Asimismo, indicó que el sector agropecuario “aporta las materias primas fundamentales para industrializar y producir esos combustibles biológicos más amigables con el medioambiente”.
De acuerdo al informe, la producción y el consumo de biocombustibles líquidos se redujo de forma importante en el 2020, debido a las restricciones a la movilidad y a la caída en la actividad económica.
Sin embargo, destacó, los datos sobre el primer semestre de 2021 muestran una recuperación relevante luego de que entre 2000 y 2019 la producción y el consumo de biocombustibles líquidos se multiplicara por 11.
En 2020 las materias primas más utilizadas en la producción de biodiésel fueron los aceites vegetales, entre ellos el de palma (32 %), el de soja (26 %) y el de colza (15 %).
El 27% restante corresponde a otras materias primas, como los aceites vegetales usados, las grasas animales y otros aceites vegetales vírgenes, entre ellos el de girasol.
En forma análoga, el maíz y la caña de azúcar fueron las materias primas más utilizadas en la producción de bioetanol, con una participación de 63% y 30%, respectivamente.
Este año, afirmó el IICA, la disminución en las restricciones de movilidad vehicular en comparación a 2020 permitió que el consumo de biocombustibles líquidos despegue en la Unión Europea, Estados Unidos, Indonesia, India y la Argentina.
Según el organismo, el creciente consumo de biocombustibles es impulsado por “la formulación de políticas públicas que autorizan y, en muchos casos, promueven su uso”.
En este sentido, uno de los instrumentos más utilizados por los países es la reserva de cuotas de mercado: En 2020, 65 países establecieron mandatos con distintos grados de rigidez y cumplimiento.
En la actualidad los biocombustibles líquidos se siguen afianzando como parte de una transición más limpia dentro de un paradigma de movilidad basado en la combustión interna.
Mientras comienzan a desarrollarse nuevos paradigmas de movilidad (electromovilidad, propulsión por hidrógeno, etc.), los biocombustibles constituyen una alternativa ambientalmente más sostenible que los combustibles fósiles, sin grandes cambios técnicos.
Adicionalmente, permiten agregar valor y diversificar la producción agropecuaria, generando empleo e impactos económicos positivos en los productores rurales, concluyó el trabajo.