La campaña de maíz 2024/25 presenta un escenario prometedor frente a la amenaza de la chicharrita (Dalbulus maidis), según el 7° informe de la Red Nacional de Monitoreo. Con el 90% de las localidades relevadas libres de este vector, los expertos aseguran que la situación es diametralmente opuesta a la de hace un año. Sin embargo, pequeños focos localizados en regiones endémicas, como el NOA, llaman a mantener la vigilancia.
¿Qué dice la Red Nacional de Monitoreo sobre Dalbulus maidis?
El panorama actual es alentador para el cultivo de maíz. Según Lucas Cazado, líder del proyecto Plagas de CREA, el monitoreo planificado desde marzo pasado ha permitido consolidar la Red Nacional, en la que participan instituciones clave como la EEAOC, el INTA y Maizar.
Aunque en la campaña pasada la chicharrita alcanzó niveles críticos, especialmente en el NOA y NEA, el escenario hoy es muy distinto. “Muchas zonas que tuvieron poblaciones considerables están muy bien actualmente”, afirmó Cazado. Además, subrayó que no todas las chicharritas corresponden a Dalbulus maidis, vector del complejo de achaparramiento, lo que tranquiliza a los productores.
Clima y estrategias: factores que marcan la diferencia
El impacto del clima en el NOA
Alejandro Vera, investigador de la EEAOC, señaló que el invierno reciente fue decisivo para reducir la población de chicharritas en zonas críticas como San Agustín (Tucumán) y Los Altos (Catamarca). Las heladas registradas entre junio y agosto resultaron letales para esta plaga. En estas regiones, que en la campaña anterior llegaron a reportar más de 2.000 chicharritas por trampa semanal con alta infectividad, hoy los niveles son prácticamente nulos.
“El clima nos dio un respiro, pero no podemos relajarnos”, advirtió Vera. Insistió en monitorear tanto trampas como cultivos, para evitar que pequeños focos en lugares agroecológicamente vulnerables vuelvan a convertirse en una amenaza.
Herramientas de manejo para convivir con la plaga
Augusto Casmuz destacó que el manejo de Dalbulus maidis requiere un enfoque integral, combinando prácticas culturales, químicas y biológicas. Según el experto, el primer paso es reducir las poblaciones iniciales, eliminando maíces guachos y monitoreando de forma sistemática.
Entre las estrategias culturales, resaltó la importancia de:
- Escalonar las fechas de siembra.
- Optar por híbridos con comportamiento diferencial frente a la plaga.
- Monitorear los cultivos desde las primeras etapas fenológicas.
En cuanto al control químico, el tratamiento de semillas es crucial, especialmente en las etapas tempranas del cultivo. “Las aplicaciones foliares deben ser el último recurso, siempre basadas en datos de monitoreo”, indicó Casmuz.
Innovación y unión para un manejo efectivo
La experiencia de Brasil y Paraguay con el uso de herramientas biológicas también empieza a ser explorada en Argentina. Casmuz mencionó productos a base de Pseudomonas, Isaria y Beauveria, que complementan las estrategias químicas.
Por su parte, Federico Zerboni, presidente de Maizar, hizo hincapié en la importancia del trabajo colaborativo: “Unirnos para enfrentar este problema nos ha permitido dar el primer paso hacia un manejo federal e integrador”.
Panorama para el maíz
La campaña 2024/25 se perfila como una oportunidad para consolidar el manejo de la chicharrita en Argentina. Aunque las condiciones actuales son favorables, los expertos coinciden en que la clave está en monitorear, planificar y actuar temprano. Con herramientas adecuadas y un enfoque integral, los productores pueden minimizar los riesgos y garantizar cultivos exitosos.