Las áreas periurbanas son un desafío a la hora de desarrollar actividades productivas ya que se trata de áreas sensibles donde cualquier manejo equivocado puede impactar sobre las personas. En este contexto, cada vez son más las comunas y municipios que aplican, por ejemplo, restricciones al uso de insumos químicos como herbicidas para el control de malezas.
Ante la falta de alternativas, son muchos los que recurren al control mecánico con labranza. Pero según la publicación de Aapresid NO a la LABRANZA el uso intensivo de labranzas en zonas periurbanas está llevando a caídas de rendimiento y materia orgánica de los suelos a niveles alarmantes.
Esto muestra que, si bien es clave evitar que el uso de ciertos insumos agrícolas en zonas periurbanas genere daños ambientales, es necesario el abordaje integrado de la problemática, con regulaciones claras, pero sobre todo brindando a los productores herramientas de acción para que el impacto que no se genera por una vía, lo haga por otra.
Según el mismo documento, “es necesario el desarrollo de conocimiento y tecnologías adaptadas en áreas donde existan restricciones al uso de fitosanitarios, y en esa línea, pone el foco en la inversión pública para el desarrollo de proyectos que incluyan a todos los actores de la sociedad involucrados”.
Manejo de malezas: cuando los herbicidas y las labranzas no son una opción.
A continuación el documento detalla algunas prácticas que pueden ayudar a productores de estas áreas a lidiar con las malezas sin recurrir a la labranza: los cultivos de servicios (CS) con secado mecánico y los bordes de biodiversidad.
Los cultivos de servicios ayudan a controlar malezas porque compiten con ellas por recursos. Pero para lograr este objetivo, hay cuestiones de manejo a tener en cuenta. El objetivo: no dejar ni un hueco de suelo libre. ¿Como?: altos niveles de biomasa, distribuidos uniformemente en el lote y que, una vez interrumpido su ciclo, dejan un residuo de degradación lenta.
Todas estas cuestiones están determinadas por decisiones de manejo como: especie sembrada y de decisiones de manejo como fecha de siembra, densidad, nutrición y momento de finalización.
En cuanto a la velocidad de degradación, esta está determinada por la relación carbono/ nitrógeno, o C/N del CS. Cuanto más alta es esta relación, más demora el mismo en degradarse. Las gramíneas suelen cumplir con esta condición, a diferencia de las leguminosas como vicia, que por su baja relación C/N, suelen degradarse más rápido, siendo más limitada la duración de su efecto control por competencia física. Más allá de la especie, esta relación también se incrementa conforme avanza el ciclo del CS.
El arte del buen rolado
La terminación del CS es crítica cuando los herbicidas no son una opción, y será necesario recurrir al secado mecánico. En cuanto al implemento, pueden usarse desde el típico rolo hasta picadoras, trituradoras, desmalezadoras, e inclusive sembradoras, siendo el primero el más usado.
Los rolos constan de un cilindro de diversos diámetros provisto de cuchillas sin filo, cuya función no es cortar los tallos sino el mellando de los tallos, minimizando los riesgos de rebrote. En cuanto a la técnica, no se trata sólo de “pasar un rolo”.
Lo primero a considerar: la especie en cuestión. Según el Informe 2022 de la Red de Cultivos de Servicios AAPRESID-BASF hay especies que no se adaptan al rolado como Vicia sativa o Lolium sp. Las que mejor responden a la técnica son las gramíneas como triticale, trigo, cebada, centeno, avena negra o strigosa, o leguminosas como Vicia villosa y arveja
Otro punto es la dirección del rolado. En gramíneas, debe hacerse en sentido perpendicular al sentido de siembra del CS o “al cruce” en 45°. La siembra del cultivo siguiente debe hacerse en el mismo sentido del rolado, de lo contrario podría trozarse el material vegetal, exponiendo los residuos a voladuras o arrastres por agua, causando una distribución heterogénea y perdiendo los beneficios en control de malezas.
Las siembras en verde
Otra alternativa para terminar un CS sin herbicidas son las siembra “en verde” del cultivo de renta posterior, es decir sembrarlo directamente sobre el CS en crecimiento, en lo posible en floración.
Hay buenas experiencias en maíz sembrado sobre CS a 52 cm usando cuchillas fertilizadoras en medio, y doble fertilización. En siembras de soja en verde, el rastrojo del CS puede dificultar la emergencia de la leguminosa.
Bordes de Biodiversidad
Otra estrategia a usar en el periurbano son los bordes de biodiversidad (BB). Estos consisten en franjas de vegetación, ya sea natural o implantada, alrededor de los cultivos que fortalecen la biodiversidad funcional, aumentando la estabilidad y resiliencia de los agroecosistemas. Los organismos se regulan entre sí expresando sinergias entre ellos sacando el protagonismo a las malezas.
La elección de las especies es clave para que las malezas no tengan nichos disponibles. Además, es importante que las especies tengan flores atractivas para polinizadores, facilitando la resiembra natural.
Algunas especies cultivadas pueden ser mostaza, chía, achicoria, coriandro, y vicia. Dentro de la flora espontánea se destacan especies como “primavera”, “vara de oro”, “apio cimarrón”, ”biznaga”, “hinojo”, “tordilio”, “cicuta” y algunas Brasicáceas