La empresa Los Grobo Agropecuaria, una de las históricas protagonistas del agro argentino, enfrenta una de sus etapas más críticas. Tras declararse en concurso de acreedores en febrero de 2025, con un pasivo que entonces rondaba los US$320 millones, comenzó a desplegar una serie de maniobras para retomar la estabilidad financiera. El punto central de su estrategia es una alianza comercial con el grupo brasileño Amaggi, que ya comenzó a dar frutos concretos y que ahora apunta a escalar hasta alcanzar un volumen de US$150 millones en operaciones.
En esta nueva etapa, la empresa busca transformar una colaboración inicial —que nació con un negocio puntual de girasol por US$25 millones— en una asociación más ambiciosa que incluya también los cultivos de soja y maíz. A partir del 1° de mayo, ambas compañías ampliaron el esquema comercial con un modelo que permite a los productores vender su producción con garantía de pago directo por parte de Amaggi, lo que aumenta la confianza y seguridad en la cadena de pagos.
El acuerdo se inscribe en una coyuntura compleja para Los Grobo. El grupo arrastra deudas estructurales que se acumularon en años anteriores y que terminaron en la apertura de un proceso concursal. Desde entonces, logró reducir parte de su deuda a US$220 millones, a partir de cancelaciones, daciones y acuerdos con acreedores. Sin embargo, la necesidad de capital operativo y volumen de negocios sostenido hizo que la firma buscara un socio estratégico que le permitiera mantenerse activa en el mercado sin perder capacidad de compra.
La elección de Amaggi no es casual. El grupo brasileño, que nació como una empresa familiar vinculada a la soja, es hoy uno de los grandes jugadores agroindustriales de América del Sur, con presencia en Brasil, Paraguay, Bolivia, Noruega y ahora Argentina. La colaboración con Los Grobo le permite consolidar su presencia regional en uno de los mercados agrícolas más relevantes del hemisferio.
El modelo comercial que se está profundizando consiste en una triangulación donde Los Grobo actúa como comprador de granos, ofreciendo condiciones comerciales competitivas, y Amaggi respalda las operaciones con pago garantizado. Esta arquitectura permite a los productores tener seguridad sobre el cobro, incluso ante un contexto financiero delicado por parte del comprador principal.
Este tipo de alianzas es cada vez más frecuente en el agro regional, donde las operaciones a gran escala requieren liquidez, respaldo financiero y redes comerciales confiables. En este sentido, Los Grobo, que durante años fue referencia de innovación y eficiencia en la gestión agropecuaria, apuesta ahora por volver a recuperar la confianza del mercado apalancado en el respaldo de un gigante extranjero.
Además de la alianza con Amaggi, Los Grobo también inició un proceso de reestructuración interna. En los últimos meses, redujo su plantilla laboral de 700 a 400 empleados a través de un plan de retiros voluntarios, con el objetivo de aliviar la carga operativa y reducir costos fijos. La empresa también decidió reactivar Agrofina, su unidad de fitosanitarios, que también está concursada. Se espera que Agrofina pueda volver a generar entre US$50 y US$70 millones en ventas durante este año, lo que sumaría otra vía de ingresos crucial para el conjunto del holding.
El proceso es seguido de cerca por los acreedores, pero también por el sector agroindustrial en general, que observa con atención el caso de una de las empresas emblemáticas del modelo de agronegocios argentino. En paralelo, surgen especulaciones sobre una posible entrada accionaria de Amaggi en Los Grobo, lo que marcaría un punto de inflexión definitivo. Actualmente, el 90% del paquete accionario pertenece al fondo Victoria Capital Partners, mientras que el 10% restante sigue en manos de Gustavo y Matilde Grobocopatel.
La llegada de nuevos capitales extranjeros no solo permitiría capitalizar la empresa, sino también repensar su estrategia de expansión, acceso a mercados y vinculación con la industria regional de insumos, exportación y logística.
La apuesta también coincide con un momento en el que el agro argentino atraviesa tensiones económicas y climáticas, que ponen en riesgo los márgenes de rentabilidad. Sin embargo, la visión que transmiten desde el directorio de Los Grobo es optimista. Consideran que una estructura más ágil, sumada a una alianza con respaldo internacional, podría permitirles salir del default operativo y volver a ocupar un lugar destacado en la cadena agroindustrial.
Más allá de los desafíos financieros, Los Grobo conserva activos estratégicos: conocimiento técnico, infraestructura, presencia territorial y una red de productores aliada. Si logra capitalizar estas ventajas, la alianza con Amaggi puede transformarse en mucho más que un salvavidas momentáneo: podría ser el punto de partida para una nueva etapa.