La falta de una fertilización eficiente en los cultivos argentinos está generando un daño silencioso pero profundo. Según estimaciones presentadas durante el Simposio Fertilidad 2025 en Rosario, el país dejó de producir unas 40 millones de toneladas de granos por no aplicar los nutrientes adecuados en tiempo y forma. Esta brecha productiva refleja no solo una pérdida para los productores, sino una grave señal de alerta para toda la economía agroindustrial.
Roberto Rotondaro, presidente de Fertilizar Asociación Civil, fue contundente al exponer los datos: “Tenemos que jerarquizar las decisiones de manejo y mirar el suelo con una mirada más integral”. A pesar del crecimiento sostenido del uso de fertilizantes —con un promedio del 8% anual en las últimas tres décadas—, aún persisten serias deficiencias en el diagnóstico y aplicación de nutrientes clave. Rotondaro ejemplificó con un dato alarmante: “La dosis media de azufre es de apenas 2 a 3 kilos por hectárea. Sabemos que es un nutriente económico y eficiente. Ahí hay una gran oportunidad de mejora”.
En ese marco, el directivo explicó que solo el 21% de los productores realiza análisis de suelos. “No podemos hablar de nutrición sin conocer el suelo. El diagnóstico es la base. Sin eso, todo lo que apliquemos es a ciegas”, advirtió.
Más fertilizantes, pero sin diagnóstico: un problema estructural
La dependencia del país en materia de insumos también quedó en evidencia. Según datos presentados en el evento, dos tercios del fertilizante que se utiliza en Argentina se importa, principalmente desde Estados Unidos, el norte de África, Marruecos y Rusia. Buena parte de estos volúmenes ingresa por el puerto de San Nicolás, y en menor medida por San Lorenzo y Rosario.

Pero más allá de lo logístico, el principal problema sigue siendo estructural. La baja tasa de muestreo de suelos y la falta de asesoramiento técnico personalizado están frenando la evolución del manejo nutricional. “El asesor debe ser un tamizador de información. Tiene que filtrar tecnologías y jerarquizar según cada perfil productivo”, explicó Rotondaro. Subrayó también la necesidad de entender la diversidad del productor argentino, con distintas escalas, realidades y recursos.
Pese a estas carencias, Rotondaro mostró algunos avances. En cinco años, el uso de biofertilizantes creció 25 veces, mientras que los bioestimulantes lo hicieron por ocho. Además, aumentó el uso de complejos granulados y fertilizantes de liberación lenta, lo que demuestra que algunos segmentos avanzan hacia una mayor eficiencia.
Mirar más allá del fósforo y el nitrógeno: una visión integral del suelo
La mirada del Simposio Fertilidad 2025 fue mucho más allá del uso de nutrientes. Rotondaro llamó a incorporar una visión integral del ambiente edáfico, que contemple factores como la erosión hídrica y eólica, la compactación del suelo, y los efectos de las inundaciones. “Algunos problemas parecen del pasado, pero siguen vigentes”, alertó.
En ese sentido, defendió la continuidad de los ensayos de larga duración: “Nos dan información valiosa sobre los efectos residuales de la mejora del ambiente”, dijo, al tiempo que destacó la importancia de fortalecer los vínculos con universidades y centros de investigación para generar conocimientos aplicables.
Concluyó reafirmando el propósito de Fertilizar AC: “Difundir conocimientos sobre la nutrición y el cuidado del suelo para una producción sostenible. Eso es lo que nos mueve cada día”.