Las exportaciones de cereales ucranianos se reanudaron este miércoles después de que Rusia volviera a un acuerdo que establece un corredor marítimo seguro en el mar Negro y que resulta clave para aliviar la inseguridad alimentaria global.
El encargado de comunicar el restablecimiento del pacto, mediado por la ONU y Turquía, fue el presidente de este último país, Recep Tayyip Erdogan, que ante el Parlamento informó que la reanudación se logró tras una llamada telefónica entre los ministros de Defensa turco y ruso.
El Ministerio de Defensa ruso confirmó luego su regreso al acuerdo tras haber recibido “garantías escritas” de Ucrania sobre la desmilitarización del corredor utilizado para el transporte de granos.
“Rusia considera que las garantías que recibió hasta ahora parecen suficientes y reanuda la aplicación del acuerdo”, aseguró la cartera en un comunicado citado por la agencia de noticias AFP.
El secretario general de la ONU, António Guterres, otro garante del acuerdo, “celebró” la decisión del Kremlin.
Desde que se instauró el pacto, cerca de 10 millones de toneladas de granos ucranianos pudieron ser exportadas a través del mar Negro.
De acuerdo a la ONU, el convenio salvó a 100 millones de personas de caer en la extrema pobreza al aliviar la crisis alimentaria global y contribuyó a rebajar significativamente el precio del trigo.
Según los términos del acuerdo, sellado en julio y con vigencia por 120 días, los barcos que entran y salen de Ucrania son inspeccionados por un equipo conjunto de funcionarios turcos, de la ONU, ucranianos y rusos.
Previo a su firma, Ucrania, gran exportador de granos, tenía bloqueada su producción debido a los combates por la guerra iniciada en febrero, mientras que Rusia, otra potencia agrícola, no podía vender sus fertilizantes y sus cereales debido a las sanciones occidentales.
Ambos países producen un tercio del trigo mundial y sus exportaciones son claves para la seguridad alimentaria de países en vías de desarrollo.
Sin embargo, Moscú anunció el sábado pasado que suspendía indefinidamente su participación después de acusar a Ucrania de un “masivo” ataque contra su flota del mar Negro localizada en Crimea.
Una serie de llamadas telefónicas en los últimos días entre funcionarios rusos y turcos, incluida una ayer entre Erdogan y el presidente ruso Vladimir Putin, y la mediación de la ONU, parecen haber convencido a Moscú de reconsiderar su postura.
No obstante, Putin advirtió que Rusia se reservaba el derecho a “retirarse” del acuerdo “en caso de violación de esas garantías” ofrecidas por Ucrania.
Durante un encuentro con la cúpula de seguridad, el líder ruso reivindicó que el pacto se concibió para mejorar la seguridad alimentaria en países pobres, pero aseguro que estas naciones apenas recibieron el 4 por ciento de las exportaciones.
Casi la mitad de la carga fue a parar a países de la Unión Europa (UE), aseguró, de acuerdo a lo que consignó la agencia de noticias Europa Press.
Estos argumentos de Moscú son los que igualmente ponen en duda que el pacto, que rige hasta el 19 de noviembre, sea extendido.
En medio de estas tensiones diplomáticas, el temor a un potencial ataque nuclear en Ucrania se acentuó después de que el gobierno estadounidense se declarara “cada vez más preocupado por la posibilidad” de que eso ocurra, según las palabras del portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby.
Unas declaraciones que siguieron a la información aparecida en el diario New York Times, según la cual, jefes militares rusos habrían discutido recientemente sobre la posibilidad de utilizar un arma nuclear táctica en Ucrania, es decir, una bomba menos potente que una ojiva nuclear clásica.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó de “irresponsable” que los medios occidentales “exageren deliberadamente el tema de las armas nucleares”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores ruso indicó en un comunicado que “la máxima prioridad es evitar cualquier enfrentamiento militar entre potencias nucleares”, algo que tendría “consecuencias catastróficas”.
Recientemente, Rusia acusó a Ucrania de intentar dotarse de una “bomba sucia”, unas acusaciones que Kiev y sus aliados occidentales rechazaron, considerando que Moscú las podría estar utilizando como pretexto para una escalada militar, habida cuenta de los reveses registrados por sus tropas en el terreno.
En el frente, el Estado Mayor ucraniano informó de combates, principalmente en el este, y de bombardeos contra 25 localidades del este, el centro y el sur.
El gobernador de la provincia oriental de Donetsk, Pavlo Kyrylenko, informó de la muerte de cuatro civiles en las últimas 24 horas.
El lunes, Rusia llevó a cabo una nueva serie de bombardeos masivos contra infraestructuras críticas ucranianas, lo que provocó cortes de agua y luz, sobre todo en la capital, Kiev.
El operador ucraniano, Ukrenergo, anunció ayer nuevas restricciones de luz, y el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, prometió desplegar mil puntos de calefacción para que los habitantes afronten el invierno.
El presidente ucraniano, Volodomir Zelenski, indicó que los ataques rusos habían dañado el 40% de las instalaciones energéticas de Ucrania, lo que llevó al país a detener las exportaciones a la Unión Europea, donde los precios se están disparando.