A pocas semanas del inicio de la siembra de cultivos invernales, Chacraservicios vuelve a redoblar su apuesta por la camelina. La compañía, nacida de la alianza entre Bunge y Chevron Renewable Energy Group, busca posicionar esta oleaginosa como alternativa rentable y sustentable para ocupar los millones de hectáreas que cada invierno quedan en barbecho en Argentina.
“El momento para decidir es ahora”, advirtió Martín Beaudeant, gerente de Producción de Chacraservicios, en diálogo con Palabra de Campo. “Estamos a un mes de la siembra y es cuando el productor define qué hacer con ese lote que no irá a trigo ni a una fina tradicional. Camelina entra perfectamente en esa planificación, porque permite producir donde antes solo se hacía barbecho químico”, explicó.
Beaudeant señaló que la camelina se adapta muy bien a los planteos de rotación intensificada, sin competir con el cultivo posterior. Su ciclo corto —de entre 120 y 130 días— permite cosechar en noviembre y dejar liberado el lote para soja o maíz tardío. “El modelo agrícola hoy exige eficiencia puertas adentro. Camelina suma margen sin comprometer el cultivo de verano”, aseguró.
Una oleaginosa que suma margen y mejora el suelo
Según los registros de la empresa, en 2024 se sembraron 22.000 hectáreas de camelina con más de 500 productores, de los cuales el 50 % repitió la experiencia. Para esta campaña, el objetivo es alcanzar entre 25.000 y 30.000 hectáreas, ampliando la red de lotes certificados y producción con bajo impacto ambiental.
“El negocio del campo hoy es netamente productivo”, enfatizó Beaudeant. “Ya no nos salva un tipo de cambio o un precio internacional: hay que lograr que cada hectárea facture lo máximo posible sin aumentar los costos. Por eso camelina es una excelente opción. Te permite generar una renta de 200 a 300 dólares por hectárea —dependiendo del rendimiento— y mantener la eficiencia de la soja que se siembra después”.
Además del aporte económico, camelina brinda beneficios agronómicos relevantes: cobertura del suelo durante el invierno, competencia contra malezas, raíces pivotantes que favorecen la infiltración y mejoras en la estructura del lote. “Muchos productores nos eligen por eso también. Porque es una forma de cuidar el recurso sin resignar rentabilidad”, afirmó.
Asistencia técnica desde la siembra hasta la cosecha
Una de las claves del proyecto es el modelo de acompañamiento personalizado que Chacraservicios desarrolla con cada productor. El cultivo tiene desafíos particulares: su grano es 40 veces más pequeño que el trigo, lo que exige una siembra precisa y una cosecha cuidadosamente regulada. “Decimos siempre que hay que volver a hacer agronomía”, expresó Beaudeant. “No alcanza con dejar la bolsa de semillas: hay que estar en el lote, controlar la implantación y asegurar que el contratista coseche bien ese grano tan chiquito”.
Por eso, la empresa ofrece visitas técnicas mensuales durante el ciclo del cultivo, asistencia en la elección del lote y soporte durante la cosecha. “Para nosotros, la cercanía no es un eslogan. Es la única forma de asegurar que el cultivo se logre y que el productor repita. Y eso se ve en los resultados: más de la mitad de quienes lo probaron, lo volvieron a sembrar”, destacó.
El cultivo se implanta con maquinaria tradicional para siembra fina y se cosecha con las mismas combinadas que se usan para trigo, aunque requiere ajustes de calibración. “Con los perfiles bien cargados de humedad y lluvias recientes, las condiciones para la campaña 2025 son muy buenas. Si las precipitaciones se mantienen, ya tenemos una parte del éxito asegurado”, señaló Beaudeant con optimismo.
Una oportunidad nacional para abastecer el mercado global de biocombustibles
Además del impacto local, la camelina tiene un destino estratégico: su aceite, con un contenido del 38 %, se utiliza en la industria de biocombustibles avanzados, especialmente en el sector aeronáutico. Chevron emplea este insumo en Estados Unidos para desarrollar combustibles renovables, en respuesta a la creciente presión global para reducir las emisiones de carbono.
“La demanda está completamente insatisfecha”, afirmó Beaudeant. “El objetivo es que el productor argentino confíe en este cultivo y en el proyecto que lo respalda. Después, escalar las hectáreas va a ser una consecuencia natural”.
Chacraservicios ya cuenta con una planta de procesamiento y almacenamiento de semillas en Pergamino, lo que permite consolidar la logística, mejorar la trazabilidad y certificar los lotes con baja huella de carbono, una condición cada vez más valorada en los mercados internacionales.
Desafíos y validación: romper el prejuicio frente a un cultivo nuevo
El mayor reto para la expansión de camelina no es técnico ni logístico, sino cultural. “A diferencia de un trigo o una cebada, que si fallan por clima igual se siguen sembrando, con un cultivo nuevo como la camelina no hay margen de error. Si al productor no le fue bien la primera vez, quizás no lo intente de nuevo”, reconoció Beaudeant. “Por eso insistimos tanto en el acompañamiento. Porque si sale bien la primera vez, la confianza se consolida”.
Todavía hay tiempo para sumarse a la campaña. Chacraservicios continúa recibiendo solicitudes de nuevos productores y ajustando contratos. “Muchos se suman en junio, cuando ya terminaron con la fina y les queda algún lote disponible. Tenemos una ventana de siembra que se extiende hasta fines de julio, según la región”, recordó.
La camelina no solo representa una oportunidad para diversificar la rotación y mejorar el margen productivo: también conecta el campo argentino con una cadena de valor global, alineada con los objetivos de sustentabilidad energética. Chacraservicios lo entendió desde el inicio y apuesta a seguir creciendo de la mano del productor.
