar un ahorro de hasta 3.000 millones de dólares para el país en 2024. Sin embargo, estas concesiones no han producido cambios sustanciales en las negociaciones.
Revisión del acuerdo y obstáculos en el camino
Actualmente, el FMI está llevando a cabo la octava y novena revisión del acuerdo firmado en 2022 por el entonces ministro Martín Guzmán. Si se completan sin inconvenientes, Argentina recibirá un desembolso de 1.200 millones de dólares, aunque las verdaderas negociaciones se centran en cómo se manejarán los 43.000 millones de dólares que el país aún debe al organismo.
Un punto de fricción en las conversaciones es el manejo del tipo de cambio. Aunque no se ha expresado abiertamente, el FMI parece reacio a permitir que los dólares del préstamo se utilicen para sostener el actual valor del peso. Este aspecto es motivo de controversia en las negociaciones previas, y sigue siendo un desafío para el equipo de Caputo.
De cara a 2025, el país debe enfrentar pagos por unos 3.000 millones de dólares al FMI, una cifra que podría manejarse si se logra regresar a los mercados internacionales de deuda. La esperanza del gobierno es que una eventual victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos cambie el escenario geopolítico y facilite un acuerdo más favorable.
Expectativas moderadas y desafíos por delante
A pesar de los esfuerzos de Caputo y su equipo, las expectativas sobre este viaje son cautas. Fuentes cercanas al ministro han evitado generar optimismo desmedido, conscientes de que las negociaciones podrían no producir resultados inmediatos. En Washington, los rumores sugieren que el FMI sigue receloso de cualquier acuerdo que implique el desembolso de nuevos fondos sin garantías claras.
En este contexto, la figura del viceministro José Luis Daza podría ganar protagonismo. Con una extensa carrera en Estados Unidos y sólidas relaciones en organismos internacionales, Daza podría ser el encargado de manejar las discusiones más delicadas con el FMI, en un intento por alcanzar un acuerdo que permita a la Argentina alivianar su carga financiera y encarar el 2025 con mayor estabilidad.
El viaje de Caputo a Washington es observado de cerca, no solo por el FMI, sino también por los mercados y los actores políticos locales, en un contexto económico y político altamente volátil.