El suelo argentino está en déficit. Así lo advirtió Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar Asociación Civil, durante la apertura del Simposio Fertilidad 2025 en Rosario. En las últimas tres décadas, los cultivos extrajeron del suelo nutrientes por un valor estimado en 30.000 millones de dólares, una cifra que evidencia el deterioro silencioso del capital natural más estratégico para el agro: la fertilidad.

Frente a más de un millar de asistentes presenciales y 1.800 conectados vía streaming, Rotondaro trazó un panorama técnico y político de la evolución del uso de fertilizantes en el país. Según explicó, aunque el consumo de fertilizantes creció en promedio un 8% anual en los últimos 30 años, ese avance no logró compensar lo que se pierde campaña tras campaña.

Uso creciente de fertilizantes, pero sin cerrar la brecha de nutrientes

En el período comprendido entre 1995 y 2025, el uso de fertilizantes en Argentina mostró tres etapas bien diferenciadas. La primera, hasta 2004, tuvo un crecimiento vertiginoso del 14% anual, impulsado por el avance de la agricultura extensiva y la mejora de tecnologías. La segunda, más lenta, entre 2005 y 2014, creció al 3,5%. En los últimos 10 años, el ritmo se recuperó al 6% anual.

Pese a ese crecimiento, la reposición de nutrientes quedó siempre rezagada. Según Rotondaro, el país enfrenta una brecha alarmante entre lo que se extrae con los cultivos y lo que se repone con fertilización. En los últimos 30 años, se perdió más nitrógeno, fósforo, potasio y azufre del que se devolvió al suelo. El resultado: una deuda acumulada de nutrientes valuada hoy en u$s30.000 millones.

Para dimensionar el impacto, el especialista comparó esa cifra con las retenciones a las exportaciones agropecuarias, que en las últimas dos décadas sumaron unos u$s200.000 millones. “Lo que no reponemos en fertilización equivale al 15% de ese ingreso. Es una pérdida silenciosa que impacta en la sustentabilidad del sistema productivo”, advirtió.

El maíz lidera el uso de fertilizantes, seguido por trigo y soja

En términos de uso por cultivo, el maíz encabeza el consumo de fertilizantes, desplazando en los últimos años al trigo, especialmente por el aumento del área sembrada con maíz tardío o de segunda. Le siguen el trigo y la soja, que aunque tiene menor demanda nutricional, también contribuye al agotamiento de nutrientes esenciales.

Uno de los aspectos positivos que se destacó en el simposio es el crecimiento sostenido de los fertilizantes especiales: bioestimulantes, biofertilizantes, granulados y de liberación lenta. En los últimos cinco años, los biofertilizantes crecieron 25%, los bioestimulantes 8%, los granulados 89% y los de liberación lenta un 72%. Para Rotondaro, esta tendencia muestra una mayor tecnificación del manejo nutricional, aunque aún está lejos de ser suficiente para revertir la tendencia de desgaste.

Otro dato relevante: el rendimiento promedio de maíz en Argentina es de 8 toneladas por hectárea, pero con un buen manejo nutricional podría llegar a 11,5. En soja, el salto sería de 3 a 3,7 toneladas, y en trigo, de 3,2 a 5,2. “Cerrar la brecha al 80% del rendimiento potencial podría agregar entre 40 y 45 millones de toneladas de granos por campaña”, proyectó.

Infraestructura, logística y planificación: cuellos de botella del sistema

Rotondaro subrayó que la cadena de fertilizantes en el país es compleja y aún enfrenta desafíos estructurales. Más del 50% de los fertilizantes que se usan son importados, y su ingreso se concentra en los puertos de San Nicolás, Rosario y San Lorenzo, que abastecen principalmente a la zona núcleo, el norte y centro del país. Bahía Blanca abastece al sudoeste y Necochea al sudeste.

El mayor pico de demanda ocurre entre agosto y octubre, coincidiendo con la siembra de los cultivos de invierno. Eso genera una fuerte presión sobre la logística y el almacenamiento, agravada por la falta de planificación en algunas campañas. Para el experto, es fundamental mejorar la eficiencia en el uso y la distribución, incorporando herramientas de diagnóstico de suelos y planificación anticipada.

De cara a la próxima campaña de fina, las expectativas son moderadamente positivas. Los perfiles del suelo están bien cargados de agua útil, y se espera un aumento en la superficie sembrada con trigo y cebada. Sin embargo, los márgenes siguen siendo ajustados, por lo que la inversión en insumos como fertilizantes dependerá en gran parte de la relación insumo-producto y el acceso al crédito.

“La sociedad necesita una mirada más integral del suelo”, remarcó Rotondaro en el cierre de su presentación. Advirtió que, además de la fertilidad, los suelos enfrentan amenazas como la erosión hídrica y eólica, la salinización, las inundaciones y la pérdida de materia orgánica. Una estrategia de largo plazo debe contemplar todos estos factores, y no limitarse a la nutrición con fines meramente productivos.

En ese marco, el Simposio Fertilidad 2025 —organizado por Fertilizar Asociación Civil— volvió a funcionar como un espacio de reflexión y actualización técnica, con un mensaje claro: sin suelo fértil, no hay futuro para la agricultura argentina.