Durante su paso por el Simposio Fertilidad 2025, uno de los eventos técnicos más importantes del agro argentino, Rizobacter celebró un hito fundamental: los 15 años del lanzamiento de Microstar, su primer fertilizante microgranulado, que sentó las bases de toda una línea de productos orientados a la nutrición de cultivos. “Comenzamos con un producto 100% importado desde Francia y hoy tenemos una planta propia en Pergamino que abastece a toda la demanda global”,destacó Valentín Bastini, referente técnico de la compañía.

El producto, que en sus inicios enfrentó desafíos técnicos como el ajuste de dosis y la granulometría para su uso en campo, evolucionó a lo largo de una década y media hasta convertirse en un insumo estratégico con cuatro formulaciones, dos de las cuales incluyen biotecnología. Esta transformación responde a una demanda creciente de la agricultura global: producir más con un enfoque regenerativo, cuidando los recursos naturales.

Desde su planta en Pergamino, Rizobacter produce unas 60.000 toneladas anuales de Microstar, que se exportan a toda América Latina, Norteamérica y Europa. “Hoy el producto está registrado en Estados Unidos y en varios países europeos, lo que habla de su calidad y del reconocimiento internacional que ha logrado la compañía”, señaló Bastini.

La expansión del portfolio: bioestimulantes, micronutrientes y foliares

La apuesta de Rizobacter va mucho más allá del Microstar. En el marco del simposio, Bastini remarcó el protagonismo creciente de los bioestimulantes, una tecnología que mejora el rendimiento de los cultivos al tiempo que aumenta la eficiencia en el uso de nutrientes y ayuda a mitigar el impacto de condiciones adversas como la sequía o la fitotoxicidad por herbicidas. “Es una tecnología muy versátil, de fácil aplicación y altamente compatible con otros insumos”, explicó.

En este campo, Rizobacter participa con su línea VitaGrow, pensada tanto para el tratamiento de semillas como para aplicación foliar. La empresa también trabaja en nutrición mineral, aplicando macronutrientes como nitrógeno y microelementos como boro, zinc, cobalto y molibdeno, esenciales para corregir deficiencias y potenciar el desarrollo vegetal.

Además, la firma anticipó para el segundo semestre de 2025 el lanzamiento de una nueva solución foliar con base biológica, aunque Bastini prefirió no adelantar detalles. “Será un producto muy alineado con la tendencia global de una agricultura más verde”, indicó.

El boom de los biológicos: tasas chinas de crecimiento y visión a largo plazo

Uno de los ejes del crecimiento de Rizobacter es el desarrollo de productos biológicos. “Fuimos una de las primeras empresas en usar un fertilizante sólido como vehículo para microorganismos. Así nació Microstar Bio”, contó Bastini, marcando el inicio de una línea que combina nutrición y biotecnología para mejorar la eficiencia sin aumentar las dosis.

Hoy, la firma avanza en tres grandes frentes. Primero, el uso de microgranulados con biológicos; segundo, la aplicación foliar de microorganismos como pseudomonas, azospirillum y bradyrhizobium, incluso más allá del tratamiento de semillas; y tercero, el refuerzo del uso de inoculantes y biofungicidas para protección vegetal, como la línea a base de tricoderma.

“En semillas estamos llegando al límite físico de lo que se puede incorporar, tanto por volumen como por compatibilidad química, pero el potencial de la aplicación foliar es enorme y recién se empieza a explorar”, explicó el técnico.

Del laboratorio al campo: cómo comunicar la innovación al productor

Uno de los desafíos más importantes para tecnologías tan disruptivas es su adopción en el campo. Frente a este obstáculo, Rizobacter sostiene un enfoque dual: alianzas con el sector científico y presencia directa con su red comercial. “Trabajamos con instituciones como INTA, Aapresid, INTEA y Fertilizar. A partir de sus diagnósticos y demandas, orientamos nuestro desarrollo de nuevos productos”, detalló Bastini.

A nivel práctico, la compañía apuesta al asesoramiento técnico en cada lote. El diagnóstico de suelos es hoy una prioridad para hacer recomendaciones más ajustadas y eficientes. “Estamos bien, pero podríamos estar mejor”, resumió, haciendo alusión al potencial productivo no aprovechado por malas prácticas o desconocimiento.

El camino hacia una agricultura sustentable y de exportación

La visión de Rizobacter para los próximos años está íntimamente ligada al crecimiento sustentable del agro argentino. Bastini recordó que, según estudios recientes de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, si se aplicaran las tecnologías existentes de forma masiva, Argentina podría exportar más de 200 millones de toneladas de granos. Pero alcanzar ese objetivo requerirá mucho más que fertilizantes.

“Eso no es gratis. Se necesita inversión económica, pero también una transformación cultural. No alcanza con tener buenos productos si no cambiamos la forma de producir”, afirmó. En ese sentido, mencionó avances en maquinaria, inteligencia artificial y labranzas menos agresivas como parte del paquete de soluciones que deben trabajar en conjunto.

Rizobacter entiende la nutrición como un sistema, no como un insumo aislado. “Queremos más rendimiento, sí, pero también recuperar el pH del suelo, elevar la materia orgánica, evitar que los suelos se acidifiquen. Es una mirada más integral, más sistémica”, concluyó.

Con quince años de Microstar como bandera, una planta de clase mundial en Argentina y un portfolio que crece en biotecnología, Rizobacter ratifica su lugar como referente en el nuevo paradigma de la agricultura regenerativa.

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