El sector agropecuario argentino atraviesa uno de sus peores momentos de crisis. Según un informe de CREA, la rentabilidad de los principales cultivos está en rojo, destacándose la situación crítica de la soja, donde solo el 10% de la superficie cultivada alcanza viabilidad económica positiva. Esto significa que, con rendimientos promedio, la mayoría de los productores no logran cubrir los costos de producción. En el caso del maíz, apenas el 35% de las áreas sembradas presentan resultados económicamente positivos.
Este escenario refleja una caída en el poder adquisitivo de los granos frente a los insumos agrícolas. Un análisis de AZ Group indica que se necesita el doble de soja en comparación con los últimos tres años para adquirir gasoil o financiar labores agrícolas, una situación insostenible para muchos.
La presión fiscal ahoga al campo
El sector no solo enfrenta problemas de mercado, sino también una carga impositiva asfixiante. La Fundación FADA informó que la presión impositiva estatal sobre la renta generada por una hectárea agrícola alcanzó el 64,3%, un aumento del 2,8% respecto al año anterior. Si desaparecieran los Derechos de Exportación (DEX), la participación del Estado se reduciría al 36%, permitiendo generar empleo, dinamizar economías regionales e incrementar las inversiones, según Nicolle Pisani Claro, economista jefe de FADA.
A pesar de que el gobierno se autodenomina liberal, sus políticas han incrementado la carga tributaria sobre los productores. En palabras del economista Martín Tetaz, “este impuesto a las exportaciones es la principal causa del subdesarrollo argentino”, ya que desalienta la producción de bienes exportables, afectando gravemente la competitividad del país.
Default de empresas y señales de alerta en el sector
En este contexto, se suma el reciente default de importantes empresas agrícolas como Los Grobo, Surcos y Agrofina, lo que evidencia las dificultades económicas y financieras que afectan tanto a grandes corporaciones como a pequeños y medianos productores. El exministro de Agroindustria Ricardo Buryaile advirtió en redes sociales que “el peso sobrevaluado y las altas retenciones conducen a la destrucción de la producción”, reiterando la necesidad de incentivos y previsibilidad para el sector.
Por otro lado, el economista Pablo Gerchunoff señaló que el problema no es una enfermedad holandesa, sino “un error de política económica que afecta al sector más competitivo del país”, subrayando la necesidad de corregir estas distorsiones para proteger la producción nacional.
Medidas urgentes para evitar el colapso
Desde diversos sectores políticos y económicos, se reclama una revisión profunda de las políticas aplicadas al agro. La eliminación de retenciones y la reducción de la carga tributaria surgen como las propuestas más recurrentes para revertir la crisis. El diputado radical Manuel Aguirre destacó la desigualdad en el tratamiento fiscal, cuestionando por qué al sector minero se le exime de retenciones mientras el campo las soporta.
Marcelo Rossi, exfuncionario agropecuario, alertó sobre las graves consecuencias de mantener estas políticas. “Con esta pérdida de competitividad y el tipo de cambio ficticio, podríamos repetir la salida masiva de productores que vivimos en la década del 90”, afirmó. Mientras tanto, en otros países, los productores reciben subsidios como parte de políticas de estado, contrastando con la realidad argentina.
Una crisis que requiere acción inmediata
El panorama del agro en Argentina es crítico, con un futuro incierto si no se toman medidas correctivas inmediatas. Las voces del sector coinciden en que el contexto actual, marcado por números rojos, presión fiscal y falta de incentivos, podría derivar en un agravamiento de la situación, afectando no solo a los productores, sino también al desarrollo económico del país.