En un país que produce millones de toneladas de granos cada año, el diagnóstico sobre la salud del suelo genera una creciente preocupación. El Simposio Fertilidad 2025, realizado en Rosario, volvió a encender las alarmas: Argentina sigue practicando un modelo extractivo, con una reposición de nutrientes muy por debajo de lo necesario. En ese marco, el ingeniero agrónomo Fernando García, uno de los principales especialistas en nutrición vegetal del país, brindó una entrevista a Palabra de Campo en la que abordó el problema desde su experiencia técnica y su perspectiva crítica.
“Crecimos mucho desde mediados de los noventa, cuando apenas devolvíamos el 10 %. Hoy estamos entre el 50 y el 60 %. Pero aun así, le seguimos debiendo al suelo”, explicó García. “Lamentablemente, esos mejores niveles se dieron en años malos para la cosecha. En los buenos, seguimos sin llegar”, detalló.
A lo largo de sus más de 40 años de carrera profesional, García ha sido testigo del cambio en las herramientas disponibles. Lo que no ha cambiado del todo, asegura, es el uso que se hace de ellas. “Lo que siempre insisto es en que manejemos bien la información que está disponible. En los comienzos nos faltaba mucha, pero hoy hay una pila de datos generados por el INTA, las facultades y los productores. El problema es que muchas veces esa información no se utiliza como debería.”
Diagnóstico deficiente, decisiones equivocadas
Según García, solo entre el 20 y el 30 % de los lotes se muestrean en forma regular, un dato que pone en evidencia una debilidad estructural: la falta de diagnóstico. “La pregunta no es si hay que fertilizar o no. La pregunta es: ¿el lote necesita nutrientes o no? Y eso se responde con un análisis serio, no con intuición”, sostuvo.

El análisis de suelo, dice, no puede reducirse a enviar una muestra al laboratorio. “Hay que meter la pala. Yo siempre digo que la pala es un instrumento de tortura que podés dejar en la camioneta, nadie te la va a robar. Pero es fundamental para conocer el perfil del suelo. No hay forma de manejar bien un lote si no sabés en qué condiciones está.”
Con ese conocimiento, se puede determinar si un nutriente está presente en niveles críticos o si el cultivo que se va a implantar lo demandará en grandes cantidades. Así, se evita tanto la sobrefertilización —que representa un gasto innecesario— como la omisión de nutrientes —que compromete el rendimiento y la salud del suelo.
Un recurso no renovable en juego
El ingeniero fue enfático al desmitificar la idea de que en Argentina “tirás una semilla y crece cualquier cosa”. “El suelo no es eterno. Es un recurso natural no renovable en el tiempo de vida de nosotros. Requiere miles de años para volver a generarse. Por eso tenemos que ser muy respetuosos con su manejo.”
En ese sentido, explicó que si bien la degradación de nutrientes es la más clara y evidente, no es la única. “El principal problema en Argentina sigue siendo la erosión. A eso se suma la desertificación, la salinización y la degradación física, que lleva a compactaciones. Todos estos procesos afectan gravemente la capacidad productiva del suelo.”
Para García, hay que cambiar el enfoque y comenzar a considerar al suelo como el eje de una agricultura sostenible. “Devolverle lo que le sacamos y manejar lo que necesita es clave para producir bien, ganar en rentabilidad, como ganamos en producción, y también para mantener un ambiente sano y saludable.”
Cultura agronómica: el otro desafío
Cuando se le preguntó si el bajo nivel de fertilización adecuada respondía a una cuestión económica, García fue categórico: “Si el suelo necesita nutrientes, la respuesta económica está garantizada. El problema ahí no es económico, es cultural.”

Es decir, el productor que hace un buen diagnóstico y aplica en función de la necesidad está haciendo una inversión, no un gasto. “Si es necesario, fertilizar da resultados. Donde no hay respuesta económica, es porque no hay deficiencia. Entonces no hay que aplicar. Pero el punto clave es saber en qué situación está el lote.”
Este cambio de mentalidad, considera, es tan urgente como la mejora técnica. “Hicimos extractivismo de nutrientes del suelo. Sí, lo hicimos. Pero tenemos que ser inteligentes y manejar la información para devolverle en los sitios que realmente lo necesitan.”
El simposio organizado por Fertilizar Asociación Civil fue una vez más una plataforma para que estas ideas se debatan de forma abierta. Con más de 300 conferencias ofrecidas a lo largo de su historia y más de 430 trabajos científicos presentados, el evento también tuvo un fuerte componente de divulgación. Entre las iniciativas destacadas se presentó un Manual para Escuelas, orientado a que las nuevas generaciones comprendan la importancia de lo que hay “debajo de nuestros pies”.
El llamado a cambiar de marcha
La conclusión de García fue clara: la inercia se rompió, pero el ritmo aún no alcanza. “Rompimos la inercia, sí. Ahora hay que cambiar la velocidad. Acelerar. Poner otra marcha. Porque seguimos siendo deficitarios.”
Ese mensaje se vuelve urgente en un contexto donde la demanda mundial de alimentos obliga a intensificar la producción, pero también a repensar la sostenibilidad de los sistemas. “El suelo es la base. Si lo destruimos, lo demás no importa. Tenemos que actuar con responsabilidad técnica, pero también con responsabilidad ambiental.”