La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) encendió las alarmas tras confirmar que Europa atraviesa el peor brote de fiebre aftosa desde comienzos de siglo, con nuevos focos en Europa Central y la aparición de una cepa exótica en Medio Oriente. Las autoridades veterinarias de distintos países intentan contener la propagación del virus, mientras la FAO instó a aplicar medidas urgentes de vigilancia, bioseguridad y vacunación.
La fiebre aftosa vuelve a golpear europa: preocupación en toda la región
La enfermedad, que no afecta a los humanos pero sí a animales de pezuña hendida como bovinos, porcinos y ovinos, impacta de manera directa en la productividad ganadera y en el comercio internacional. Su presencia obliga a detener exportaciones, aislar zonas enteras y, en casos extremos, sacrificar animales infectados o en riesgo.
En Hungría, se detectaron brotes activos durante abril, que luego se propagaron hacia Eslovaquia. Alemania, que había logrado contener un foco en enero, intensificó sus controles sanitarios en zonas fronterizas. Frente a este panorama, el Reino Unido prohibió importaciones de carne y lácteos desde los países involucrados, entre ellos Austria, cuya cercanía con los focos genera preocupación.
Según la FAO, este es el peor brote de fiebre aftosa en Europa desde 2001, año en que el continente enfrentó una grave crisis zoosanitaria con pérdidas millonarias y paralización de los mercados.
Cepa exótica avanza en medio oriente y amenaza con expandirse
El organismo internacional también alertó sobre la detección del serotipo SAT1 en Irak, Bahréin y Kuwait, una variante poco frecuente en esa región. Este virus, originario de África oriental, podría haberse introducido por movimientos de animales sin control sanitario, y plantea un riesgo para países vecinos como Arabia Saudita, Irán y Jordania.
La situación preocupa especialmente porque el serotipo SAT1 no forma parte de las vacunas convencionales utilizadas en Medio Oriente, lo que deja a millones de cabezas de ganado vulnerables frente al virus. La FAO sugirió revisar los planes de vacunación y ajustar las estrategias de inmunización ante esta amenaza.
Impacto económico global: pérdidas por más de 21 mil millones de dólares
Aunque la fiebre aftosa no es una zoonosis, sus consecuencias sobre la producción animal son devastadoras. Provoca fiebre alta, lesiones en pezuñas y boca, reducción drástica del rendimiento en leche y carne, y alta mortalidad en animales jóvenes.
La FAO estima que los daños directos y los costos vinculados a la prevención superan los 21 mil millones de dólares anuales. A esto se suman las pérdidas por restricciones comerciales impuestas a países con focos activos.
En este contexto, las exportaciones de carne y productos derivados quedan bloqueadas automáticamente cuando se detecta un brote, lo que genera fuertes impactos en la economía de los países afectados, especialmente en zonas rurales dependientes de la ganadería.
Recomendaciones urgentes de la fao: bioseguridad, vacunación y control del transporte
Frente al avance del virus, la FAO recomendó a los gobiernos redoblar los esfuerzos en capacitación, vigilancia epidemiológica y bioseguridad en predios rurales. También pidió implementar controles más estrictos en el transporte de animales vivos y productos de origen animal, ya que este suele ser un canal clave en la diseminación del virus.
Entre las medidas propuestas se destacan:
Separar y aislar animales enfermos o con signos clínicos compatibles.
Limitar el transporte de animales sin control veterinario previo.
Asegurar la limpieza y desinfección de instalaciones, camiones y mercados rurales.
Utilizar vacunas de alta calidad adaptadas a los serotipos circulantes.
Revisar los planes de contingencia y los sistemas de alerta temprana.
Además, la FAO instó a los países europeos y de Medio Oriente a trabajar de forma coordinada para evitar la expansión transfronteriza del virus, que podría generar un escenario de crisis sanitaria aún mayor.
Europa busca evitar una crisis ganadera como la de 2001
El brote actual ha reavivado los temores de una situación similar a la que vivió Europa en 2001, cuando millones de animales fueron sacrificados en Reino Unido, Países Bajos y otros países del continente. Las imágenes de fosas comunes y piquetes sanitarios aún están presentes en la memoria del sector agropecuario.
Aquella crisis transformó las políticas de sanidad animal, impulsó la creación de sistemas de alerta y fortaleció los controles sanitarios fronterizos. Sin embargo, la aparición de nuevos serotipos y el aumento de los flujos comerciales y migratorios vuelven a poner a prueba los sistemas de prevención.
La FAO destacó que las condiciones climáticas cambiantes, la intensificación ganadera y la globalización del comercio son factores que favorecen la aparición de enfermedades animales emergentes. Por ello, pidió inversiones públicas y privadas en infraestructura veterinaria, investigación y desarrollo de vacunas más eficientes.