Argentina -y su cadena de las legumbres- se encuentra en una posición estratégica para destacar en el mercado global de legumbres gracias a sus condiciones geográficas y climáticas. Cultivos como los porotos, garbanzos, arvejas y lentejas tienen un gran potencial de crecimiento en exportaciones. Sin embargo, el camino hacia una mayor competitividad pasa por dos desafíos principales: elevar la calidad de la producción y garantizar estándares libres de residuos químicos. Estos temas se analizaron en profundidad durante la Jornada Técnica de Legumbres organizada por la Cámara de Legumbres de la República Argentina (CLERA), en Córdoba.
Con la presencia de referentes del sector, la jornada dejó en claro que los mercados internacionales, especialmente los europeos y asiáticos, exigen productos que cumplan no solo con parámetros de calidad, sino también con estrictas regulaciones en materia de sustentabilidad y residuos.
El desafío de los residuos en el comercio internacional
Uno de los puntos clave abordados fue el control de los Límites Máximos de Residuos (LMR) en los cultivos. Iván Cabanillas Vidosa, del Laboratorio JLA, expuso datos preocupantes sobre la presencia de trazas de plaguicidas como glifosato y 2,4-D en muestras de legumbres argentinas. Este tipo de residuos representa un obstáculo crítico, ya que las regulaciones internacionales son cada vez más estrictas.
“El consumo humano directo de las legumbres exige cumplir con estándares rigurosos de seguridad alimentaria. Rechazos por superar los LMR no solo afectan las ventas, sino también la reputación del país como proveedor,”afirmó Cabanillas.
Valentín Navarro, de BASF, agregó que la tecnología puede ser una aliada clave para minimizar estos riesgos. A través de plataformas como Xarvio, los productores pueden optimizar aplicaciones de fitosanitarios y reducir errores que podrían generar residuos indeseados. Además, enfatizó la importancia de capacitar a los agricultores en el uso responsable de agroquímicos, garantizando la trazabilidad y el cumplimiento de los estándares internacionales.
Aumentar la calidad, el camino hacia mercados más exigentes
El mercado del garbanzo es un ejemplo del potencial que tiene Argentina para destacarse en exportaciones. Matías Macera, de Desdelsur, subrayó que este cultivo está en plena recuperación tras varios ciclos de baja productividad. Sin embargo, competir en mercados internacionales no se trata solo de cantidad, sino de calidad.
Los garbanzos de calibre grande, especialmente los de calibre 9, tienen una demanda sostenida y pueden alcanzar precios superiores a los 200 dólares por tonelada en comparación con calibres más pequeños. “La clave está en garantizar la calidad y certificar los estándares exigidos por los compradores internacionales en la cadena de las legumbres,” explicó Macera.
En cuanto a las arvejas, Guido Zoppi, de Agrosud, destacó que su siembra ha crecido notablemente en la región núcleo de Argentina. Este cultivo se perfila como una oportunidad prometedora, especialmente en variedades amarillas, donde China se presenta como un mercado de gran potencial. Sin embargo, Zoppi advirtió sobre la necesidad de renegociar los protocolos sanitarios, ya que actualmente este país solo acepta exportaciones en bolsas, limitando el uso de los puertos argentinos para envíos a granel.
“Argentina tiene la capacidad logística para exportar a granel y optimizar costos, pero es crucial trabajar en acuerdos que habiliten esta modalidad,” señaló Zoppi.
Porotos: reconstruir el liderazgo exportador en la cadena de las legumbres
Entre las legumbres, los porotos representan un producto estrella para la exportación argentina. Sin embargo, la última cosecha de poroto blanco dejó resultados desalentadores, según Nicolás Karnoubi, ex presidente de CLERA. La producción alcanzó apenas 20.000 toneladas, una cifra muy por debajo de las 200.000 exportadas en el ciclo 2021/22.
A pesar de este panorama, Karnoubi destacó que los porotos negros han tenido un desempeño más estable gracias a la diversificación geográfica de las siembras, que mitigó los efectos de eventos climáticos adversos en Salta, una de las principales regiones productoras. “Es fundamental invertir en el desarrollo genético de semillas que permitan mejorar rendimientos y enfrentar desafíos climáticos en la cadena de las legumbres,” afirmó.
El rendimiento promedio de los porotos en Argentina rara vez supera los 1.400 kilos por hectárea, un número que puede mejorarse significativamente con el desarrollo de variedades más resistentes y adaptadas. Karnoubi instó a los actores de la cadena a priorizar la investigación y el desarrollo para asegurar una oferta competitiva y constante en los mercados internacionales.
Argentina, una potencia en construcción
El potencial exportador de la cadenas de las legumbres argentinas es indiscutible. Sin embargo, para consolidarse como un proveedor líder en los mercados internacionales, el país necesita un enfoque integral que abarque desde la calidad del producto hasta la sustentabilidad y la innovación tecnológica.
En un contexto global que valora cada vez más los productos sostenibles y seguros, Argentina tiene la oportunidad de destacarse no solo por la cantidad, sino por la excelencia de la cadena de las legumbres. Con estrategias claras y un compromiso colectivo, el país puede aprovechar al máximo su capacidad productiva y climática para liderar esta importante cadena agroalimentaria.