La soja retrocede y deja un vacío de más de dos millones de hectáreas en la campaña agrícola 2025/26. En un contexto de precios internacionales deprimidos y una presión fiscal que no da tregua, el cultivo estrella del modelo argentino pierde competitividad. La caída proyectada del 11,3% en el área sembrada respecto del ciclo anterior no solo refleja el desánimo de los productores, sino que pone en jaque la sostenibilidad de todo el sistema agroexportador.
Según los datos más recientes del Radar Agrícola CREA, elaborados a partir de la Encuesta SEA CREA de julio, esta retracción en la superficie de soja es acompañada por un retroceso del 6,8% en el trigo y del 0,8% en la cebada. También se anticipa una fuerte baja en la siembra de sorgo. En contrapartida, los productores apuestan a cultivos alternativos como el maíz, que se recupera tras un año crítico, y el girasol, que crecería más del 30% en superficie.
El impuesto que sofoca al poroto
El derecho de exportación del 33% sobre la soja es el principal factor que desalienta su cultivo. Ariel Angeli, líder de la Unidad de I+D de CREA, advierte: “Con estos niveles de retenciones y precios internacionales bajos, el 80% de la superficie argentina no tiene viabilidad económica para sembrar soja en esta campaña”. Esta afirmación se apoya en el hecho de que la oleaginosa dejó de ser rentable en vastas zonas del país, incluso aquellas con buenos perfiles hídricos tras las lluvias del otoño.
Las consecuencias ya se hacen visibles: menos hectáreas sembradas implican menos producción y, por ende, menos ingreso de divisas, una variable clave para la economía argentina. “Esto también afectará la recaudación por retenciones, que el propio Gobierno busca sostener como fuente fiscal”, agrega Angeli.
Incertidumbre que congela inversiones
La caída del área sembrada no es el único síntoma de esta coyuntura adversa. La encuesta de CREA, realizada entre 1399 empresarios agropecuarios, reveló que el 43% no considera que sea momento para invertir. Un año atrás, ese porcentaje era menor y las expectativas eran más optimistas: 58% creía que su situación mejoraría. Hoy, esa proporción bajó a 43%, señalando un cambio de clima entre los productores.
La posible desinversión tecnológica preocupa aún más que la retracción del área. En los últimos años, muchos productores mantuvieron sus rendimientos gracias a un paquete tecnológico intensivo. Si esa variable también se reduce, el impacto sobre la producción podría ser mayor al proyectado.
El mapa agrícola se contrae
El total del área agrícola nacional para 2025/26 se estima en 34,5 millones de hectáreas, lo que representa una baja del 2,3% respecto al ciclo anterior. Si bien hay una mejora parcial con el maíz y el girasol, no alcanza a compensar la pérdida de superficie de la soja, históricamente el cultivo de mayor cobertura.
“El retroceso de la soja no solo implica un ajuste en la superficie sembrada. También significa un cambio estructural en la matriz productiva del país”, explica un técnico CREA del norte bonaerense. “Muchos productores están buscando alternativas más defensivas frente al riesgo climático y económico”.
El avance del girasol también está asociado a factores de adaptación: se comporta mejor en ambientes marginales, requiere menos inversión inicial y, ante la falta de un esquema de retenciones tan elevado como el de la soja, ofrece mejores márgenes netos.
Oportunidades perdidas en el invierno
A pesar de que las reservas hídricas eran óptimas en muchas regiones tras las lluvias otoñales, no se concretaron las intenciones récord de siembra de cultivos de invierno. Angeli lo atribuye a la falta de señales claras desde el Gobierno: “La ventana de siembra estaba abierta, pero sin previsibilidad macroeconómica ni estímulos, muchos productores optaron por esperar”.
Este panorama muestra cómo las decisiones productivas están condicionadas por la coyuntura, más allá del clima. “Estamos en plena etapa de definiciones para los granos gruesos”, advierte Angeli. “Con las señales adecuadas, todavía se podría revertir parte del retroceso, pero el tiempo apremia”.
Un modelo en revisión
La soja retrocede y sugiere un cambio profundo en el modelo agrícola argentino. La conjunción de retenciones elevadas, baja rentabilidad y un entorno macroeconómico incierto lleva a los productores a repensar sus estrategias. Las cifras del Radar CREA no solo alertan sobre el presente: anticipan un 2025/26 con menores ingresos, menor actividad económica en el interior y menor capacidad de generar dólares genuinos.
El país está a tiempo de dar un giro. Pero sin medidas concretas, el retroceso de la soja será apenas la primera ficha en caer dentro de un sistema que hoy camina sobre una cuerda floja.
















