Tomando a la Unión Europea (UE) como un todo, no hay otro socio comercial de la Argentina que compre tanta harina de soja como el bloque europeo. Una de cada cinco toneladas de soja que se exportan en la Argentina tienen a la UE como destino, tomando el promedio de los últimos cinco años. Más aún, la Unión Europea es el principal importador de harina de soja del mundo, importando tres veces más harina que Indonesia y Vietnam, los países que ocupan el segundo y tercer puesto en importaciones.
La Política Agropecuaria Común (PAC) de la Unión Europea es la política que ordena la dinámica de subsidios y promociones al conjunto de actividades agroindustriales de cada integrante de la UE. A lo largo de las última décadas ha sido un vehículo para el autoabastecimiento estratégico de alimentos en este bloque económico.
Hoy la UE produce prácticamente todo lo que consume en términos de productos lácteos, huevos, carne aviar, cereales, carne de cerdo, azúcar, entre otros alimentos clave para la dieta de sus habitantes. Su última estrategia, denominada Farm to Fork o De la granja a la mesa, busca relanzar nuevos ejes en esta línea. La producción de la carnes, huevos y lácteos requiere de insumos para la alimentación animal, donde la soja destaca como protagonista.
No obstante, el autoabastecimiento de poroto y harina de soja para la Unión Europea está lejos de ser una realidad. Cerca del 60% del consumo de harina de soja de la UE es importado, un ratio que sube a más del 80% en el caso del poroto de soja.
Para el caso de la harina y pellets de soja, es fundamental destacar que prácticamente la totalidad de las importaciones provienen de Sudámerica. Brasil y Argentina van muy cerca en sus participaciones para el promedio 2018-2022, aunque nuestro socio comercial ha ganado mucho mercado en este 2023 por la sequía argentina. Gran parte de lo restante se abastece con el crushing interno de la Unión, es decir, con comercio exterior entre los propios miembros de la UE. Países Bajos y Alemania destacan como los grandes procesadores del bloque.
Por su parte, la dependencia importadora de la Unión es aún mayor para el poroto de soja, en tanto la producción europea de la oleaginosa es muy reducida. Aquí el rol preponderante está en Brasil y Estados Unidos, que en conjunto originan más del 77% de las importaciones de soja de la UE. Argentina prácticamente no está presente en las importaciones europeas de poroto de soja.
Finalmente, cabe destacar que nuestro país es un proveedor reducido para el aceite de soja hacia la UE. Si bien la Argentina es el principal abastecedor no europeo de aceite de soja para la UE, aunque su participación se ubica apenas en el 4%. Este consumo en el bloque tiene un mejor abastecimiento interno que la harina, pellets y el poroto de soja. Las importaciones de aceite de soja a la Unión representan cerca de un cuarto del consumo interno para el período 2018-2022. Y los principales orígenes de estas importaciones son países cercanos al bloque económico: Ucrania, Noruega y Serbia.
Los mercados de la Unión Europea muestran potencialidades para ampliar las exportaciones argentinas. Sin embargo, sus múltiples regulaciones y barreras son un eje a tener en cuenta a la hora de pensar el comercio bilateral y multilateral. En este sentido, y especialmente para las carnes y la soja, la reciente normativa de deforestación de la Unión es un asunto que está siendo tratado. ViSeC es el proyecto fundamental para que la agroindustria argentina pueda asegurar la exportación de productos que provengan de áreas no deforestadas.