Un productor agropecuario de Roldán, Santa Fe, encendió la polémica al publicar una carta abierta que denuncia con crudeza el impacto acumulado de las retenciones sobre el campo argentino. El autor, Jorge Esponda, asegura que en 22 años el Estado le quitó más de 16.000 dólares por hectárea, y comparó esta política con el famoso “exprópiese” del chavismo venezolano. El blanco principal de su crítica fue el modelo kirchnerista de apropiación de renta agrícola, que según su visión “convirtió al productor en un esclavo fiscal”.
“Durante más de dos décadas fuimos despojados. El resultado es ese número obsceno: 16 mil dólares por hectárea. Nadie nos los va a devolver”, escribió Esponda.
La carta, que comenzó a circular en redes sociales y medios especializados, volvió a poner sobre la mesa el histórico reclamo del agro contra los derechos de exportación, una herramienta que se consolidó durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y que luego se mantuvo con distintas intensidades hasta la actualidad.
Cómo se llega a los US$16.000 por hectárea: un modelo basado en quitar
En su análisis, Esponda hace una reconstrucción histórica de las campañas agrícolas desde 2002 hasta 2024, considerando la superficie sembrada, los precios internacionales y las alícuotas de retenciones vigentes. A partir de esos datos, calcula que por cada hectárea cultivada, el Estado capturó, en promedio, US$727 por año. Multiplicado por 22 campañas, el resultado asciende a US$16.000 por hectárea, una cifra que refleja —según sus palabras— el grado de “confiscación sistémica” ejercido sobre el sector productivo.
“No fue un impuesto más, fue un mecanismo constante de transferencia forzada de riqueza. Se llevaron todo y no dejaron nada”, denuncia.
La carta también señala que los productores no recibieron a cambio ni rutas, ni infraestructura, ni alivios impositivos, sino lo contrario: más regulaciones, controles y costos crecientes. “El Estado no sembró, no cosechó, no asumió riesgos climáticos ni financieros. Pero año tras año, retuvo una parte creciente de nuestro trabajo”, afirma.
El “exprópiese” argentino: del chavismo al modelo K
Con una carga simbólica fuerte, Esponda equipara las retenciones argentinas al “exprópiese” que usaba Hugo Chávez para justificar la confiscación de propiedades privadas en Venezuela. En su carta, sostiene que la apropiación de renta agrícola no difiere, en la práctica, de las expropiaciones autoritarias, aunque se haga bajo marco legal.
“Lo que Chávez hacía a viva voz con sus expropiaciones, acá lo hicimos con resoluciones, decretos y boletines oficiales”, escribió.
La crítica apunta directamente al kirchnerismo, al que acusa de haber instaurado un modelo de financiamiento público basado en la “depredación fiscal del campo”. También recuerda momentos como el conflicto de 2008 por la resolución 125, que buscaba imponer retenciones móviles, y los años donde el tipo de cambio artificial y los cupos de exportación sumaron nuevos obstáculos a la rentabilidad agropecuaria.
El reclamo persiste: ¿y la promesa de eliminar las retenciones?
Aunque el actual gobierno de Javier Milei asumió con el compromiso de eliminar gradualmente los derechos de exportación, el tributo sigue vigente y genera tensiones con el sector. Productores como Esponda interpretan que la estructura impositiva heredada del kirchnerismo se sigue reproduciendo, aunque con otro discurso político.
“Hoy la inflación baja, pero la presión fiscal se mantiene. Nos prometieron que se iban a terminar los atropellos, pero seguimos pagando”, subraya.
La carta también es una interpelación al presente. Más allá del repaso histórico, Esponda exige que se abra un debate real sobre el rol del Estado en la economía y que se reconozca el peso injusto que han soportado los productores durante dos décadas. “No pedimos subsidios ni prebendas, solo que dejen de quitarnos lo que es nuestro”, cierra.
Un mensaje que resuena en el interior productivo
La carta de Jorge Esponda no es solo un grito individual. Representa el hartazgo de miles de productores que durante años vieron cómo el esfuerzo del campo servía para sostener estructuras estatales ineficientes, sin recibir una mejora proporcional en servicios, caminos, conectividad o infraestructura.

En un momento donde el campo vuelve a ser clave para el ingreso de divisas —gracias a la cosecha gruesa y a la baja temporal de retenciones—, el debate sobre el futuro del sistema tributario agropecuario se reactiva. Y voces como la de Esponda recuerdan que la memoria fiscal del productor argentino está marcada por una herida que aún no cicatriza: la del modelo kirchnerista de exacción permanente.