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El frío llegó justo a tiempo: cómo la irrupción polar salvó 300.000 hectáreas de trigo en duda

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La irrupción de un patrón invernal con aire frío y seco en la región núcleo alteró por completo el escenario que se vivía hace apenas diez días. La siembra de trigo, que tenía 300.000 hectáreas en riesgo de quedar fuera del ciclo productivo, logró avanzar con firmeza gracias a temperaturas bajo cero y un viento sostenido del sudoeste, que redujo la saturación de los suelos en las zonas más comprometidas del noreste bonaerense y el sureste santafesino.

Según los relevamientos de técnicos y consultores realizados por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), entre el lunes 23 y el martes 24 de junio se reactivó la implantación de más de 250.000 hectáreas, y hoy apenas restan unas 240.000 por sembrar. Este giro se vuelve clave porque permite encaminar la concreción de la intención de siembra total, estimada en 1,6 millones de hectáreas en la región. Tal como explicó el consultor Elorriaga, “los pronósticos muestran que el ambiente invernal se mantendrá al menos una semana más, con sucesivos frentes fríos y mínimas bajo cero”.

En paralelo, se espera que el domingo 29 de junio un sistema de baja presión en el sur de Brasil aporte lluvias aisladas, aunque la mayoría de los modelos coincide en que no serán precipitaciones de magnitud, lo que mantiene un contexto favorable para terminar los lotes que faltan.

La región avanza: del barro al optimismo del trigo

El escenario contrasta con la preocupación que dominaba apenas semanas atrás. En zonas como Colón, San Pedro, Baradero y General Pinto, la ventana óptima de siembra para materiales largos se había cerrado, pero la mejora climática permitió que los productores retomen labores con materiales intermedios. En Colón, el 70% de la superficie seguía pendiente, pero las expectativas se revirtieron. “Los lotes largos ya están y ahora completamos las variedades intermedias. Creemos que vamos a llegar”, indicaron técnicos locales.

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Siembra de trigo en la región núcleo tras el ingreso de frío y heladas que salvaron la campaña
Siembra de trigo en la región núcleo tras el ingreso de frío y heladas que salvaron la campaña

En San Pedro, la implantación se retomó fuera de fecha ideal, pero los productores decidieron arriesgar. “Aunque se sembrará tarde, preferimos avanzar a dejar hectáreas sin usar”, señalaron en los relevamientos. El centro-sur santafesino, en cambio, muestra un avance mucho más sólido: en localidades como Aldao, la siembra casi finalizó esta semana gracias a la combinación de frío, baja humedad y capacidad de trabajo en los lotes.

La franja oeste muestra un panorama todavía más avanzado. En el sudeste cordobés –por ejemplo, Corral de Bustos y Marcos Juárez–, prácticamente toda la superficie ya emergió con buen stand de plantas y niveles óptimos de humedad inicial. En síntesis, el frío irrumpió como un “game changer” que permitió sostener la intención de siembra en un año marcado por la necesidad de capitalizar precios y diversificar riesgos tras campañas difíciles.

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Clima, humedad y tecnología: ¿la receta de una campaña récord?

Los datos relevados en junio dibujan un horizonte productivo alentador. En comparación con los años más exitosos de la última década –2017/18 y 2021/22–, las reservas hídricas en el primer metro del suelo lucen prácticamente equivalentes. En 2021, la región alcanzó un rinde récord de 47,3 quintales por hectárea y en 2017 logró 44,6 qq/ha. Hoy, la humedad en praderas permanentes se encuentra en niveles semejantes, un factor que, de sostenerse condiciones normales, permitiría apuntar a resultados similares.

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Pero no solo el agua sostiene la expectativa. También el paquete tecnológico aplicado en esta campaña muestra un salto de calidad. Según relevamientos, en la mayoría de los campos se fertilizó apuntando a superar los 50 qq/ha, con dosis nitrogenadas que en promedio oscilaron entre 200 y 300 kilos de urea por hectárea. En zonas como Fuentes y Villa Amelia, la meta explícita es lograr 50 quintales o más. “Los márgenes están ajustados, pero un trigo bien hecho y una soja de segunda terminan dejando más renta que cultivos de bajo paquete”, sostienen los asesores.

Margen ajustado y volatilidad: los números que preocupan

El entusiasmo productivo convive con un escenario financiero complejo. La escalada reciente del precio de la urea encendió luces amarillas. Entre mayo y junio, la tonelada de urea subió hasta 80 dólares, mientras que el MAP aumentó entre 20 y 30 dólares, según reportó Ingeniería en Fertilizantes. Estas subas se originan en la tensión geopolítica de Medio Oriente y la incertidumbre en los principales orígenes de suministro.

En una explotación tipo de 150 hectáreas, con siembra y cosecha contratadas y un flete medio de 180 km, los márgenes resultan sensibles. Bajo un esquema de alta tecnología –300 kg de urea pre-siembra, 100 kg de MAP y un objetivo de 55 qq/ha–, el margen en campo propio se ubica en 165 dólares por hectárea. Pero en campo alquilado, ese margen se reduce drásticamente a 25 dólares, con rindes de indiferencia que parten de 50 qq/ha.

Si el productor opta por un esquema de baja tecnología –200 kg de urea al voleo, 50 kg de MAP y un objetivo de 35 qq/ha–, el margen mejora poco: en campo propio llega a 68 dólares por hectárea, pero en campo alquilado se torna negativo: –96 dólares. Este contraste explica por qué muchos productores prefieren arriesgar inversión y apostar por alta productividad antes que conformarse con un volumen más modesto que, con costos crecientes, podría dejar pérdidas.

La refertilización, en pausa

Uno de los impactos indirectos de la volatilidad de la urea es que este año, a diferencia de campañas anteriores, la mayoría de los productores decidió realizar toda la fertilización al momento de la siembra, en lugar de fraccionarla con una aplicación adicional en macollaje. De este modo, se buscó aprovechar la humedad inicial y reducir la dependencia de lluvias invernales para disolver el nitrógeno.

Los técnicos coinciden en que esta estrategia debería permitir sostener el potencial de rinde, aunque el encarecimiento de la urea impactará en el próximo cultivo de maíz, que requerirá refertilización intensiva. “Para el trigo no debería complicar los resultados, pero sí cambia la ecuación de costos a futuro”, advierten desde los grupos CREA de la región.

En síntesis, la campaña de trigo 2025 se encamina a concretar casi toda el área de intención, con niveles tecnológicos superiores al promedio y condiciones hídricas que permiten soñar con una cosecha destacada. El frío llegó justo a tiempo, pero los márgenes y la volatilidad de los insumos obligan a un manejo fino que combine eficiencia, capacidad financiera y paciencia para atravesar un ciclo que puede ser muy bueno… o muy desafiante.

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