Las recientes inundaciones que afectaron a vastas zonas productivas de la provincia de Buenos Aires volvieron a poner en agenda una deuda estructural que lleva más de dos décadas sin resolverse: la finalización del Plan Maestro del río Salado. La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) denunció que, a 25 años de su lanzamiento, más de la mitad de las obras siguen inconclusas y advirtió que las pérdidas acumuladas por su demora ya ascienden a US$5000 millones.
“El campo no puede seguir pagando las consecuencias de la inacción estatal”, expresaron desde la entidad ruralista en un documento que circuló esta semana. Según detallaron, las lluvias de las últimas semanas, que superaron ampliamente los promedios históricos en distritos como Alberti, Bragado, Saladillo y Chivilcoy, afectaron rutas, caminos rurales, tambos, cultivos y viviendas, generando un daño económico y social de gran magnitud.
El costo de no terminar el Plan Salado
Lanzado en 1999, el Plan Maestro del Salado fue diseñado para mejorar el escurrimiento de las aguas de una de las cuencas más importantes del país. Comprendía cuatro etapas de obras hidráulicas que buscaban evitar anegamientos, recuperar tierras productivas y mejorar la conectividad entre pueblos y campos. Sin embargo, solo una etapa fue finalizada completamente, mientras que otras avanzaron parcialmente y el resto sigue paralizada o sin financiamiento.

De acuerdo con Carbap, las demoras acumuladas representan un impacto económico que supera los US$5000 millones, considerando pérdidas por cosechas fallidas, ganado perdido, deterioro de infraestructura vial, y costos logísticos. Además, subrayan que completar el plan tendría un costo menor al monto que ya se perdió por no hacerlo.
“La cuenta es clara: se pierde más por no hacer que por invertir. El campo bonaerense aporta buena parte del PBI agropecuario del país, y sin embargo sigue sin tener garantizadas condiciones mínimas para producir”, indicaron desde la confederación.
Productores afectados y pueblos aislados
En el terreno, el panorama es crítico. Productores de zonas bajas no pudieron ingresar a sus campos durante semanas. La siembra de trigo se encuentra paralizada por suelos saturados. En varios distritos del centro norte de la provincia, las napas están a menos de 20 cm de la superficie. Y hay escuelas rurales cerradas, tambos que no pueden sacar su producción y poblaciones que quedaron parcialmente aisladas por la intransitabilidad de los caminos.
Según los datos más recientes, en partidos como Alberti, Bragado, 25 de Mayo, Tapalqué y Roque Pérez se registraron lluvias acumuladas de entre 300 y 400 mm en menos de un mes. Estos valores duplican el promedio histórico y no encuentran una vía rápida de escurrimiento debido a la ausencia de los canales y obras proyectadas hace más de dos décadas.
“Nos cuesta dimensionar la gravedad de lo que está ocurriendo. El atraso en las obras del Salado es estructural, no es un tema político coyuntural. Pero cada gobierno lo fue postergando y hoy vemos las consecuencias: no solo es una crisis productiva, también es una crisis social”, remarcó un dirigente rural de la zona oeste de Buenos Aires.
Carbap exige reactivar las obras detenidas
En el documento que difundió esta semana, Carbap exigió la inmediata reactivación de los tramos paralizados del Plan Salado. En particular, reclamó avanzar con la etapa IV.2, que abarca la zona entre Las Flores y Bragado, una de las más afectadas por las lluvias de este otoño. Esta etapa se encuentra frenada desde hace varios meses por falta de financiamiento nacional.
Asimismo, la entidad pidió que el Estado nacional, la provincia de Buenos Aires y los municipios conformen un Comité de Seguimiento Público para garantizar la ejecución transparente de los trabajos y asegurar la continuidad del proyecto sin interrupciones administrativas o políticas.

También propusieron que se incorporen tecnologías de monitoreo climático y de suelo, y que se asignen fondos específicos del Fondo Hídrico Nacional a las etapas aún pendientes, que incluyen canales secundarios, puentes y drenajes en distritos estratégicos para la producción de granos y carne.
Un reclamo que atraviesa generaciones
La cuenca del Salado abarca una superficie superior a los 170.000 km², y atraviesa las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Santa Fe. En esa región se produce una parte significativa de los alimentos que exporta la Argentina. Sin embargo, sigue siendo altamente vulnerable a inundaciones por falta de obras de contención y drenaje.
Desde Carbap advirtieron que este problema no es nuevo. Cada período de lluvias intensas reactiva la discusión, pero sin resultados concretos. “El Plan Salado fue una promesa de solución definitiva. Pero 25 años después, la realidad es que cada vez llueve más y estamos peor preparados”, señalaron.
El agua bajará, pero la deuda sigue
Las pérdidas del agro por el atraso en el Plan Salado ya están contabilizadas. Lo que falta es la voluntad política para evitar que vuelvan a ocurrir. Carbap fue clara: si no se reactivan las obras, las próximas lluvias volverán a transformar los campos en lagunas y los caminos en espejos de agua intransitables.
La pregunta no es si va a volver a llover. La pregunta es si esta vez el Estado estará preparado para que esa lluvia no se transforme, otra vez, en desastre.