Tras una etapa marcada por cotizaciones extraordinarias, el mercado del aceite de oliva comienza a dar señales claras de estabilización. En España —primer productor y exportador mundial de este insumo— los precios en origen han retrocedido a niveles similares a los de 2022, y las proyecciones para la campaña 2025 anticipan una continuidad en esa tendencia, empujada por una oferta más holgada y condiciones climáticas más favorables.
Según los últimos datos de Infaoliva, el precio en origen del aceite virgen extra pasó de 7,48 €/litro el 8 de mayo de 2024 a 3,35 €/litro en la misma fecha de 2025, una caída del 123,28 %. Por su parte, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Instituto Nacional de Estadística refleja una baja del 37,9 % en el precio para el consumidor final entre marzo de 2024 y marzo de 2025.
El pico de precios del aceite de oliva quedó atrás
Entre julio de 2022 y abril de 2024, el aceite de oliva vivió una escalada sin precedentes. El consumidor llegó a pagar hasta 15 euros por litro de virgen extra, impulsado por una combinación de factores negativos: sequías severas, caída en la producción y un aumento generalizado en los costos logísticos y energéticos, agudizados por la guerra en Ucrania. En origen, los agricultores recibieron hasta 8,98 €/litro en enero de 2024, un récord absoluto para el sector.

España, con un consumo interno que ronda las 550.000 toneladas anuales, sufrió en las campañas 2021/22 y 2022/23 dos de sus peores desempeños productivos en décadas: 665.000 y 852.300 toneladas, respectivamente. Esta baja coincidió con un encarecimiento de insumos clave como el cartón, el plástico y el transporte.
Para amortiguar el impacto, el gobierno español modificó el régimen impositivo del aceite de oliva, eliminando el IVA entre julio y septiembre de 2024, reduciéndolo al 2 % en el último trimestre de ese año y fijando un tipo superreducido del 4 % a partir de enero de 2025.
Mayor producción y fidelidad del consumidor
Con la campaña 2024/25 en marcha, el Ministerio de Agricultura proyecta una producción de 1,407 millones de toneladas, lo que marca una clara recuperación del sector. El ministro Luis Planas ya había anticipado que los precios tenderían a la baja por un simple reequilibrio entre oferta y demanda, algo que finalmente se está cumpliendo.
El consumo, que resistió mejor de lo esperado durante los momentos de mayor tensión, también da señales de recuperación. Un informe reciente de la Fundación Cajamar concluye que, pese al alza de precios en el último bienio, el consumidor mantuvo su lealtad al producto, lo que ha acelerado la normalización del mercado.
Así lo confirma también Primitivo Fernández, director de la Asociación Nacional de Industriales Envasadores (Anierac), quien destacó que las salidas de ventas de aceite envasado crecieron un 47,15 % en el primer semestre de 2025, alcanzando los 81,32 millones de litros, lo que representa un retorno a los niveles previos a la sequía.
El negocio del aceite vuelve a su cauce
En el sector reina ahora una sensación de normalización. Aunque los operadores prefieren no pronunciarse públicamente sobre las perspectivas de precios —por cuestiones de competencia—, todos coinciden en que la etapa de los precios exorbitantes quedó atrás, al menos en el corto y mediano plazo.
Las lluvias de esta campaña, sumadas a la mejora de los rendimientos, auguran un año con una oferta saludable y un mercado más predecible. El aceite de oliva, símbolo de la dieta mediterránea y motor de las agroexportaciones ibéricas, recobra su estabilidad tras dos años de volatilidad histórica.