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Argentina y los bioinsumos: ¿puede liderar el salto biológico del agro en América Latina?

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El interés por los bioinsumos en Argentina crece al ritmo de una nueva conciencia agrícola: producir con eficiencia, pero sin hipotecar la salud del suelo ni el ambiente. En ese escenario, el Congreso CASAFE 2025 – Edición Biológicos funcionó como termómetro y brújula de un mercado que acelera su expansión en América Latina, con el país como uno de los actores con mayor proyección.

El encuentro reunió a más de mil participantes en Rosario, entre técnicos, productores, científicos, empresarios y comunicadores. El panel central, titulado “Mercado de biológicos: ¿Dónde estamos?”, dejó claro que si bien Brasil marca el paso, Argentina pisa firme y puede asumir un rol de liderazgo si alinea políticas públicas, marcos normativos y estrategias de difusión.

Uno de los expositores clave fue Ignacio Moyano Córdoba, vicepresidente de Desarrollo de Negocios para América Latina en Dunham Trimmer, consultora especializada en inteligencia de mercado para tecnologías agrícolas emergentes. El ejecutivo destacó que el crecimiento global del mercado de bioinsumos es del 12% anual, pero en América Latina asciende al 15,6%, impulsado por consumidores exigentes, presión ambiental y una mirada más proactiva de los inversores hacia soluciones sustentables.

Los bioinsumos avanzan mientras Argentina se debate entre la oportunidad y la desinversión
Los bioinsumos avanzan mientras Argentina se debate entre la oportunidad y la desinversión

En ese contexto, Moyano Córdoba remarcó que la transición no será inmediata ni homogénea. La falta de conocimiento técnico, la capacitación desigual entre regiones, las demoras regulatorias y las inversiones aún incipientes en I+D siguen siendo obstáculos que ralentizan la adopción masiva de estos productos. Sin embargo, la proyección de largo plazo es clara: hacia 2047, la participación de los productos biológicos podría equiparar a la de los fitosanitarios químicos, generando un sistema mixto más eficiente y con menor impacto ambiental.

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“Argentina tiene ventajas competitivas, una red científico-técnica robusta, un entramado productivo diversificado y un sector privado que está dispuesto a innovar. Pero se necesita más articulación, más impulso institucional y más conocimiento aplicado en el campo”, aseguró.

Un mercado que crece y se diversifica: números y tendencias del uso de productos biológicos

Durante el panel también se presentó un estudio de CASAFE sobre la evolución del mercado local. Luis Mogni, socio fundador de SOMERA S.A.S., explicó que el valor de mercado de los bioinsumos en Argentina alcanzó los 124,2 millones de dólares en 2024. Esto representa un crecimiento del 10,9% interanual y una participación del 4% dentro del total de fitosanitarios comercializados.

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Aunque la cifra aún parece modesta en relación al mercado de productos químicos, el ritmo de crecimiento muestra una tendencia sostenida. El segmento de tratamiento de semillas ya representa más de la mitad del total, con un 51% de participación, mientras que los bioinsecticidas mostraron el mayor dinamismo, con un salto del 109% en la facturación durante el último año.

El relevamiento también pone el foco en los bioestimulantes y biofertilizantes, que si bien hoy representan una porción menor, tienen un potencial altísimo de desarrollo, sobre todo en zonas con suelos degradados o con fuerte presión climática. Mogni insistió en que las empresas deben avanzar en alianzas estratégicas que vinculen al sector productivo con la industria, el Estado y los organismos científicos.

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“Estamos en un punto de inflexión. La tecnología está, los productos están, pero el sistema debe funcionar como una red. Si cada eslabón trabaja aislado, perdemos tiempo y oportunidades. Necesitamos soluciones construidas desde la industria, con visión estratégica y centradas en el productor”, enfatizó Mogni.

En el recinto, muchos productores coincidieron en que los bioinsumos ya no son una promesa lejana, sino una herramienta cada vez más presente en el manejo agronómico. Pero también advirtieron que todavía existe una brecha grande entre los discursos institucionales y las condiciones concretas de acceso en el lote: falta información clara, asesoramiento técnico y una mayor bancabilidad para escalar su uso de forma masiva.

Una hoja de ruta hacia el liderazgo: qué falta para consolidar a Argentina como referente

El diagnóstico fue compartido por buena parte de los disertantes: el crecimiento de los bioinsumos en Argentinadepende menos de la disponibilidad de productos que de la capacidad de diseñar un ecosistema propicio para su adopción. En ese marco, las políticas públicas jugarán un rol clave.

Por un lado, se necesita un marco regulatorio actualizado, coherente con las nuevas biotecnologías, que no obstaculice la innovación ni genere demoras excesivas en los registros. Por otro, debe haber incentivos fiscales, líneas de financiamiento y planes de capacitación intensiva para profesionales del agro, técnicos de campo y distribuidores.

Además, se destacó la importancia de avanzar hacia esquemas de certificación de calidad y trazabilidad que respalden el uso de estos productos en mercados exigentes, tanto en exportaciones como en producciones bajo protocolos diferenciados (orgánicos, biodinámicos o bajo normas de Buenas Prácticas Agrícolas).

“El productor argentino es receptivo a nuevas tecnologías si le demuestran que funcionan, son rentables y se adaptan a su sistema. El desafío es comunicar, capacitar, y demostrar en el campo”, señaló uno de los técnicos de una empresa líder en biológicos, al margen del panel.

Por su parte, CASAFE reforzó su rol como articulador entre ciencia, industria y territorio. Al finalizar el congreso, sus autoridades reiteraron su compromiso con la promoción de soluciones que permitan producir más y mejor, cuidando el ambiente y fortaleciendo la competitividad. Con esta edición, la entidad reafirma que los bioinsumos no son una moda, sino una tendencia irreversible.

En un escenario global marcado por el cambio climático, la presión sobre los recursos naturales y un consumidor cada vez más consciente, la Argentina tiene ante sí una oportunidad de esas que no se repiten con frecuencia. La puerta hacia una agricultura más verde ya está entreabierta. El desafío será animarse a cruzarla, con el conocimiento como guía y la innovación como motor.

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